Un pasito pa’lante, un pasito pa’atrás

La selección española ganó gracias a un regalo. Ni más ni menos. Lo único positivo en la ventosa noche que hizo en el Estadio Alfredo Di
Stefano fue la victoria que dio otros tres puntos y que sirvieron al equipo de Luis Enrique para mantenerse líder del Grupo 4 de la Nations League. De no ser porque el portero suizo Sommer se disfrazó de Papa Noel con antelación, porque Oyarzabal acertó en el área helvética (ha marcado en sus dos últimos partidos con la Roja), y porque De Gea hizo un paradón ante Benito, ahora hablaríamos poco menos de ‘hecatombe’.

Lo cierto es que ni tanto ni tan calvo, pero lo que no se ha de ocultar es que, pese al triunfo, anoche se dio un paso atrás en cuanto al estilo, el que hace apenas unos días había vuelto a conquistar al aficionado, con unos esplendorosos 45 minutos ante Portugal.

Luis Enrique apostó por potenciar aún más el ataque poniendo a cuatro delanteros de inicio, aunque a costa de gripar el centro del campo. Y como reflejaron las estadísticas finales, no por jugar como más jugadores ofensivos se crea más peligro y oportunidades de gol. Apenas dos remates entre los tres palos fue el pírrico bagaje de España ante una Suiza que arrancó con cinco atrás y que mantuvo su esquema hasta el minuto 80, cuando ya se veía contra las cuerdas y a punto de poner fin a su buena racha contra la Roja, ante la que no perdía desde el Mundial de Estados Unidos, en 1994.

A lo que íbamos. La idea de perder un centrocampista (Ceballos o incluso Canales) para meter a un extremo (Ferran Torres), retrasando la posición de Dani Olmo, que ante Portugal la rompió entrando por la banda izquierda, para hacerle jugar de interior, eclipsó el fútbol de toque de España, que en esta ocasión solo alcanzó el 60 % de posesión de balón ante un rival agazapado y que siempre buscó las contras.

A todo esto, ¡cuánto daño está haciendo la milonga esa del ‘falso 9’! A no ser que esta fantasmagórica figura la encarne un jugador como Messi, lo que hace ahora en el Barça, perder un punta de referencia es una concesión demasiado importante hacia el adversario, y más cuando en el banquillo tiene a un jugador como Gerard Moreno en estado dulce.

Ayer, por no brillar, ni Ansu Fati, al que ya empiezan a conocer los defensas rivales. En su ‘ausencia’ tocó agarrarse al otro nuevo clavo ardiente, Adama Traoré, que al menos sí brindó diez minutos electrizantes de los suyos. Escaso consuelo para una selección que aunque desde 1987 no pierde un partido en Madrid dio un pasito pa’lante sumando tres puntos más a costa de dar un pasito pa’atrás en el concepto futbolístico .


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