Un abrazo sentido, unas palmadas en la espalda, un intercambio de sonrisas y una bienvenida cálida son el mejor camino hacia la conciliación. Cuando las palabras no alcanzan para entenderse, los gestos son el mejor lenguaje posible. La imagen de Jorge Vilda con Irene Paredes en el regreso de la defensa azulgrana a la selección, seis meses después de estallar el conflicto de ‘Las 15’ y con la inquietante incertidumbre de si se hallará una solución antes de la disputa del Mundial de este verano, ha sido la más alentadora muestra de que todo sigue abierto.
No va a ser fácil llegar a un entendimiento, ya que ambas partes siguen bastante firmes en sus posturas, pero a día de hoy las conversaciones se mantienen. Hay voluntad de entendimiento, que no es poco.
La capitana volvía a sonreír en el entrenamiento de esta tarde en Las Rozas. Ni los rencores ni los malos rollos que nos han querido vender desde algunos frentes se vieron en el reencuentro de la azulgrana con el cuerpo técnico ni con sus compañeras. Tampoco sucedió con Jenni Hermoso en la última convocatoria, pese a que también apoyó abiertamente a ‘las 15’. El presunto mal ambiente en la selección, el gran temor de parte de la afición, se ha esfumado de un plumazo.
Hay que cruzar los dedos y confiar en que la vuelta de Irene abrirá las puertas hacia la concordia. Por el bien de una selección que debe aspirar a todo en el próximo Mundial.