Una historia enterrada escrita con polvo de oro

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La historia de Mansa Musa o Kanku Musa es poco conocida entre los historiadores occidentales. El que se considera el hombre más rico que jamás haya existido fue emperador de Malí cuando ese nombre se correspondía con un imperio prodigioso que se extendía por todo el Sahel, desde Nigeria a la costa senegalesa. Su leyenda, basada en la riqueza extraordinaria de su imperio, lo situó en el atlas catalán o mapamundi de los Cresques, un libro del siglo XIV que incluye todo el mundo ‘conocido’ por los europeos de la época y que hoy se conserva en la Biblioteca Nacional francesa. Heredó el trono porque su predecesor partió rumbo a América con una flota de barcas tradicionales que salieron desde la costa de Senegal y jamás regresó. Insufló vida, cultura y arte a localidades como Gao o Tombuctú, arrastrando a filósofos, académicos y científicos de todo el mundo hasta sus universidades y rincones, deslumbrados por la fastuosidad del imperio.

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Sun of the Soil: The Story of Mansa Musa (El sol de la Tierra: la historia de Mansa Musa, en español) es una de las pocas piezas documentales que parte de la figura de este soberano africano de ese mismo siglo, el XIV, enlazándola —en este caso— con la inmersión del artista maliense Abdou Ouologuem en su leyenda. Fruto de la colaboración de este, la guionista y productora Ladan Osman y el director y periodista Joe Penney, pudo verse online en Youtube gracias al Museo de Arte Africano Smithsonian. Osman y Penney mantuvieron un diálogo con la educadora del museo Pier Penic, dirigido a estudiantes de secundaria y bachillerato. La presentación formaba parte del programa de la exposición Caravans of Gold, Fragments in Time: Art, Culture, and Exchange Across Medieval Saharan Africa (Caravanas de oro, fragmentos en el tiempo: arte, cultura e intercambios en el África subsahariana medieval). El diálogo sigue abierto en línea, pero el documental continúa su periplo por festivales y encuentros y se eliminó de la grabación del acto.

Proyecto nacido en 2014, este documental de apenas 26 minutos surgió en el contexto de una exposición fotográfica que se gestó entre ese año y 2018. El proyecto fotográfico ilustraba la llegada de Musa al Bamako de nuestros días, usando los raíles que conectan la capital maliense con Dakar y sentado en un trono portado por cuatro jóvenes cubiertos de oro, tras cumplir con el deber de la peregrinación a La Meca. Esta fue, precisamente, la hazaña que conmocionó a la gente de su época, desde África al Mediterráneo, y que le ha ganado la inmortalidad. “Construyó docenas de mezquitas por el camino y gastó tanto oro en El Cairo que el precio del metal se desplomó durante los siguientes veinte años”, según señala Penney.

Construyó docenas de mezquitas por el camino y gastó tanto oro en El Cairo que el precio del metal se desplomó durante los siguientes veinte años

El documental no se queda en resucitar el pasado esplendor de su imperio: nos recuerda que una gran parte del patrimonio cultural y documental africano no está en el continente ni es accesible para los propios africanos. Lo hace a través de testimonios como el del historiador, poeta y filósofo Ismaël Diadié Haïdara, responsable de la conservación del Fondo Kati, el legado documental andalusí más importante fuera de España. Le acompañan académicos como Catherine Coquery-Vidrovich, Michael Gomez o Christina Sharpe y también Abdel Kader Haïdara, otro guardián de la historia manuscrita maliense.

Precisamente el hecho de que Mansa Musa privilegiara la cultura escrita frente a la oral, enemistándose con los griots (trovadores) de la época, que actuaban como historiadores y notarios de la realidad, se esgrime como una de las posibles causas de la ausencia del emperador de nuestro conocimiento. También el impacto de la trata y del colonialismo, que borraron, deformaron o secuestraron las historias de civilizaciones fastuosas. Finalmente, contribuyen al desconocimiento y la renuncia el neocolonialismo y la actual situación de Malí, para muchos un estado fallido, de rodillas e intervenido, además de pleno en recursos, pero empobrecido.

El documental nos recuerda que una gran parte del patrimonio cultural y documental africano no está en el continente ni es accesible para los propios africanos

Ladan es poeta y escritora. Es la primera vez que se deja embarcar en un proyecto fílmico, igual que su cómplice, con formación de periodista. Ambos sintieron curiosidad ante el silencio que rodea a Mansa Musa y quisieron investigar cómo funcionaba el poder, cómo era el mundo, cómo Malí contribuyó a la riqueza de Oriente Medio y Europa en el momento en el que el emperador maravilló a sus coetáneos. “Tuvo un papel central en la historia y queríamos señalarlo y llamar la atención sobre esto”, añade Penney, recordando —por ejemplo— que el oro florentino que financió guerras y obras de arte inmortales era en realidad maliense.

“Como alguien que cuenta historias, sé muy bien que hay algo bajo las omisiones y lo que apartas del discurso, la falta de honestidad en la narración”, apunta Osman. Ella defiende la búsqueda de relatos perdidos para construir un futuro para las comunidades negras e incluso la especulación y el pensamiento activo sobre las narraciones a las que nos permiten acceder. Con ella coincide Penney: “lo importante era ver dónde se borró la historia, donde se enterró, y lo que es necesario para devolverle la vida”.


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