Desde que comenzó la guerra, el Batallón Azov no ha dejado distribuir imágenes en vídeo de sus operaciones en el campo de batalla contra los rusos. Este regimiento tiene su semilla en el grupo paramilitar creado por voluntarios de ideología nazi para luchar contra los separatistas prorrusos en Donbás en 2014. Más adelante fue integrado en las fuerzas de seguridad de Ucrania, bajo el paraguas de la Guardia Nacional. En su día fueron decisivos para que su país conservara la ciudad de Mariupol, una de las que más está sufriendo en esta guerra el asedio de las tropas de Putin.
Allí está el Batallón Azov, al igual que en ciudades como Bucha o Borodianka, en la periferia de Kiev, de donde el Ejército ruso se ha retirado recientemente. En los vídeos que difunden a través de sus redes, se puede ver a sus miembros disparando sus proyectiles contras las fuerzas rusas. Tienen incluso imágenes grabadas por drones.
La polémica siempre ha rodeado a este movimiento por la filiación política de sus miembros. “Cuando los rusos públicamente proclaman que quieren desnazificar Ucrania, principalmente se refieren a Azov”, afirmaba recientemente Maxim Yorin, uno de sus fundadores, en declaraciones concedidas a EL PAÍS.
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