El paciente tenía viruela del mono y se escapó del hospital para volver a su país. Las autoridades sanitarias de Jalisco han emitido una alerta epidemiológica sobre un viajero originario de Dallas que estuvo de turismo en Puerto Vallarta cuando, el 30 de mayo, comenzaron los síntomas inequívocos: tos, escalofríos, dolor muscular y pústulas en cara, cuello y tronco. El hospital reportó el caso como sospechoso de la viruela del mono, que estos días trae de cabeza a medio mundo. Pero el hombre, de 48 años, no respetó el aislamiento prescrito, “se dio a la fuga” y voló a Estados Unidos.
Lo vieron salir con sus maletas del hotel donde se alojaba con su pareja, en la costa jalisciense, el 4 de junio, aunque su vuelo estaba previsto para el día 6. Las pruebas para verificar el contagio no estaban aún, pero el paciente se negó al aislamiento que dispuso el hospital privado de Puerto Vallarta y se largó. La Secretaría de Salud de Jalisco, enterada del asunto, le siguió la pista, pero no le pudo localizar “por ninguna vía de comunicación”, según un comunicado emitido por el Gobierno del Estado. Se dio la orden al Instituto Nacional de Migración y a las Aerolíneas de que no se le permitiera embarcar, pero quizá ya lo había hecho, porque adelantó su vuelo, como comunicó el pasado lunes la autoridad de control y prevención estadounidense.
Se acabaron las fiestas. Desde su país, se comunicó a México que el afectado había estado en diversos festejos, algunos de ellos en un hotel del puerto donde pasaba sus días de relajo. La vigilancia epidemiológica se extendió por las unidades de salud y se han buscado posibles personas de contacto. La Secretaría de Salud de Jalisco ha emitido un llamado a la población que asistió a fiestas en el Mantamar Beach Club entre el 27 de mayo y el 4 de junio para que vigile su estado de salud y en caso de presentar síntomas acudir a los servicios médicos de inmediato. Y han puesto un teléfono a disposición: 33-3823-3220.
Tres días después de sufrir los síntomas, el viajero de Dallas llamó, el 3 de junio, a Texas para informar de su situación. Los médicos le recomendaron acudir a un centro sanitario y reportaron su caso por las vías sanitarias previstas. Y el paciente acudió, pero el aislamiento prescrito no fue de su agrado.
La viruela del mono, o símica, llegó a México el pasado 28 de mayo, también por un viajero estadounidense que, este sí, respetó el aislamiento y se mantuvo cuidado en un hospital de la capital. Era el primer caso reportado, pero ya circulaba por todo el mundo, donde se han dado centenares de contagios, principalmente en Europa. El ciudadano de Dallas que huyó de Puerto Vallarta había estado, por cierto, del 12 al 16 de mayo en Berlín (Alemania).
El contagio entre humanos no es tan frecuente como en el coronavirus o las gripes, por ejemplo, que se transmiten por el aire. En estos casos se necesita algo más que eso, un contacto muy cercano, íntimo. La cercanía piel con piel con las pústulas es importante evitarla y observar una buena higiene. La distancia corporal en estos casos es lo más eficaz. El periodo de incubación es de dos semanas y el riesgo es más alto entre niños y personas mayores de 60 años que en el resto de la población. La enfermedad se descubrió a mediados del siglo pasado en Dinamarca en un laboratorio donde se trabajaba con monos. Se trasmite a humanos por esa vía o por otros roedores, también por su ingesta. Pero no parece que los humanos contagien a perros y gatos, por ejemplo.
Para esta viruela se puede aplicar la vacuna clásica contra la enfermedad, una inmunología que México prácticamente dejó de aplicar hace 50 años por instrucciones de la OMS, a pesar de que la enfermedad no se declaró erradicada hasta los años Ochenta. En Estados Unidos, sin embargo, a partir de los atentados del 11 de septiembre de 2001, se ordenó hacer una vacuna previendo que la viruela podría ser una herramienta útil para el terrorismo.
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