Viñetas estilo ‘newyorker’: ingenio contra los tópicos



A Mick Stevens le compraron las ideas de sus dibujos antes que los dibujos. Pasó parte de los años setenta enviando sus propuestas a The New Yorker, pero no fue hasta 1979 cuando consiguió ver impresa su primera viñeta: La vida sin Mozart. Ahora, con más de 900 dibujos publicados en la prestigiosa revista, recopila en El mundo de Mick Stevens (Tébar Flores, 2019) 150 viñetas inéditas, algunas de ellas dibujos que The New Yorker no seleccionó.

Los temas de Stevens son recurrentes: la evolución humana, el arca de Noé, san Pedro a las puertas del cielo. “Trato de desmontar los clichés, por eso mis dibujos se basan en tópicos pero de alguna forma les doy la vuelta para llegar a una idea propia”, comenta en una entrevista telefónica. Los escenarios, minimalistas, también se repiten: barras de bar u oficinas, lugares abiertos al diálogo, puro estilo newyorker. “Apela a un estilo de vida concreto. A cómo es vivir en Nueva York o cómo se desarrolla un punto de vista intelectual. Todo desde una perspectiva liberal e intelectual”, señala Stevens.
El editor de viñetas de The New Yorker entre 1997 y 2017, Bob Mankoff, acota en el prólogo de la obra el momento en el que se juntan el estilo de Stevens y el de la revista: “Es como una comedia clásica comprimida en un solo cuadro”. Misma referencia a la que acude el editor del libro en español, Álvaro Tébar: “Son ideas condensadas que estimulan tu imaginación. No hay nada igual en los medios de comunicación españoles, antes estaban El Jueves, La Cúpula, El Víbora…”.

Viñeta de ‘El Mundo de Mick Stevens’. MICK STEVENS

Sus creaciones, pese a ser satíricas, no desprenden ningún tipo de crítica política. Desde la representación de la muerte como directora de Recursos Humanos de una empresa —titulada Esto es despidos, contrataciones es enfrente— hasta una guerra entre dioses en el cielo a base de rayos. “Mi estilo es totalmente inocente”, recalca el dibujante, característica que lo une a la filosofía del medio en el que publica: “The New Yorker inventó el formato en sí mismo. Se diferencia de otras revistas en su sofisticación. Son siempre dibujos más elegantes, los he visto todos unas 800.000 veces”.
Ideas de lo cotidiano
Stevens se empapa en la realidad, en las cosas más insospechadas. Todas las actividades que desarrolla en su día a día desembocan en la observación de su entorno, desde las sesiones de natación hasta las clases de yoga o las partidas de billar. Para dibujar con cierta regularidad —produce alrededor de 10 dibujos cada semana—, el ilustrador trabaja cada mañana alrededor de dos o tres horas, aunque no sigue una rutina concreta.

Un estilo sin nombre

Pese a huir de la crítica política y no mantener un discurso reivindicativo, Facebook censuró una de las viñetas de Stevens en 2012.El ilustrador, a raíz de la decisión de The New York Times de dejar de publicar caricaturas políticas, lamenta la censura a otros viñetistas y se distancia de otros tipos de viñetas: “Si tengo alguna idea que pueda ser incendiaria, la rechazo para un posible dibujo”. En este sentido, Stevens asegura: “Lo que yo hago, mi estilo, no creo que tenga nombre”.

Desde la primera vez que le pagaron por una viñeta en una revista del ejército, el exmarine reconoce una evolución natural. Los primeros le deben mucho a Jack Ziegler, a quien señala como su mayor influencia; mientras que ahora reconoce que tiene una forma propia de desarrollar sus ideas, cierta personalidad. “Con el tiempo, no quieres hacer lo que hacen los demás”, reflexiona.
El estadounidense, que además es músico, deja que su instrumento, el saxofón, se cuele en algunos de sus dibujos. “Hay muchas similitudes entre tocar un instrumento y dibujar. La música te obliga a tener la mente abierta,fomenta la mezcla de estilos y, al mismo tiempo, te permite expresarte”. En una de sus viñetas más características, una mujer le dice a un hombre: “Tal vez podríamos conocernos online alguna vez”. A primera vista, una burla a la importancia que tienen las redes sociales en nuestras relaciones. La realidad es otra. “La chica está aburrida. Le está rechazando”, aclara Stevens.
 


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