“Cuidado con lo que pedimos, porque se puede hacer realidad”, reza el dicho. En el caso de la Real, la buena noticia es que nos estamos acostumbrando a pedir y que se nos concedan los deseos. Desde el ascenso todo son buenas noticias. La institución se ha consolidado a todos los niveles, y hoy exhibe músculo financiero y deportivo. De ahí que sea legítimo exigir al equipo, en la medida en que las expectativas se van cumpliendo. Así, resultaba reconfortante contemplar debates reabiertos en la campaña electoral del Athletic, derivados de la reiterada ausencia europea del equipo bilbaíno y las repercusiones negativas que implicaba para el club. Y digo reconfortante, no por encontrar satisfacción en el mal ajeno -resulta miserable fundar tu felicidad en la desgracia del otro-, sino por el bienestar que produce el hecho de recoger los frutos de un trabajo bien realizado, que te permite ponerte a buen recaudo de las fuertes sacudidas coyunturales de los últimos tiempos.
Pero ello conlleva una importante responsabilidad, puesto que una vez que has dado varios pasos al frente y has consolidado tu posición, ya no hay marcha atrás. Es por ello que Imanol sabe que a su equipo se le va a pedir que cada año se aliste entre los aspirantes a los grandes logros. Está en la obligación de opositar un año sí y al otro también.
Es por eso que Roberto Olabe y su equipo se afanan por confeccionar un plantel que dote de las herramientas necesarias a su entrenador, al que se le va a exigir en consecuencia. Esta Real ya no es la de quince años atrás, con licencia para equivocarse; ahora lo puede hacer, pero las consecuencias son más graves. Es lo que tiene ser un club un poco más grande que ayer, y un poco más pequeño que mañana.
Solo los mejores de casa
En las últimas fechas, precisamente en el momento en que deben tomarse las decisiones que determinen el perfil de la nueva plantilla para la próxima campaña, se han dejado oír voces que apuntan al elevado número de futbolistas no formados en la factoría propia que participan de la condición de miembros de dicho grupo.
Esto, según ellos, va en detrimento del trabajo con los activos propios, que ven de esta manera, demasiados obstáculos para acceder al primer equipo. Esto colisiona frontalmente con el elevado estándar de calidad exhibido por los futbolistas de Zubieta en sus últimas remesas.
Es obvio que no todos llegan, y probablemente deba ser así si lo que se pretende es alcanzar cotas lo más próximas que sean posibles a la excelencia. La selección es necesaria, y sólo aquellos que superan los filtros, alcanzan a franquear el arco de los elegidos. Y si se detectan carencias en la manufactura propia, habrá que adquirir lo necesario más allá de nuestras fronteras.
De esta forma, la Real dispondrá de los mejores canteranos que sea capaz de formar en todo momento, sin dejar de ser competitiva al más alto nivel. Esta es nuestra Real, y nos gusta así.
Admisible pero muy discutible
No voy a ser yo quien se rasgue las vestiduras por la decisión del seleccionador de prescindir de Nerea y Amaiur. Sería del género estúpido tirar piedras contra tu propio tejado, pero no es menos cierto que resulta sorprendente que siendo de las más brillantes de la temporada, y los números las avalan, se hayan quedado fuera de la Euro…¡las dos!
Carlos, el esperado
Si alguien tiene ganas en la Real de retomar el contacto con la competición, ese debe ser Carlos Fernández. El sevillano, una de las esperanzas del club en el ataque, se pasó en blanco todo el curso, y el próximo debe ser el de confirmación. No ha dejado pasar un día para empezar, y desde el lunes afina su puesta a punto. Esperadísimo!
SABÍA QUE:
-El pasado 20 de marzo, en el partido frente al Sevilla en el Pizjuán, Imanol pasó a ser el quinto entrenador con más partidos como entrenador de la Real Sociedad.
-Al finalizar la temporada seguía siendo quinto del ranking, con 180 partidos, sólo superado por Benito Díaz, Toshack, Ormaetxea y Elizondo.
-En cuanto al ranking de porcentaje de victorias, Imanol escala al tercer puesto, con un 44,9%, sólo superado por Benito Díaz y Alberto Ormaetxea.