Un Metropolitano sin público pero con alma


Desangelado. Triste. Melancólico. Emotivo. Muchos calificativos, y todos en esta línea, para definir, en modo ambiental, el encuentro que Atlético de Madrid y Valladolid disputaron en el Metropolitano. Primer partido a puerta cerrada del estadio colchonero, inaugurado en 2017. También será histórico.



Una especie de entrenamiento, sin público, pero con mucho en juego, y con el sentimiento que puso el Atlético para recordar a sus leyendas y socios fallecidos por el coronavirus. Minuto de silencio, camisetas personalizadas en las butacas de los abonados y recuerdo para Antic, Capón, Jones, Peiró y el infantil Christian Minchola.


Simeone revolucionó el once, dejando a siete que fueron titulares en el banquillo. O mejor dicho, en la grada, que es donde aguardan su oportunidad los suplentes. Con mascarilla y manteniendo la distancia de seguridad, claro. Luego en el césped, es otra historia.

Precisamente fueron los suplentes de uno y otro equipo los que se ‘disfrazaron’ de hinchas en un estadio desierto. Sobre todo los visitantes, que jaleaban a sus compañeros en cada acción y protestaban las decisiones arbitrales, lo que llevó al árbitro a dirigirse a ellos para que se calmasen.

Ya llegando al estadio se veía que esto era otra cosa. No había riada rojiblanca rumbo al Metropolitano. Nadie había quedado en la bandera gigante, que además ondeaba a media asta. No había ‘selfies’ ante el estadio. Pero sí exhaustivos controles para todos los que podían acceder, periodistas incluidos. La situación lo requiere, por supuesto. Y dentro, más de lo mismo. La voz del Profe Ortega retumbaba en el calentamiento. También los ánimos que se daban los jugadores. Y la narración de los compañeros de las radios, dándolo todo como siempre. Los futbolistas debían oír sus comentarios. Como en cualquier campo de Regional. Amateurismo en estado puro.

Fue curioso escuchar nítidamente a Oblak dar órdenes a los defensas. El ‘hombre de hielo’ habla. Y mucho. No para. El Cholo, en su línea. Da igual que no haya 70.000 detrás de él. No pudo arengar a las masas para pedir el último aliento, pero sí echar una bronca de órdago a Carrasco por ver una amarilla por protestar.

“¡Vamos!”, gritaba Simeone, ya en la segunda parte, con 0-0 en el marcador. Los suplentes del Valladolid seguían haciéndose notar, sobre todo, cuando reclamaron un penalti tras una acción de Lemar y una ley de la ventaja que no concedió el colegiado.

Los pocos aplausos que se escucharon procedían los empleados del Atlético y los suplentes cuando Herrera y Lemar fueron sustituidos. De apoyo, no piensen mal. Había entrado Koke, que desde el primer momento sacó los galones a pasear para pedir a sus compañeros una presión alta. Marcó Vitolo. En el 81’. Estallido, dentro de las limitaciones.

No hubo público en el Metropolitano, pero sí alma. La de los que no estuvieron anoche, y la de los que ahora lo verán desde el tercer anfiteatro. Y como acabó la noche, con el himno del Atlético retumbando.


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