El Athletic finaliza rozando el larguero


¡Menos mal que Sevilla y Athletic tenían pactado el ‘biscotto’, que si no regresan los leones a Bilbao con media docena en el saco y una sensación de frustración e impotencia mayor si cabe. Lo de ayer en el Pizjuán fue un desastre en toda regla. Futbolístico, escénico, estratégico, anímico. Los leones de Gaizka
Garitano se ahogaron en la orilla después de nadar y nadar para regresar a Europa. Un final lamentable, en toda la extensión de la palabra. Los rostros de los leones en la zona mixta relataban bien a las claras el sentimiento común reinante en el propio vestuario rojiblanco. El Athletic no había sabido estar a la altura de las circunstancias en un choque en el que le iba la vida a nivel continental. Daba la sensación visto lo visto de arranque, que ambos contendientes habían firmado una especie de pacto de no agresión. Nada más lejos de la realidad.

Daba la sensación visto lo visto de arranque, que ambos contendientes habían firmado una especie de pacto de no agresión

Al Sevilla, con Caparrós al frente, le bastó con unos simples fuegos de artificio para empezar a quemar las ilusiones continentales de los bilbaínos. Cuesta creer el gol encajado por Iago
Herrerín en la última acción del primer tiempo. Dani
García, sin querer lógicamente, hizo lo que habían sido incapaces de hacer sus rivales a lo largo de 45 tediosos minutos de algo parecido al fútbol. Ni la presión del Pizjuán a los suyos ni a los rivales fue idéntica a la de visitas precedentes. A buena parte de la hinchada hispalense hasta se le pasó el obligado rito de corear el nombre de Puertas llegado el minuto 16. Nadie parecía estar a lo que se celebraba. Ni los de dentro, ni mucho menos los de fuera.

Al Athletic siempre le quedará la excusa de que de haber entrado el balón que Iñigo
Martínez envió al larguero en el minuto 92 y que, de paso, sirvió como preámbulo al definitivo 2-0, ahora estaríamos hablando de la séptima posición, de las previas de la Europa
League y de historias similares. Ya se encargaron Elizegi, Garitano y algunos leones de recordar más tarde el mérito de este grupo por haber salido del pozo y haber apurado las opciones UEFA hasta prácticamente el mismo pitido final.

La
historia
se
repite

Cuesta entender a qué quiso jugar ayer el Athletic. ¿A empatar? ¿A no perder? ¿A dejar la portería a cero? ¿A atenazar el Sevilla? Las teorías al respecto pueden ser muchas e igual de válidas casi todas, pero lo que resultó indudable es que el equipo bilbaíno no se tomó este envite como si de una final se tratara. No pareció nunca ser consciente que de ganar en el Pizjuán, el que iba a tener que jugar las previas era el cuadro local. Caparrós, clasificación amigo, siempre supo a lo que jugaba. El técnico utrerano, aparentemente fuerte como un roble pese a la enfermedad que padece, mostró su asombro por la propuesta del Athletic. Luci, su segundo en Bilbao, también. Con todo el respeto del mundo, eso sí, pero mirando el asunto desde la otra perspectiva: la del rival. La exigencia en el Sevilla, quedó ayer demostrado, es mayor.

La tremenda reacción del Athletic de Garitano tras la destitución fulminante de Berizzo merecía otro desenlace

La tremenda reacción del Athletic de Garitano tras la destitución fulminante de Berizzo merecía otro desenlace. Llegados hasta aquí y visto lo visto en jornadas precedentes, a los leones les faltó brazada para llegar a la orilla europea vivos. Lo de ayer vino a ser un calco más o menos similar a lo vivido semanas antes en Pucela. Allí, con el empate ante un Valladolid que se jugaba la vida, pudo cambiar el rumbo e incluso el triste desenlace liguero de los leones. Como bien dijo el técnico deriotarra en la sala de prensa del Pizjuán, cuando veamos la película con otra perspectiva quizás a las conclusiones a las que lleguemos sean distintas a las que ayer flotaban sobre el ambiente rojiblanco en el estadio hispalense. Triste perder, triste quedarse sin Europa, triste no haber ido a por todas desde el saque de centro y triste, muy triste, despedir a Susaeta, Iturraspe y Mikel
Rico como actores secundarios. El fútbol, dicen, es así.


Source link