Un potente estallido este martes en una instalación militar en la ciudad de Cúcuta, en lo que varios testigos han descrito como un coche bomba, ha dejado un número todavía indeterminado de heridos. Al menos dos detonaciones se produjeron hacia las 15:30 en el interior de una brigada del ejército en la capital del departamento de Norte de Santander, fronterizo con Venezuela, y el ministro de Defensa ha viajado de emergencia al lugar. Las autoridades investigan la autoría de esta acción, que de momento no ha sido reivindicada por ningún grupo armado.
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“Ante la explosión de un vehículo al interior de la Brigada 30 del Ejército en la ciudad de Cúcuta, he dado instrucciones al Ministro de Defensa, Diego Molano, para que se dirija a la ciudad y adelante las investigaciones que permitan esclarecer esta lamentable situación”, señaló el presidente Iván Duque en sus redes sociales, sin llegar a confirmar si se trataba de un atentado. Sin embargo, poco después su ministro del Interior, Daniel Palacios, repudió lo que calificó, sin mayores detalles, de “cobarde acto terrorista”.
A la espera de un reporte oficial sobre los daños, los periodistas en las inmediaciones del cantón militar San Jorge, en el barrio San Rafael, reportaban el ingreso de más de una decena de ambulancias y varios carros de bomberos, mientras que lo helicópteros del ejército sobrevolaban la zona. En un video publicado en redes sociales por la congresista María del Rosario Guerra, del Centro Democrático, el partido de Gobierno, se observa una columna de humo negro que precede una gran explosión. La Opinión, el periódico local, informaba de al menos 35 militares heridos.
Cúcuta es la capital de Norte de Santander, sobre la porosa frontera de más de 2.200 kilómetros con Venezuela, uno de los departamentos más golpeados por el conflicto armado que Colombia busca dejar atrás desde hace más cuatro años, cuando selló los acuerdos con las FARC, hoy desarmadas y convertidas en un partido político. Es también el departamento con más cultivos de hoja de coca en el país, concentrados en la región del Catatumbo, en la que todavía operan un archipiélago de grupos armados ilegales, entre ellos el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la última guerrilla activa. La ONU reportó la semana pasada 143.000 hectáreas de narcocultivos en todo Colombia al cierre de 2020.
Después de la firma de la paz con las FARC, Colombia se había desacostumbrado a la imagen de los escombros de los llamados carro bomba, recurrente en las peores épocas de atentados terroristas de las guerrillas y los grandes carteles. En enero del 2019, un coche bomba contra una academia de cadetes de la policía en Bogotá dejó más de 20 muertos y 60 heridos, en una acción reivindicada por el ELN que también destruyó la posibilidad de un proceso de negociación con el Gobierno de Duque.
El pasado marzo, otro coche bomba frente a la alcaldía de Corinto, un pequeño municipio enclavado en las montañas del convulso departamento del Cauca, en el otro extremo del país, dejó decenas de personas heridas, sin ninguna víctima fatal.
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