Una aparición deslumbrante, un recuerdo resucitado, un exótico fenómeno, según para quién, anticipado. Más bien, un divo reencarnado para ser la potencial definición de perfección. La NBA asiste tan estupefacta como maravillada a la irrupción en Orlando Magic de Bol Bol (Jartum, Sudán, 16/11/1999), la reencarnación literal de Manute Bol, elevado en la historia por haber sido el mayor gigante que jamás ha jugado en la liga -2,31-, pero también por otras tamañas virtudes fuera y dentro del parqué.
El hijo, esbelto como él, no alcanza tales alturas -2,18-, pero ha salido al padre y mejor, un gigante maleable en el que conviven múltiples posiciones, la de base, la de pívot y de la posición que sea. Tapones pero también penetraciones, mates pero también triples, intimidación pero también inteligencia. Todo ello, contenido en sus imponentes 2,18. “Nos parecemos, pero nuestro juego es muy diferente, aunque me gusta que me comparen con él. No siento presión, es una cosa que, honestamente, me hace sonreír”, reconoce en conversación con MD el chico que ha agitado la NBA hasta el punto que ha cautivado hasta a sus más distinguidas figuras.
“Tenemos que prepararnos para ello. Es la siguiente transformación que viene a nuestra liga”, advirtió Kyrie Irving hace dos semanas tras medirse al pívot de 23 años recién cumplidos y su impactante amalgama de virtudes. “Es único. Es muy difícil competir contra él, puede hacer de todo en la pista”, subrayó, patidifuso por lo que está viendo Kevin Durant.
No estaba de más recordar, como así hizo ‘Durántula’, que han sido las lesiones las que no le han permitido manifestarse hasta ahora, con problemas en sus pies -incluida una fractura por estrés en el izquierdo antes de llegar a la NBA-, los que no le dejaron a Bol jugar más que 53 partidos en sus tres primeras campañas en la liga con los Denver Nuggets tras ser drafteado por Miami Heat en 2019 en un número tan bajo por el 44 por sus problemas físicos, los mismos que echaron para atrás su llegada a Detroit en 2022 al no superar la revisión médica.
Pero Bol, traspasado a los Celtics en enero y ya a los Magic en febrero, ya se ha liberado, de 2,4 puntos el año pasado a presentar unas estadísticas que le convierten en potencial Jugador Más Mejorado, que insinúan lo que puede llegar a ser y de hecho ya es, 12,7 puntos, 7,4 rebotes y casi 2 tapones en 27 minutos adornados con un 60% en tiros de campo y más de un 42% en triples. “Y tiene un IQ baloncestístico muy alto, es un gran ‘playmaker’”, subraya también su entrenador en Orlando, Jamahl Mosley.
“Bol Bol es único, puede hace de todo en la pista”
“No es que no supiera jugar, es que no había tenido la oportunidad. Muchos altos y bajos, muchas entradas y salidas de la rotación con las lesiones, sin consistencia en Denver. Ahora que puedo entrenar cada día estoy descubriendo que es muy fácil para mí, estoy intentando mejorar cada día. Y no tengo miedo de volver a lesionarme, cuido mis pies, no es una preocupación”, asegura Bol Bol.
El heredero ‘mejorado’ de Manute Bol es algo como un jugador concebido a la carta, algo como la perfecta creación divina para los más místicos, un exitoso experimento que ha resultado de una cuidadosa selección genética para los amantes de la ciencia, ese caprichoso jugador de videojuego con todas las características potenciadas hecho carne y hueso. Tan completo y tan complejo de entender que hasta ni él mismo se sabe manejar en el NBA 2K. “No sé cómo jugar conmigo mismo, no lo averiguo, así que yo uso Paul George”, dijo en una entrevista con Hoopshype en 2019 antes de debutar en la NBA.
Tres años después, sigue igual, disfrutando más con los Clippers y la pareja Kawhi Leonard – Paul George en el juego a pesar de que el videojuego refleja su mejora. “Ahora tengo un 80, soy algo mejor en el juego”, admite entre risas el cortés pero espontáneo Bol, previo ofrecimiento de la mano para saludar antes de empezar la conversación con MD y de empezar hablando sobre sus tatuajes. “Tengo uno de Bob Esponja, de los dibujos animados que me gustan, es mi favorito. También me gustan mucho Tom & Jerry y no soy muy de animes”, aclara Bol Bol. Entre sus fantasías en la pista y lo divertido que es, más bien, ya que lo menciona, su definición más precisa es la de jugador de “dibujos animados”.
Su padre, el mismo por el que se moría de amor y admiración como reconoció en un vídeo enternecedor de cuando era niño, le estimuló bien pronto los genes aparte de transferirle los suyos, educado desde el principio para ser un jugador total desde el puro amor por el baloncesto. Manute Bol, el único jugador de la historia de la NBA que registró más tapones que puntos -2086 frente a 1.599-, ya vería quizá que el niño, tan larguirucho, cogería la costumbre de meter ‘gorros’, así que le inculcó el tiro como las tablas de multiplicar.
