EL PAÍS

Un violador en serie, oculto y protegido en las filas de Scotland Yard durante más de dos décadas

La Policía Metropolitana de Londres, popularmente conocida como Scotland Yard, afronta un grave problema de credibilidad en la lucha contra la violencia sexual. Uno de sus agentes, David Carrick (48 años), conocido entre los compañeros del cuerpo como Bastard Dave (Dave el Bastardo, o el hijoputa) por su carácter agresivo, ha admitido este lunes ante el tribunal de Southwark, en Londres, su culpabilidad en más de 80 delitos, incluidas 48 violaciones a 12 mujeres, a lo largo de dos décadas. A pesar de las quejas e investigaciones internas abiertas en su contra durante todo este tiempo —hasta 14 de ellas por acoso, violencia doméstica y violación—, el cuerpo policial permitió que Carrick siguiera en activo. Su caso pone sobre la mesa los serios problemas que tiene Scotland Yard para emprender acciones contra los agentes más misóginos y problemáticos de la institución, y el modo en que se ha protegido bajo el secretismo y la complicidad interna durante estos años.

“No hay cabida en nuestra policía para este tipo de agentes tan alejados de las normas básicas de comportamiento, que no merecen llevar el uniforme. Las fuerzas de seguridad deben erradicar este tipo de oficiales para recuperar la confianza de los ciudadanos, que se ha visto destrozada por hechos tan graves como este”, ha dicho el primer ministro, Rishi Sunak, a través de un portavoz. “Estoy escandalizado y siento repulsa por todos los abominables delitos cometidos por David Carrick”, ha asegurado el alcalde de Londres, Sadiq Khan, de quien depende en última instancia la Policía Metropolitana. “Los londinenses estarán conmocionados, con razón, al saber que este hombre pudo trabajar durante tanto tiempo en la Met [como se conoce también al cuerpo policial londinense] y todas las graves preguntas que surgen sobre cómo fue capaz de abusar de su posición de un modo tan horrible deben ser contestadas de inmediato”, ha reclamado Khan.

Escolta en el Parlamento

Carrrick, que llegó a formar parte, en su último destino, de la Comandancia de Protección Diplomática y Parlamentaria de Scotland Yard —los agentes encargados de proporcionar seguridad a diputados y dignatarios extranjeros—, fue suspendido en julio de 2021, después de ser arrestado por una primera denuncia formal por violación. Tres meses después, un nuevo caso contra él acabó llevándole finalmente ante un tribunal. Hasta entonces, todas sus víctimas habían renunciado a seguir adelante con la acusación, y las investigaciones internas se habían guardado en un cajón.

En octubre de 2021, una mujer aseguró en dependencias policiales del condado de Hertfordshire que Carrick la había atacado un año antes en un hotel de St. Albans, el Premier Inn. La agarró por el cuello, se definió a sí mismo como un “hijoputa dominador” y no dejó de insultarla. Curiosamente, cuando varios agentes acudieron al domicilio del acusado para proceder a la detención, su respuesta en la misma puerta fue: “¿Otra vez?”. Era la octava ocasión en diez años en que la policía había sido puesta en aviso sobre la naturaleza depredora de Carrick, pero bien por el desestimiento de las víctimas, bien por su escasa colaboración —siempre según la explicación de la propia policía—, los casos no habían seguido adelante.

Fanfarroneó ante alguna de sus víctimas de haber formado parte del grupo de escoltas del primer ministro, y accedió a muchas de ellas a través de las redes sociales y de aplicaciones de citas. Durante el juicio, celebrado a puerta cerrada, llegaron a conocerse sus prácticas, de un sadismo casi cinematográfico. En una pequeña despensa situada en el sótano de su vivienda había mantenido presas a varias de las mujeres. Las obligaba a realizar sexo oral y anal, y a limpiar la casa totalmente desnudas. A una de ellas llegó a golpearla con un cinturón, y a todas las describía como “putas” y “esclavas” en los mensajes de texto que surgieron durante la investigación. Llegó a orinarse encima de alguna de las víctimas, e intimidó a todas las mujeres con su placa y su supuesta autoridad policial, para infundir auténtico terror y obligarlas a mantenerse calladas.

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Durante más de un año, la instrucción judicial se ha realizado bajo secreto, sin que los medios de comunicación pudieran tener acceso a todos los datos escabrosos que se han conocido este lunes. La confesión de Carrick, sin embargo, y el reconocimiento de culpa por parte de las autoridades de Scotland Yard, explican la decisión adoptada en febrero del año pasado por el alcalde Kahn, cuando, sin dar demasiadas explicaciones, anunció el cese fulminante y la destitución de Cressida Dick, la directora general de la Policía Metropolitana. Se relacionó entonces su partida con un escándalo en la comisaría londinense de Charing Cross, donde varios de sus agentes se habían intercambiado entre ellos mensajes de alto contenido machista, racista y homófobo. Por entonces, el alcalde había sido ya puesto en alerta respecto a la gravedad del caso de Carrick.

Scotland Yard ha anunciado ahora que piensa revisar uno por uno las cerca de 1.000 investigaciones internas llevadas a cabo en el pasado contra otros tantos agentes, de un cuerpo que componen más de 45.000, por acusaciones de violencia doméstica o delitos contra la libertad sexual. “David Carrick escogió por sí mismo ser un delincuente sexual en serie, un manipulador y un depredador sexual. No creo que un hombre como él pudiera formar parte hoy de la policía”, ha admitido este lunes Barbara Gray, la comisaria adjunta de la Met y responsable del departamento de Ética Profesional. “Había una tendencia de comportamiento que debimos haber detectado. ¿Habríamos logrado que dejara de ser un delincuente sexual? Probablemente no”, ha dicho Gray, que no ha llegado a pedir una disculpa formal por la supuesta negligencia de Scotland Yard durante todos estos años.

“Hace ya dos años, cuando supimos del horrible asesinato de Sarah Everard [la ejecutiva de 33 años secuestrada por la noche en plena calle por un policía que la violó, asesinó y descuartizó en Londres, en marzo de 2021], el Gobierno conservador prometió que se emprenderían reformas para mejorar el proceso de selección y comprobación de antecedentes de los agentes”, ha dicho la portavoz de Interior de la oposición laboristas, Yvette Cooper. “La policía fracasó al no suspender a Carrick mientras se investigaban las acusaciones de violación, e incluso le permitió recuperar su licencia para portar armas. Todos los que exigimos cambios nos sentimos hoy profundamente decepcionados”, ha añadido Cooper.

La sentencia contra Carrick se conocerá el próximo 6 de febrero.

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