Una ocupación dopada con subvenciones bajo la era de Netanyahu


La expansión de los asentamientos israelíes en Cisjordania, con un incremento de población sostenido del 42% desde 2010 hasta alcanzar los 440.000 habitantes, ha sido fuertemente incentivada con subvenciones estatales bajo los mandatos encadenados del primer ministro Benjamín Netanyahu. Solo en 2019, las colonias crecieron un 3,2%, casi el doble que la media nacional de Israel. Los subsidios se concentran en la adquisición de viviendas para estimular el traslado de colonos judíos al territorio palestino ocupado desde 1967, pero también en la relocalización de empresas en polígonos industriales y la colonización de tierras para la agricultura y la ganadería, a fin de asentar una población al alza.

El informe de investigación Esto es nuestro, y esto también: la política de asentamientos de Israel en Cisjordania, que han publicado este martes las ONG israelíes B’Tselem y Kerem Navot, concluye que en lo que va de siglo XXI, el Estado judío se ha mostrado “más determinado que nunca a perpetuar un régimen de apartheid en el área [palestina] bajo su control (…) gracias a inversiones masivas para afianzarse a largo plazo”. “A millones de palestinos”, consideran los autores del estudio impulsado por ambas organizaciones pacifistas, “se les niegan sus derechos, sin capacidad para poder influir en su propio futuro”.

Los nacionalistas religiosos, que se instalan por convicción ideológica en lo que denominan con términos bíblicos Judea y Samaria, y los empobrecidos ultraortodoxos, que buscan casas baratas y amplias para sus familias numerosas, son las comunidades israelíes que mayor preferencia han mostrado por mudarse a los asentamientos. Ambas forman parte esencial del caladero de votos que sostiene en las urnas al conservador Netanyahu, quien dentro de dos semanas se juega la reelección en las cuartas elecciones legislativas convocadas en el país en apenas dos años.

“A partir de 2009, coincidiendo con la llegada al poder de Netanyahu, el Gobierno comenzó a aplicar directamente la legislación israelí en las colonias”, precisa el investigador Eyal Hareveni, coautor del informe. “Además del coste de las infraestructuras y de la seguridad, el Estado subvenciona indirectamente las viviendas de los colonos, al avalar al 100% sus hipotecas. El resto de los ciudadanos, mientras, tienen que lidiar con los bancos”, puntualiza este experto.

Otros incentivos llegan en forma de exención del canon por ocupación de suelo industrial y de subvenciones por creación de empleo para los empresarios que se reasientan en territorio ocupado, así como por medio de concesiones de tierras agrícolas a largo plazo. A todo ello se añaden los beneficios fiscales que reciben los colonos por vivir en una “zona de prioridad nacional” y los complementos que se ofrecen a funcionarios, como docentes y sanitarios, para que den servicio a las familias israelíes en Cisjordania.

En asentamientos feudo de los ultrarreligiosos, como Modiin Illit y Beitar Illit, ha aumentado la población en un 62% a lo largo de la pasada década, hasta sumar los 140.000 habitantes. “Cruzan la frontera de la Línea Verde [que separa Israel y Cisjordania] por razones socioeconómicas y no ideológicas, y hoy representan ya el 40% de los colonos”, ha destacado en otro reciente informe el investigador sobre asuntos de la ocupación Yehuda Shaul.

El Gobierno de Netanyahu parece estar sacando partido del auge demográfico de los jaredíes —y de sus crecientes problemas de vivienda— para impulsar con brío la expansión de las colonias israelíes en Cisjordania. “Nos encontramos ante un proyecto de Estado muy bien organizado”, sostiene el director de B’Tselem, Hagai Elad. “Lo que empezó en 1967 como una ocupación militar temporal se ha convertido en un programa civil de apartheid permanente, del que el Ejército es el último garante, con consecuencias devastadoras para la vida cotidiana de los palestinos”, apostilla.

Dos bloques de colonias dividen el territorio ocupado

El informe Esto es nuestro, y esto también alerta, además, de que la ocupación dopada con ingentes fondos del Estado ha dejado dos profundos tajos territoriales en Cisjordania, que amenazan la viabilidad de un futuro Estado de Palestina. El impacto demográfico de los bloques de asentamientos que atraviesan transversalmente el territorio ocupado a la altura de las colonias de Ariel, norte de Jerusalén, y de Gush Etzion, al sur de Belén, supera ya los 120.000 habitantes. El Gobierno ultima planes para reasentar a decenas de miles más.

“La situación sobre el terreno es bien distinta de los mapas oficiales sobre el papel”, detalla el investigador Dron Etkes, otro de los coautores del estudio. “Imágenes tomadas por satélite confirman con claridad el nacimiento de los dos grandes bloques, que se prolongan desde la Línea Verde hasta el río Jordán o el mar Muerto”, agrega, “y ya se puede observar con detalle la expansión de las viviendas y los campos de cultivo sobre terrenos de poblaciones vecinas palestinas”.

Aunque no se ha producido la anexión de derecho que Netanyahu planeaba sobre un 30% de Cisjordania (asentamientos y valle del Jordán), se está llevando a cabo una anexión de hecho, remacha el informe. La construcción de viviendas y el desarrollo de infraestructuras, como carreteras vetadas a los palestinos, ha avanzado a una escala sin precedentes en la última década con el objetivo declarado de alcanzar el millón de colonos en Cisjordania.


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