Y Mike colgó las Air Jordan para siempre…


A la tercera fue la vencida. Michael Jordan se vistió de corto por última vez hoy hace 17 años y se retiró de una vez por todas. Ampliamente considerado ya en ese momento el mejor jugador de todos los tiempos, la despedida del 23 fue modesta sobre la cancha pero solemne fuera de ella. De las innumerables retiradas de los grandes del deporte, la suya fue única, ya que ni era la primera ni fue la segunda, sino la tercera de su trayectoria. Con 40 años, Mike colgó sus Air Jordan e incluso bromeó en rueda de prensa con los periodistas: “Tranquilos, esta vez sí que es la definitiva”.



“Le he dado todo lo que he podido, físicamente, al baloncesto”, comentó Jordan, bastante compuesto a pesar del momento, después de un partido que no fue precisamente el mejor ejemplo para definir su dimensión en el mundo del baloncesto. Los Washington Wizards perdieron por un contundente 107-87 ante los Philadelphia 76ers de Allen Iverson, y Jordan evidentemente se fue mosqueado con la derrota: “Los aficionados querían verme meter un par de canastas más. Fue un gesto muy respetuoso. Me lo pasé bien. Obviamente, hubiera preferido ganar el encuentro, pero me lo pasé genial”. Jordan se marchó obsesionado con la victoria, con la misma mentalidad que le llevó a conquistar la historia del baloncesto con los Chicago Bulls y el Dream Team de Barcelona 92, convertido en el primer atleta verdaderamente global del mundo del deporte profesional.

Promedios demoledores

Con Jordan en el banquillo y el partido sentenciado, la afición de los Sixers empezó a corear el nombre del astro para que volviera a pisar la cancha. Mike accedió a la petición y, con dos tiros libres anotados, cerró una carrera de leyenda. De hecho, esos tiros libres confirmaron su promedio superior a los 20 puntos por partido en su última temporada en la liga, un hito nada desdeñable para el máximo anotador (30,12 puntos) por encuentro de la historia. La hoja estadística de MJ en su cita definitiva fue de 15 puntos, 4 rebotes y 4 asistencias, la última de ellas entregada nada más ni nada menos que al misterioso Kwame Brown, uno de los fracasos más estrepitosos e inexplicables de la historia del Draft NBA.

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Con su retirada definitiva, la lucha por el olimpo de la actualidad pasó a jóvenes estrellas del momento como Kobe Bryant y Tim Duncan, que el propio Jordan citó en su discurso de despedida. Los dos años de MJ en Washington fueron difíciles de comprender para muchos, una sombra de los destellos del huracán que voló más alto que nadie con los Bulls. En el plano individual, Jordan siguió maravillando con más de 20 puntos por partido de promedio, pero los Wizards encadenaron dos temporadas quedándose a las puertas de los playoffs. De hecho, clavaron su récord de 37 victorias y 45 derrotas en ambas campañas. Lo resultados, en definitiva, fueron impropios de un tipo con el currículum de Mike: seis anillos, cinco premios MVP, 10 títulos de máximo anotador y 14 presencias en el All-Star en 15 temporadas de profesional.

Retorno altruista

El tercer y último acto del Jordan jugador no fue, sin duda, un acto lucrativo. El jugador decidió volver de su segunda retirada en 2001 después de observar con frustración durante tres temporadas como el equipo en que invirtió dinero daba vueltas sin rumbo por la NBA del cambio de milenio. El 23 donó sus ganancias como Wizard a las víctimas de los atentados a las torres gemelas. Además, en su comunicado de vuelta a las canchas aseguró que “no hay mejor manera de enseñar a los jóvenes que estar en la pista junto a ellos, no solo en los entrenamientos sino también en los partidos oficiales”.

Los dos años fueron extraños para los aficionados de los Chicago Bulls, acostumbrados a verle de rojo y negro, la imagen más icónica de la liga incluso a día de hoy. A pesar de vestir de azul y dorado, el 23 mantuvo toda su carga legendaria en esos años post 11-S en que la NBA se enfrentó a retos mucho mayores que el baloncesto, igual que lo hace hoy combatiendo como puede las consecuencias de la pandemia del coronavirus. “Doy la bienvenida, de nuevo, al Michael jugador, aunque me sabe mal perder el Michael ejecutivo… En estos tiempos de dificultad siempre podemos usar este tipo de alegrías”, declaró David Stern tras el anuncio del retorno de Jordan.

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En definitiva, el 23 volvió para reanimar una vez más a la liga. No consiguió su objetivo de disputar los playoffs, pero sí que hizo las delicias de la afición con sus últimas visitas a cada estadio. “El baloncesto ha sido mi vida. Me ha enseñado de todo sobre la vida en términos de respeto, trabajo, determinación, logros, objetivos. Lo he usado tanto como él me ha usado a mí”, se despedía el jugador. En Filadelfia, en su último partido, pusieron en megafonía al speaker del Chicago Stadium, escenario de las grandes gestas del coloso de los seis anillos. Fue un bonito detalle en una época poco acostumbrada a la fanfarria de hoy en día: “From North Carolina, at guard, 6,6, Michaaaeel Jooorrrdan”.

Hemos tenido una gran relación. Ha sido como mi mejor amigo, pero a veces tienes que crecer y alejarte de él. Siempre estará allí, en mi cabeza, y nada va a borrar todo lo que he conseguido solamente por tener al baloncesto como mi amigo”.


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