Una foto trucada de un soldado australiano degollando a un niño afgano enfrenta de nuevo a Pekín y Canberra

El jefe de las Fuerzas de Defensa australianas, Angus Campbell, este jueves en rueda de prensa en Camberra.
El jefe de las Fuerzas de Defensa australianas, Angus Campbell, este jueves en rueda de prensa en Camberra.Europa Press

Soldados de élite australianos asesinaron a 39 civiles y prisioneros afganos, todos ellos desarmados, durante la última guerra en Afganistán. Muchas de las muertes fueron ordenadas por militares de mayor rango como parte de rituales de iniciación de nuevos soldados, para darles “energía” para el combate, según reconoce el Ejército en un informe presentado este jueves por el jefe de las Fuerzas de Defensa australiano, Angus Campbell, tras una investigación de cuatro años.

“Hoy, se están exigiendo cuentas a las Fuerzas de Defensa de Australia con razón por las graves acusaciones de mala conducta de algunos miembros de nuestras fuerzas especiales durante operaciones en Afganistán”, declaró el jefe del Ejército en una rueda de prensa en Canberra. “Al pueblo de Afganistán, y en nombre de las Fuerzas de la Defensa Australiana, le pido perdón sinceramente y sin reservas por cualquier crimen cometido por soldados australianos”, sostuvo al presentar el documento, elaborado por el Ejército tras una serie de denuncias que inicialmente el Gobierno intentó acallar.

El informe final de la Inspectoría General de las Fuerzas de la Defensa Australiana, de 465 páginas y con varias secciones censuradas por razones legales, aborda los presuntos crímenes de guerra cometidos por sus soldados en Afganistán entre 2005, año en que Australia reforzó su presencia militar en ese país, y 2016, cuando se ordenó la investigación. Durante el proceso se han examinado más de 20.000 documentos y 25.000 imágenes, y entrevistado a 423 testigos que declararon bajo juramento.

Los investigadores también piden que la Policía Australiana investigue a 19 soldados (en servicio o retirados) de cuerpos de élite por su participación en 23 incidentes sobre los que existe “información creíble” de que violaron las leyes internacionales de guerra y las leyes humanitarias sobre el trato a los no combatientes.

El texto revela que los asesinatos ilegales, en su mayoría perpetrados en 2012 y 2013, no se produjeron “bajo presión en el fragor de la batalla”, y que incluso algunos de los comandantes de las patrullas australianas obligaron a los soldados más jóvenes a matar a prisioneros afganos en rituales de iniciación.

La investigación indica que tras las ejecuciones extrajudiciales se colocaron armas, municiones u otros equipos de combate junto a los cadáveres para presentarlos en fotografías como blancos legítimos y encubrir las atrocidades.

El documento apunta que los soldados de bajo rango sufrieron en algunos casos intimidaciones o descrédito para impedir que denunciasen los crímenes y veían a los comandantes de sus patrullas, generalmente sargentos o cabos, como una especie de semidioses.

En su rueda de prensa, Campbell aceptó todas las recomendaciones del informe, que incluyen derivar los casos de presuntos delitos a la oficina especial, creada la semana pasada por el Gobierno australiano para buscar el procesamiento de los responsables. El jefe del Ejército también anunció que pedirá al gobernador general de Australia que retire las condecoraciones a los presuntos criminales que las recibieron por sus servicios al país.

Ejecuciones extrajudiciales

Aunque el informe hecho público aborda los 57 incidentes que habían sido denunciados, no especifica las identidades de los perpetradores, las víctimas o los lugares en que ocurrieron estos asesinatos ilegales. Sin embargo, los hechos se conocen gracias a informantes y a la prensa, que los ha estado divulgando desde 2016, año en que la investigación de la socióloga militar Samantha Crompvoerts sirvió como uno de los detonantes para el proceso que ha culminado en el informe.

Crompvoerts denunció incidentes en los que soldados de élite interrogaban a hombres y jóvenes afganos, los ataban y torturaban. Después de que los militares abandonaban los pueblos de las víctimas, estas “eran halladas muertas, con disparos en la cabeza y algunas veces vendadas y degolladas”, según un documento publicado en el portal del Parlamento australiano.

Otro incidente descrito fue el de dos adolescentes de 14 años de los que el Ejército australiano sospechaba de ser simpatizantes de los talibanes, a los que se les cortó la garganta, tras lo cual sus cadáveres fueron arrojados en un río cercano.

La cadena australiana ABC también denunció presuntos crímenes de guerra perpetrados por los militares australianos en Afganistán, entre ellos ejecuciones extrajudiciales, lo que llevó a la Policía a registrar su redacción tras la filtración en 2017 de los conocidos como “Archivos afganos” sobre estos abusos. En mayo, ABC denunció que el llamado “Soldado C” presuntamente asesinó a tiros a un hombre con discapacidad mental y desarmado en 2012 en una aldea de Afganistán, después de divulgar imágenes, grabadas aquel mismo año, en las que este mismo militar aparecía abatiendo a tiros a otro civil desarmado.

“Nos embarcamos en esta investigación con la esperanza de informar de que los rumores sobre los crímenes de guerra carecían de fundamento. Ninguno de nosotros deseó los resultados obtenidos. Todos estamos desmoralizados”, escribió el autor del informe, el general mayor Paul Brereton.


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