Pocas cosas refuerzan más la figura de un entrenador que una victoria en un duelo importante. Y si hablamos de Zidane, del Real Madrid y del Clásico, lo cierto es que hay que señalar al francés como uno de los grandes vencedores del choque del pasado sábado.
Zizou llegaba al Camp Nou con las sombras de un posible despido si la situación agonizante de los últimos días se alargaba y lo cierto es que de golpe y porrazo, le dio la vuelta a la película y recobró todo el crédito. Eso sí, la rueda de este fútbol que vive entre el Covid no para y el martes tiene otro examen, y el sábado otro, y el próximo miércoles otro. En fin, juicio cada cinco días. Va en el sueldo de entrenador.
Acertado con la pizarra
El contexto no le dejaba mucho margen de actuación a Zidane y, por una vez, su once parecía bastante claro horas antes del partido. Sin embargo, por aquello de no mal acostumbrar al personal, el galo decidió colocar un 4-3-3 con Asensio junto a Vinicius y Benzema y dejó a Modric en el banquillo. No le salió mal.
Y cuando tuvo que intervenir, intervino. Primero por la lesión de Nacho en el lateral derecho dando entrada a uno de sus escuderos más longevos: Lucas Vázquez, y luego con Rodrygo y el mencionado Modric. Se dejó dos cambios, hizo tres. Como antaño.
Así pues, de nuevo Zidane volvió a salir ileso de una semana complicada. De nuevo tiene la confianza de su afición y, aunque él no lo diga públicamente, manda callar a las bocas más grandes que pedían su salida. Al menos por esta semana.
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