Un hogar terapéutico


En el Reino Unido es común ver enmarcado en muchas casas este proverbio: “El hogar de un inglés es su castillo”. Para los británicos, su vivienda es un refugio donde se resguardan no solo de las lluvias pertinaces, también del desorden e inestabilidad del mundo exterior.

No es solo un monopolio de los británicos, en el resto de países, cuando entramos en casa y cerramos la puerta, dejamos fuera los problemas del mundo y recargamos las baterías del cuerpo y la mente. El valor terapéutico del hogar se ha reforzado durante la pandemia. Aunque el confinamiento haya quedado atrás, seguimos pasando más tiempo que nunca en casa y muchas personas han trasladado su trabajo a un rincón de la vivienda que convendría aislar del resto del espacio destinado a la intimidad y el relax.

La diseñadora Coco Chanel decía: “Un espacio interior es la proyección natural del alma”. Por lo tanto, cuidar del hogar supone hacerlo también con nuestro equilibrio personal en todos los ámbitos de nuestra vida.

En su reciente libro Tu casa sana, la doctora en Biología Elisabet Silvestre analiza de forma práctica la biohabitabilidad, cómo lograr que el espacio donde vivimos sea saludable para los humanos y el medio ambiente.

La autora destaca que el hogar ha dejado de ser simplemente el sitio donde nos recogíamos al final de la jornada y “se ha tenido que desplegar la creatividad (…) para usarlo como escuela de los niños, como lugar de teletrabajo, como espacio donde extender la esterilla para realizar ejercicio o donde cocinar más que nunca”.

Veamos algunos consejos para que nuestra vivienda sea más biohabitable, protegiendo nuestra salud y energía vital:

1. Luz natural. La cronobiología ha demostrado la importancia de exponerse a la claridad. Y no solo por el aporte de vitamina D, tan esencial para la salud de los huesos y el estado de ánimo. La luz solar sincroniza nuestro reloj interno con el ciclo natural de la jornada, lo cual nos procura un mejor descanso, un tono energético más elevado e incluso mejores digestiones, ya que la microbiota (las bacterias de nuestro organismo) tiene también sus horarios, como señalan en El método Tokei el doctor Eduard Estivill y la doctora en Química Carla Estivill. Aprovechar al máximo la luz natural que nos procure nuestro hogar pondrá “en hora” nuestro reloj interior.

2. Ventilación. Aunque tengamos un dispositivo de aire acondicionado que promete la renovación del oxígeno, es fundamental no perder la costumbre de abrir ventanas cada día para airear el espacio. La autora de Tu casa sana señala que en el interior de las viviendas se acumula contaminación debida a los productos químicos que se utilizan. El sencillo gesto de abrir las ventanas de cada habitación para renovar el aire, aunque haga frío, resuelve en gran parte este problema. Se recomienda dejar que corra el aire 15 minutos como mínimo una vez por la mañana y otra por la noche, antes de acostarnos.

3. Productos de limpieza. Según afirma el doctor Svanes de la Universidad de Bergen, limpiar habitualmente el hogar con productos químicos agresivos puede dañar los pulmones como fumar una cajetilla de cigarrillos al día. Para evitar ese riesgo, existen detergentes ecológicos que, además de ser respetuosos con el medio ambiente, lo son también con nuestro organismo.

4. Meditar los espacios. “¿Sabías que tu casa influye en tu cerebro y en tus emociones?”, señala la doctora Elisabet Silvestre, en referencia a los espacios que provocan calma, distensión, alegría o creatividad. “La luz, el color y las formas (…) hablan al cerebro, proporcionándole una información que pone en marcha procesos en el interior del organismo en relación con la producción de determinadas hormonas”. Por lo tanto, los espacios que habitamos afectan a nuestro estado de ánimo. Además de los beneficios de la luz y el efecto que tienen los diferentes colores en nuestra psique, la neuroarquitectura trabaja actualmente desde la idea de que las formas orgánicas aportan sosiego. Las curvas suaves, en sintonía con la naturaleza, promueven la relajación como alternativa a las líneas rectas y las formas geométricas, cuyas aristas pueden ser percibidas por el cerebro como una amenaza. Además de esto, separar claramente los espacios de trabajo de los de reposo, creando incluso oasis analógicos libres del dominio de lo digital, ayudará a que nuestra casa sea realmente un castillo de salud y serenidad, como dicen los británicos.

La ‘indoor generation’ en peligro

— A nuestra generación, ya antes de la pandemia, se la bautizó indoor generation porque, según la OMS, pasamos hasta el 90% de la jornada en espacios interiores, en casa o en el trabajo. Este porcentaje parte de las 21 horas diarias que, en 2018, las personas pasaban de media en distintos edificios, según este estudio.

— A esta medición se sumó el desconocimiento de los encuestados de que el aire de un edificio puede estar hasta 10 veces más contaminado que el del exterior. Hay que ventilar y prestar atención al moho y la humedad, que pueden aumentar el asma hasta un 40%, entre otros factores que inciden en la salud.

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