Una nueva técnica confirma la existencia de un bisnieto vivo del jefe sioux Toro Sentado

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Cuenta el científico danés Eske Willerslev que, cuando empezó a trabajar como profesor, colgó un póster de Toro Sentado en la pared de su despacho. “Cuando tenía que tomar decisiones difíciles, le miraba y pensaba: ¿qué haría Toro Sentado en este caso?”, recuerda el investigador. El jefe indígena pasó a la historia como el ganador en 1876 de la batalla de Little Big Horn, en la que hombres de diferentes tribus aniquilaron a las tropas del 7º Regimiento de Caballería de Estados Unidos, al mando del general Custer, cuyo cadáver acabó espantosamente mutilado en las grandes llanuras. Y Willerslev ha ayudado al jefe sioux a ganar una última batalla después de muerto: la identificación genética de un bisnieto vivo.

Toro Sentado fue asesinado por policías indios en 1890, cuando iba a ser detenido. Un cirujano militar, Horace Deeble, aprovechó entonces para robarle un mechón de pelo y sus pantalones, con el fin de quedárselos como recuerdo. Ambas piezas acabaron seis años más tarde en Washington en el Instituto Smithsoniano, que se las devolvió a los supuestos descendientes del líder indígena en una ceremonia solemne en 2007. Uno de ellos era Ernie LaPointe, un hombre nacido en la reserva india de Pine Ridge (Dakota del Sur) que se quedó huérfano a los 17 años, se alistó en el ejército a los 18, combatió en la guerra de Vietnam y regresó de allí con un trastorno de estrés postraumático que lo hundió en el alcoholismo durante casi dos décadas, según contó él mismo en un documental en 2013. La comparación de su ADN con el del mechón de pelo de Toro Sentado demuestra que, efectivamente, el jefe sioux era su bisabuelo.

El equipo de Willerslev ha tardado 14 años en realizar el análisis porque ha tenido que inventar una nueva técnica, capaz de identificar minúsculos fragmentos de ADN antiguo. El mechón de Toro Sentado estaba “extremadamente degradado”, tras un siglo almacenado a temperatura ambiente en el Museo del Instituto Smithsoniano, en Washington. Es la primera vez que se logra establecer un vínculo familiar entre una persona viva y una figura histórica tan lejana en el tiempo y con tan limitada información genética, según destaca Willerslev, de la Universidad de Copenhague.

El jefe sioux Toro Sentado, fotografiado hacia 1885.
El jefe sioux Toro Sentado, fotografiado hacia 1885.Instituto Smithsoniano

“Este método será útil en casos en los que haya cantidades escasas de ADN y se desee establecer relaciones biológicas, por ejemplo, en casos forenses, ante restos de un cadáver sin nombre o para la identificación de un sospechoso con poco ADN disponible”, señala Willerslev. Su estudio, publicado este miércoles en la revista especializada Science Advances, cita el interés en figuras históricas como el rey Ricardo III de Inglaterra, el forajido estadounidense Jesse James y los miembros de la dinastía rusa de los Romanov.

La bióloga Vanessa Villalba, experta en ADN antiguo, aplaude el nuevo trabajo, en el que no ha participado. “La complejidad viene cuando queremos estimar grados de parentesco en dos muestras antiguas con información genética parcial que no es 100% comparable, ya que cubre regiones del genoma diferentes”, explica Villalba, del Instituto de Biología Evolutiva, en Barcelona. “Otro de los problemas que se añade cuando trabajas con muestras antiguas es que no sabes si la relación de parentesco es longitudinal, es decir, si son bisabuelo-bisnieto o, en realidad, son primos, ya que ambos implican un tercer grado de parentesco. En este caso, ese problema no existiría”, celebra la investigadora.

El nuevo método abre una puerta para conectar pasado y presente. Y Ernie LaPointe quiere cruzarla cuanto antes. El cadáver de Toro Sentado fue enterrado en Fort Yates, en Dakota del Norte, pero su bisnieto está convencido de que sus parientes abrieron la tumba en 1953 y se llevaron sus huesos a una nueva sepultura, en Mobridge, en Dakota del Sur. En la actualidad, ambos lugares reciben visitantes. “Sé que los restos que se trasladaron a Mobridge son los de nuestro antepasado, pero hay escépticos”, explica el bisnieto de Toro Sentado a EL PAÍS. LaPointe confía en el que nuevo método de análisis genético sirva para averiguar dónde está enterrado realmente su bisabuelo.

Al veterano de la guerra de Vietnam le gustaría que el mundo recordase a su bisabuelo como una persona que “se preocupaba por la salud y el bienestar de su gente a través de la ceremonia sagrada de la Danza del Sol, y que dio la vida por ellos”. El genetista danés Eske Willerslev va más allá: “Toro Sentado es un símbolo de valentía, inteligencia y bondad: el líder ideal”.

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