Vilamalla, el municipio en el corazón del Empordà donde gana Vox

Estación de tren de Vilamalla en el Alt Empordà (Girona).
Estación de tren de Vilamalla en el Alt Empordà (Girona).©Toni Ferragut / EL PAÍS

La formación de Santiago Abascal se ha erigido como primera fuerza política el 14-F en dos municipios de Cataluña: en la Pobla de Mafumet (21,32%), en Tarragona, y en Vilamalla (22,3%), un municipio de mil habitantes en el corazón del Alt Empordà, en Girona, un feudo tradicional del independentismo. “Que haya ganado Vox ha sorprendido a todo el mundo, pero también entiendo que ha sido gente que votaba partidos españolistas y esta vez ha ido más allá”, asegura el alcalde de Vilamalla, Carlos Álvarez (JxCat). “Los partidos españolistas siempre han sacado muy buenos resultados”, añade. Y atribuye la victoria del partido de ultraderecha a una “deriva del PP, pasando por Ciudadanos y, ahora, Vox”.

Vilamalla, con 1.161 habitantes, está a 6 kilómetros de Figueres y a una treintena de la frontera con Francia. Es un punto estratégico. Su buena ubicación y comunicación, con la estación de tren y grandes infraestructuras como la AP-7 o la N-II, han hecho que, en las últimas décadas, en un pueblo eminentemente agrícola y ganadero, se hayan formado dos grandes polígonos industriales que han cambiado la actividad económica principal. Los polígonos el Pont del Príncep y el Polígono Industrial Empordà Internacional, con una estación de mercancías y la ITV, reúnen en total unas 200 empresas y generan casi 5.000 puestos de trabajo a nivel comarcal y provincial.

El domingo, apenas ejercieron su derecho la mitad de los vecinos llamados a las urnas en la localidad (456 de 878). En total, 102 optaron por Vox, lo que le dio como partido vencedor con un 22,3% de los votos. C’s, que en las anteriores elecciones logró 291 votos, se quedó con 36. Sus electores optaron por la extrema derecha o el PSC (pasó de 53 a 64). Los principales partidos independentistas (Jxcat, 87, ERC, 85, Cup, 15 y PDeCat, 10), no lograron superar los 200 votos. Los resultados han sorprendido a alguno de los vecinos que se sienten “molestos” por estar en el punto de mira. La dueña de la tienda de víveres, que a la vez es estanco y administración de lotería, se ha mostrado “sorprendida”. No sabe de donde salen los votantes de Vox. “Son de derechas y simplemente van haciendo el trasvase de una fuerza a otra”, opina un empresario independentista que tiene el negocio en el municipio.

Pedro es uno de los 422 que decidió no votar: “Van a hacer lo que les dé la gana, nos tratan como a un rebaño. Pues no voté”. Paco, jubilado, sí lo hizo. Niega ser votante de Vox, pero asegura que si la formación ha obtenido tantos votos es porque la gente está cansada. “Este país es un desastre. Ya estamos hartos de estos partidos, el PP, nada, y los socialistas, ya ves… Prometieron un montón de cosas y nada”, repite, y critica problemas como las ocupaciones ilegales de viviendas. Considera que Vox en la oposición “puede parar un poco a los otros”. “Quizá solucionarían la inmigración, por ejemplo. No estamos en contra la inmigración, estamos en contra de los que vienen ilegales”, alega, y repite el argumentario de Vox que dice que tienen más ayudas que los españoles.

Económicamente, el municipio goza de buena salud. Las cuentas municipales tienen superávit. Socialmente, la población se ha distribuido en dos zonas muy bien diferenciadas. Por una parte, está el casco urbano donde quedan unos 300 vecinos (una cuarta parte de la población) y, por la otra, la zona residencial del Pont del Príncep. Con un 95% de casas, ubicada al lado del polígono industrial que lleva el mismo nombre, se ha ido desarrollando desde los años 80 en unos terrenos que habían sido humedales. Gracias a ella, Vilamalla tiene una población joven que no ha dejado de crecer en los últimos años, sobre todo con personas procedentes de Figueres.

El perfil del habitante del Pont del Príncep corresponde a una persona llegada a Cataluña hace décadas procedente de otras zonas de España y que con el fruto de su trabajo pudo comprarse una parcela y hacerse una casa. Muchos de ellos tienen el castellano como lengua habitual y, a grandes rasgos, son más partidarios del voto unionista que los del núcleo antiguo, donde en media docena de puntos ondea la bandera estelada. En el municipio no consta que resida población extranjera.

El alcalde independentista de Vilamalla, Carlos Álvarez, atribuye la deriva hacia la extrema derecha a dos motivos: la “radicalización de la política catalana en los últimos años”, en un proceso en el que “también se ha radicalizado el voto españolista”, y “la baja participación”. “Solo estamos hablando de 100 votos de 1.200 habitantes, un 10%. La participación ha sido baja y se ha decantado por este partido. En democracia cada uno vota lo que quiere. Tendrán sus motivos. Debe respetarse a todo el mundo”, sostiene el edil, que lleva 26 años en el Ayuntamiento, de los que 14 ha sido alcalde con mayoría absoluta.

También considera importante “contextualizar” las cifras: en la provincia de Girona, Vox ha obtenido casi 17.000 votos, 1.439 en Figueres. El domingo, el alcalde, que hace tres décadas que trabaja en una eléctrica, dio su apoyo a título personal al PDeCAT. De quien gobierne Cataluña, y también de quien lo hace en el resto de España espera, “que ayuden a crear puestos de trabajo y que generen actividad económica” para afrontar la grave crisis causada por la pandemia.


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