Un grupo de ciudadanos estadounidenses, abogados y periodistas, que visitaron a Julian Assange durante los siete años durante los que permaneció refugiado en la Embajada de Ecuador en Londres, ha demandado en EE UU por presunto espionaje a Mike Pompeo, el exdirector de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y ex secretario de Estado durante el Gobierno de Donald Trump.
Los demandantes señalan al político republicano como principal responsable del espionaje al que fue sometido en el interior de la embajada el fundador de WikiLeaks y todos sus visitantes durante 2017 por parte de la empresa española UC Global SL, encargada de la seguridad en la legación diplomática. La denuncia se ha presentado ante la justicia de Nueva York e incluye entre los demandados a David Morales, exmilitar español y dueño de la empresa que supuestamente espió al activista australiano y a sus visitantes.
Una investigación de desveló en 2019 que la compañía UC Global, con sede en Jerez de la Frontera (Cádiz), espió para EE UU las conversaciones de Assange con sus abogados y colaboradores cuando preparaban su estrategia de defensa frente a la petición de extradición de ese país por revelar información secreta de las guerras de Irak y Afganistán. Semanas después, la Policía detuvo a su propietario y director, David Morales. El exmilitar está desde entonces en libertad provisional y la Audiencia Nacional le investiga por presuntos delitos contra la intimidad y contra el secreto de las comunicaciones abogado-cliente, apropiación indebida, cohecho y blanqueo de capitales.
La demanda contra Mike Pompeo la presentaron en agosto las abogadas Margaret Ratner Kunstler y Deborah Hrbek y los periodistas John Goetz y Charles Glass, ambos especialistas en temas de seguridad nacional. Todos ellos visitaron a Assange en la embajada ecuatoriana en Londres, al igual que centenares de personas y, según la demanda, fueron espiados por orden de la CIA durante el mandato de Pompeo.
Los demandantes destacan las declaraciones del exdirigente cercano a Trump en las que señaló al fundador de WikiLeaks como “objetivo” de la CIA y aseguran que la agencia estadounidense contrató a David Morales y a su agencia para espiar a Assange, a sus abogados, y conocer de antemano su estrategia de defensa ante la petición de extradición de EE UU.
“Morales y UC Global actuaron todo el tiempo como agentes de Pompeo… Fueron acciones autorizadas y aprobadas por él… Violaron los derechos de más de 100 ciudadanos norteamericanos que visitaron a Assange, incluyendo sus abogados, periodistas y médicos”, señala la demanda civil que incluye como pruebas varios de los artículos de la investigación de este diario.
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El espionaje a Assange comenzó en diciembre de 2017. Morales ordenó a sus trabajadores la instalación en la embajada de nuevas cámaras de vídeo con micrófonos, así como de aparatos de escucha en los extintores y en el cuarto de baño de señoras, donde se reunían los letrados ante la sospecha de ser espiados. El exinfante de Marina pidió a sus técnicos que colocaran en las cámaras un acceso externo de streaming para que desde Estados Unidos se pudiera acceder de forma instantánea a todas las grabaciones. Y solicitó tres canales de acceso “uno para Ecuador, otro para nosotros y otro para X”, según recogen los correos enviados a sus trabajadores. El sistema permitía que los agentes ecuatorianos ignoraran el acceso abierto al espionaje norteamericano.
Toda la información recabada de cada visita que recibía Assange se enviaba a un servidor FTP (file transfer protocol) en Jerez de la Frontera. Un Gran Hermano en el que de forma ordenada se archivaron centenares de perfiles, informes de cada visita, vídeos, audios, los teléfonos móviles de los visitantes y sus nacionalidades, profesiones: abogados, diplomáticos, médicos, periodistas, etcétera. Trabajadores de UC Global afirman que a ese servidor se tenía acceso desde la CIA, y que Morales no quiso revelar la identidad de “sus amigos americanos”.
El Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional, que investiga el caso, envió una comisión rogatoria a EE UU en la que solicitaba que le facilitaran las direcciones IP desde las que se había accedido al servidor desde ese país. Pero la Fiscalía Federal estadounidense pidió al exjuez José de la Mata que revelara las fuentes de sus pesquisas. “Las afirmaciones conclusivas no son suficientes, necesitamos hechos reales y las fuentes de los hechos”, decía su respuesta.
El equipo de UC Global instaló, también por orden de Morales, pegatinas que eliminan la vibración en las ventanas de las habitaciones que frecuentaba el ciberactivista australiano para facilitar la captación de conversaciones desde el exterior mediante micrófonos láser supuestamente empleados por la CIA.
Objetivo, rusos y norteamericanos
Correos y documentos publicados por este diario demuestran que el director de la compañía de seguridad exigió a sus hombres que catalogaran como objetivos de máxima prioridad “a los ciudadanos rusos y norteamericanos” que visitaran a Assange. El interés por los rusos se acrecentó al sospechar que el fundador de WikiLeaks mantenía relación con los servicios de inteligencia de Moscú, algo que él siempre ha negado.
El fiscal estadounidense Robert Mueller investigó los intentos de Rusia de interferir en las elecciones de 2016 mediante el hackeo a las cuentas del Partido Demócrata y de la candidata Hillary Clinton. WikiLeaks publicó miles de esos correos y Assange pasó a ser uno de los objetivos principales de la CIA y de su director, Mike Pompeo, según reveló The New York Times. La investigación de Muller dio por probada la interferencia de Moscú, aunque no encontró indicios para concluir que hubiera conspiración con el candidato Trump, su entorno o ningún ciudadano estadounidense.
El espionaje al ciberactivista australiano se intensificó cuando se sospechó que planeaba salir de la embajada en 2017 con estatus diplomático ecuatoriano y dirigirse a Rusia, algo que sus letrados y Assange niegan. Entre los espiados en la embajada está Glenn Greenwald, el hombre al que Edward Snowden le facilitó la exclusiva sobre el espionaje masivo de la agencia de inteligencia estadounidense NSA. Durante su visita, le fotografiaron los visados a Rusia de su pasaporte, además de su teléfono móvil.
Entre los clientes de Morales estaba el magnate del juego Sheldon Adelson, fallecido el año pasado, dueño de Las Vegas Sands, amigo del expresidente Trump y uno de los principales donantes del Partido Republicano. El propio exmilitar ofrecía seguridad al yate de Adelson cuando navegaba por aguas del Mediterráneo.
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