Zhong Shanshan: el magnate chino del agua embotellada

Zhong Shanshan, presidente de Nongfu, en una imagen de 2015.
Zhong Shanshan, presidente de Nongfu, en una imagen de 2015.Jiang Xin/Getty Images /

En China, nueva tierra de oportunidades, incluso el agua hace millonarios. Si alguien puede atestiguarlo es Zhong Shanshan, cuya empresa Nongfu, dedicada a embotellar y comercializar el líquido elemento, salió a Bolsa el pasado mes de septiembre en Hong Kong provocando una lluvia de billetes. Gracias a ello, quien fuera obrero, periodista o recolector de champiñones ha sido catapultado al podio de las personas más ricas del gigante asiático.

No hay tienda en China, desde los más modernos centros comerciales hasta los puestos de barrio, que no tenga en sus estantes los famosos botellines de tapón rojo. En su etiqueta, también roja y en la que una montaña verde flota sobre un lago, se lee Nongfu Shanquan, “el manantial del granjero”. Estos botellines, a dos yuanes la unidad (0,25 euros) contienen en su interior el agua más vendida y bebida del país —la del grifo no es potable—, con una cuota de mercado del 20%.

Semejante dominio estimuló la sed de los inversores, quienes saltaron sobre los títulos de la empresa en cuanto esta comenzó su andadura en el parqué de Hong Kong. En su primera jornada, su cotización se disparó por encima del 54%. Quizá porque todo el mundo bebe agua, Nongfu también marcó otro hito en su estreno respecto al volumen de contratación de sus títulos: más de 700.000 individuos pujaron por los 388 millones de acciones que salieron a la venta .

La capitalización de mercado de Nongfu se estima ahora en 47.000 millones de dólares (40.000 millones de euros). Los analistas atribuyen su éxito a su solvencia, basada en un modelo de negocio firme con ingresos estables y predecibles. En 2019 registró ingresos por valor de 24.000 millones de yuanes (3.000 millones de euros) y 5.000 millones (629 millones de euros) de beneficio neto. Hasta dos tercios de las ganancias de la compañía proceden del agua embotellada, un sector que crecerá en China a una media anual del 10% a lo largo del próximo lustro, según predicciones de la consultora Frost & Sullivan.

Impacto de la covid-19

La empresa ha sufrido los perniciosos efectos de la pandemia. Dado que muchos comercios tuvieron que cerrar las puertas a causa de las estrictas medidas de distanciamiento social, las ventas agregadas en los primeros cinco meses del año han caído un 18% con respecto al anterior. Un bajón que, sin embargo, no ha frenado a la marea de inversores.

La explosión de Nongfu ha elevado el valor del 84% bajo control de Zhong a 40.300 millones de dólares (34.500 millones de euros), de acuerdo a estimaciones de Bloomberg. Gracias a ello, durante un rato de esa prodigiosa mañana se convirtió en la persona más rica de China, adelantando a los fundadores de los dos grandes gigantes tecnológicos, Tencent y Alibaba, Pony Ma y Jack Ma, respetivamente; antes de retroceder hasta el tercer puesto. El total de su patrimonio se calcula ahora en unos 50.000 millones de dólares (43.000 millones de euros), mientras que antes rondaba los 18.000 (15.500). La operación, por tanto, se ha quedado cerca de triplicar su riqueza. No está mal para alguien que comenzó su carrera profesional en lo más bajo.

Zhong nació en Hangzhou en 1954. A la edad de 12 años se vio obligado a abandonar los estudios después de que sus padres fueran víctimas de la barbarie de la Revolución Cultural. Empezó a trabajar como peón de obra, hasta que una beca le permitió completar un graduado universitario en Filología China en la Universidad de Zhejiang. A continuación pasó a ser reportero para el periódico oficial de la provincia, el Diario de Zhejiang, el cual abandonó en 1988 para aventurarse en el mundo de los negocios. Se desempeñó como recolector de champiñones y agente de ventas para una empresa de bebidas hasta que lanzó la suya propia, vendiendo pastillas contra la disfunción eréctil. Con este producto, elaborado a partir del caparazón de tortugas, labró su primera fortuna, pero en cuanto los reguladores pusieron la lupa sobre su efectividad cambió de campo.

En 1996 saltó a algo más ordinario, quizá lo más ordinario: el agua. Nongfu vendió su primera botella al año siguiente. No parecía una decisión demasiado certera: el mercado del agua embotellada estaba saturado y repleto de competidores ya establecidos. Por ello, Zhong optó por hacer hincapié en que la suya era natural —procedente de la laguna de Qiandao, en la propia Zhejiang— mientras que el resto eran purificadas de manera química. La estrategia funcionó, llevando el líquido de Nongfu a la boca de millones de ciudadanos chinos y después al mercado bursátil. “Es más sana y barata, por lo que es la preferida de la mayoría de la gente”, comenta Li Huiying, ama de casa residente en Pekín.

Pero el agua no es el único negocio con el que Zhong acertó, ni la única salida a Bolsa con la que ha multiplicado su patrimonio. Un segundo triunfo son sus participaciones en Beijing Wantai Biological Pharmacy, una empresa que produce test para la detección de la covid-19, cuyas acciones se han disparado más de un 2000% desde que comenzara a cotizar en Shanghái a principios del pasado mes de abril. Ambos éxitos han aupado a Zhong al puesto 22º en la lista de personas más ricas del mundo, según Bloomberg. En esta nueva tierra de oportunidades, ni siquiera los sueños de los recolectores de champiñones tienen techo.


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