Una de cada cuatro mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja en algún momento de su vida

Más de mil millones. Ese es el número de mujeres a las que sus parejas han pegado, amenazado, gritado o violado en algún momento de su vida. Es el 27% de la población femenina mundial entre 15 y 49 años. Y una de cada siete ha sufrido alguno de esos tipos de violencia en el último año. Son cifras del estudio más completo que se ha hecho hasta hoy, publicado ahora en The Lancet, con la base de datos de la Organización Mundial de la Salud sobre la prevalencia de la violencia de género, que cubre el 90% de las mujeres en todo el mundo. Pero no en todas partes se da en el mismo grado: en los países de ingresos bajos, la violencia, en general, a lo largo de la vida, está más extendida, y la diferencia es aún más pronunciada en el último año del que se recogieron datos, 2018, en comparación con los de ingresos altos. Dentro de esas diferencias, Europa central es la región con menos incidencia: un 16%; y España está ligeramente por debajo de esa media, con un 15%.

Aunque cualquier cifra de violencia de género es alta, como apuntan de forma continua investigadoras y especialistas en este ámbito, España, comparada con el resto de países, tiene una prevalencia muy por debajo de la media global. “En términos relativos, la situación es mucho mejor. Se invierten muchos recursos en este ámbito desde las administraciones y en las últimas dos décadas los avances han sido muy notables”, apunta Isabel Cepeda, investigadora de la Universidad Rey Juan Carlos y una de las autoras del estudio sobre violencia en género en los jóvenes del INJUVE. Algo que, de forma global, también apunta en el informe Claudia García-Moreno, la autora principal del estudio, del Departamento de Salud Sexual y Reproductiva de la OMS: “Si bien se han logrado avances en los últimos 20 años, todavía son extremadamente insuficientes para cumplir con la meta de los ODS [Objetivos de Desarrollo Sostenible] de eliminar la violencia contra las mujeres para 2030″.

La situación, que varía enormemente según dónde se mire, es parecida a la española en territorios europeos como Suiza (12%), Portugal (18%) o Italia (16%); aunque otros reflejan una incidencia mayor, como Francia, Reino Unido, Noruega o Suecia con un 22%, 24%, 20% y 21% respectivamente. En otros lugares esos números crecen aún más y se multiplican hasta por cuatro, como en Oceanía (49%) o África Subsahariana Central (44%), las dos regiones con las cifras de violencia más elevadas.

Mujeres a las afueras de Palacio Nacional en Ciudad de México el 8 de marzo de 2021.
Mujeres a las afueras de Palacio Nacional en Ciudad de México el 8 de marzo de 2021. Nayeli Cruz

En ese sinfín de números, otro porcentaje del que alertan las autoras, que la violencia en la pareja “comienza temprano”: el 24% de las mujeres de 15 a 19 años la han sufrido al menos una vez desde los 15 años, y esa prevalencia es más alta en el último año con cifras (2018) para ese grupo de edad, con un 16%, que para el total de la población femenina analizada (13%).

Números “alarmantes” entre las mujeres más jóvenes

“Es alarmante el alto número de mujeres jóvenes que experimentan violencia de pareja íntima, ya que la adolescencia y la edad adulta temprana son etapas importantes de la vida en las que se construyen las bases para relaciones saludables. La violencia que experimentan estas mujeres jóvenes tiene impactos duraderos en su salud y bienestar”, apunta en el estudio Lynnmarie Sardinha, de la OMS. Además, añade, “se puede prevenir y se necesita hacer más para desarrollar e invertir en intervenciones comunitarias y escolares efectivas que promuevan la igualdad de género y reduzcan el riesgo de las mujeres jóvenes de ser objeto de violencia por parte de su pareja”.

Aunque el informe se realizó antes de la pandemia, apunta en el documento García-Moreno, “las cifras son alarmantes y la investigación ha demostrado que la pandemia exacerbó los problemas que llevaron a la violencia de pareja, como el aislamiento, la depresión y la ansiedad, y el consumo de alcohol, además de reducir el acceso a los servicios de apoyo”. Y las autoras destacan “una necesidad urgente de fortalecer la respuesta de salud pública a la violencia de pareja en los esfuerzos de reconstrucción posteriores” a la crisis sanitaria.

Los datos, recopilados entre 2000 y 2018, fueron extraídos de 333 encuestas y estudios de 161 países y áreas con respuestas de alrededor de dos millones de mujeres. Sin embargo, y aún con esa amplia cobertura, las autoras de la investigación matizan que “debido a que las estimaciones de este estudio se basan en las experiencias de las que han informado las mujeres, y dada la naturaleza delicada y estigmatizada del tema, es probable que la verdadera prevalencia de la violencia a la que estas mujeres están sujetas por parte de su pareja íntima sea aún mayor”.

La Marcha Conmemorativa de la Mujer anual de Vancouver (Canadá), por las mujeres indígenas desaparecidas y asesinadas y las personas de género diverso, el 14 de febrero de 2022.
La Marcha Conmemorativa de la Mujer anual de Vancouver (Canadá), por las mujeres indígenas desaparecidas y asesinadas y las personas de género diverso, el 14 de febrero de 2022.AMY ROMER (REUTERS)

Las limitaciones del estudio

Por otro lado, las mismas investigadoras —de diversas organizaciones internacionales, entre ellas la OMS, el Fondo de Población de las Naciones Unidas, la Universidad McGill, en Montreal, o la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, del Departamento de Salud Sexual y Reproductivo de la OMS— apuntan algunas limitaciones, porque solo incluyeron aquellos datos que tuviesen la calidad suficiente para ser comparados, y “quedan algunos vacíos importantes en algunas regiones geográficas y subpoblaciones, por ejemplo, las personas que viven con discapacidades, las minorías indígenas/étnicas o las mujeres migrantes, las mujeres trans y las mujeres en parejas del mismo sexo para las cuales los datos actualmente son limitados”.

Además, la definición de relación de pareja “también varía según los contextos”, es decir, “que es posible que algunos estudios no hayan captado todos los tipos de relación, especialmente en los grupos de edad más jóvenes, aunque la metodología utilizada, en la medida de lo posible, se ajustó a esto para minimizar la subestimación”.


Source link