“Mi padre ha tenido más influencia en mí como persona que como jugador, pero me enseñó a tirar, es lo que aprendí antes. En la NBA de hoy tienes que saber tirar, no importa el tipo de jugador que seas ni tu tamaño”, recuerda Bol Bol sobre las enseñanzas de su padre, fallecido en 2010 con tan sólo 47 años por problemas hepáticos. Manute, jugador de Washington Bullets, Warriors, Sixers y Heat entre 1985 y 1995, se adelantó a lo que venía tanto en la educación baloncestística de su hijo como en sus actos en la pista, un no muy frecuente ni acertado pero valiente e impactante y extravagante intento de pívot triplista, apenas 205 tiros intentados y 43 acertados en sus 10 temporadas en la NBA pero con esa violenta tormenta desde el perímetro ese 3 de marzo de 1993 como sempiterno recuerdo.
Fue cuando ese tan ‘torpe’ gigante que, más que triples arrojaba piedras son su escasa ortodoxa mecánica de tiro, desquició a Charles Barkley y sus Suns en un arrebato de orgullo y de confianza 6 triples de 12 intentos -todos ellos en la segunda parte-, sin ser defendido en ninguno de ellos, pues quién podría creer que podía perpetrar tal barbaridad cuando sólo había metido en las tres temporadas anteriores 10 triples, tantos como hermanos tiene Bol Bol. Una puntería como la que tuvo con el león que dijo matar con una lanza cuando su infancia en su tribu.
“Tengo 10 hermanos y mi padre escogía cada año 3 o 4 para ir al All-Star”
“Tengo 10 hermanos. Cada año, mi padre escogía a tres o cuatro para ir al All-Star. Pude conocer a jugadores como Michael Jordan o Magic Johnson, además de viajar y estar en el banquillo. Eso fue cuando sólo tenía 6 o 7 años y ya me hizo tener una química especial con el baloncesto y estar conectado a él”, confiesa Bol, con unos gustos que ya la encaminaban a ser el tipo de jugador que es, total.
“Con 10 ó 11 años mi padre me regaló unas bambas de LeBron que todavía guardo. Es mi jugador favorito, he visto varios documentales suyos”, reconoce Bol Bol, una continuación de su padre en la pista pero también en la vida, venerado también Manute por todo lo que dio por su Sudán del Sur natal en el contexto de la guerra, arruinándose -dio casi todos los 6 millones que ganó en la NBA-, para intentar sacar al país de la ruina.
“Ahora mismo no tengo tiempo, pero cuando lo tenga, probablemente en verano, quiero ayudar al país en las pistas de baloncesto”, asegura Bol Bol, cuyo relato vital ha sido también una continuación de la vida de su padre, que rechazó la oferta de ministro de Deportes del gobierno sudanés al ser obligado a convertirse del cristianismo al islam. Acusado de dar apoyo a los rebeldes de Sudán del Sur, Bol tuvo que abandonar el país y fue admitido como refugiado religioso en Estados Unidos en 2002, trayéndose a América a un Bol Bol con sólo 2 años.
“Era muy pequeño cuando me fui del país, no me afectó directamente, me dio la oportunidad de empezar a jugar a basket y una educación. Definitivamente, estaré siempre agradecido por ello”, señala el pívot de los Magic.
“La gente habla mucho de Wembanyama pero se olvida de Bol Bol”
Presentado definitivamente ‘en sociedad’ en la NBA, intriga cada vez más la duda de cuál puede ser la dimensión real Bol Bol, conociéndose, descubriendo cuáles son sus límites a base de actuaciones de impacto. “Yo creo que puedo mejorar en todo, todavía no he alcanzado todo mi potencial”, espeta breve pero claro el pívot, cuyo afán de superación tiene a su entrenador, Jamahl Mosley, sorprendido.
“Lo que destaco de él es su crecimiento, quiere mejorar y mejorar, los entrenadores están haciendo un gran trabajo con él también fuera de la pista, haciéndole con el vídeo cómo puede progresar más”, resaltó el técnico de Orlando a MD. Pero Bol Bol, ya es, de hecho, un jugador absolutamente élite en la NBA en varios aspectos del juego, mejor que Giannis Antetokounmpo y Luka Doncic en transición con 1,20 puntos por posesión por los 1,19 del griego y los 1,15 del esloveno mejor que Nikola Jokic y Draymond Green como continuador en el ‘pick and roll’ con 1,36 tantos por posesión por los 1,35 del serbio y los 1,29 del estadounidense.
Su pareja favorita de baile, el mejor número 1 del draft desde LeBron, Paolo Banchero, hizo hace unos días un recordatorio que no viene mal: “Todo el mundo está hablando de Victor Wembanyama y no los quiero comparar, pero creo que la gente se olvida de Bol, cuando es un monstruo de la naturaleza. Es ultratalentoso, puede poner tapones, tirar triples y hacer de todo. Es como un base de 2,18. Es una locura”, avisa Banchero.
De parecidos razonables, muchos ven en Bol un anticipo del unicornio galo, algo que no gusta en absoluto al pívot sudanés. “¿Víctor Wembanyama? Veía venir esta pregunta. No sé que contestar… él juega a baloncesto, yo juego a baloncesto… es lo que te podría decir”, comenta, sin más, el ‘center’ de los Magic. Y es que Bol Bol quiere ser él y nadie más que él. Si acaso, parecerse a su padre, aunque apunta a mejorar la herencia. Ya lo dicen: las segundas generaciones son las que hacen crecer el negocio.