Amina Abdoulaye Mamani: ¿Por qué no conozco a mi padre?


Nota a los lectores: EL PAÍS ofrece en abierto la sección Planeta Futuro por su aportación informativa diaria y global sobre la Agenda 2030, la erradicación de la pobreza y la desigualdad, y el progreso de los países en desarrollo. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscríbete aquí.

Es 17 de diciembre y, sentada en la terraza de un hotel situado en la Lengua de Barbarie de Saint Louis, en Senegal, Amina Abdoulaye Mamani (Níger, 1982) gestiona con el equipo del Festival de Cine Documental de Saint Louis la cita para la prueba PCR que debe hacerse al día siguiente para poder volverse a Níger al finalizar el evento. El trámite conlleva desplazarse unas tres horas de coche de ida y otras tantas de vuelta y arriesgarse a no llegar a la ceremonia de entrega de premios, algo que quiere evitar a toda costa. Y eso que aún no sabe que su película, Sur le traces de Mamani Abdoulaye se llevará el máximo galardón dos días después.

Más información

Pese a que esta 11ª edición del festival haya tenido que ser reorganizada sobre la marcha tras el anuncio del Ministerio del Interior senegalés de nuevas restricciones ante la segunda ola de covid-19 tres días antes de comenzar, el equipo ha conseguido mantener el programa de proyecciones de la selección oficial que incluía 14 películas en competición (siete largometrajes y siete cortos). El documental no está aún accesible para el público general.

Con una carrera incipiente como realizadora, Abdoulaye Mamani se lanzó en 2008 a una aventura personal: seguir los pasos que tomó su difunto padre cinco décadas atrás para descubrir una faceta desconocida de su vida, tanto para su familia como para su país. Y documentarla en formato cinematográfico.

Pregunta. Su padre, Mamani Abdoulaye (Zinder, 1932), es una importante figura de la literatura nigerina: escritor, poeta, dramaturgo… Ha sido reconocido sobre todo por su obra Sarraounia, una ficción inspirada en una reina tradicional que se opone a la intervención colonial francesa y que hoy es lectura obligatoria en el programa escolar de Níger y adaptada al cine por el mauritano Med Hondo. ¿Qué le mueve a investigar más sobre él?

Respuesta. Yo conocí a Mamani Abdoulaye como padre y punto. Hasta mis diez años, que fue la edad que tenía cuando él falleció en un accidente de tráfico. Efectivamente, en Níger todo el mundo lo conoce por su faceta de escritor y poeta, pero según fui creciendo me di cuenta de que no tenía tanta información sobre él, no sabía quién había sido. En encuentros puntuales con personas cercanas a él escuchaba comentarios sobre su recorrido sindical y político, así que me puse a escribir para ordenar todo lo que estaba descubriendo y eso se convirtió en el guion de un documental.

P. ¿Qué ha encontrado en esa búsqueda?

R. Pues que mi investigación familiar es una pequeña historia dentro de la gran historia. El documental va más allá de la hija que vivió poco tiempo con su padre y va en búsqueda de su identidad. Según iba avanzando descubrí que Mamani formaba parte de los grandes hombres que lucharon por la independencia real de Níger y de toda África. Comprendí que en África no tenemos acceso a nuestra propia historia, sino que nos contentamos con la que nos han contado. Haciendo el documental me he dado cuenta de que estamos ante un libro de historia africana en el que faltan muchas páginas. Siento que es nuestro deber investigar sobre lo que realmente ocurrió con nuestros países en el pasado, y con el documental creo arrojar un poco de luz sobre una pequeña parte.

Haciendo el documental me he dado cuenta de que estamos ante un libro de historia africana en el que faltan muchas páginas

P. Recoger información que data de hace más de medio siglo no ha debido ser trabajo fácil…

R. Me ha llevado 10 años (2008-2018) realizar el documental, ya que muchas de las personas importantes en la vida de mi padre habían fallecido, y otras eran muy mayores o tenían miedo de hablar de una época que no fue sencilla. Mi padre y sus camaradas promovieron el no al referéndum organizado por el General De Gaulle en 1958 para decidir si Níger quería formar parte de la comunidad francesa. Hubo mucha violencia y mucha gente fue reprimida, incluso ejecutada en plazas públicas, por lo que muchos de los testigos que me podían contar esas historias estaban traumatizados y no querían hablar. Fue difícil también obtener el acceso a archivos de la época.

Después de las independencias, la mayor parte de los documentos fueron transferidos a Francia y no se permite su consulta. En Francia fue imposible acceder a ellos, pero en Dakar encontré archivos en la Radio Televisión Senegalesa (RTS) ―donde se está restaurando y digitalizando una parte― y en la Asamblea Nacional, ya que Mamani fue elegido en 1957 representante de Níger en el Gran Consejo de la AOF (África Occidental Francesa) ubicado en Dakar. También en mi casa encontré bastantes documentos, lo que fue una suerte porque en esa época lo habitual era deshacerse de los archivos políticos por miedo a las represalias. En la televisión de Níger también hallé entrevistas que le hicieron en los años ochenta.

P. Tras un trabajo importante como sindicalista en los cincuenta y su participación en la resistencia contra la colonización francesa a través del partido Sawaba, Mamani debió exiliarse una vez conseguida la independencia de Níger.

R. Su vida en el exilio fue muy importante, pero muy difícil de documentar. Cuando dejó Níger en 1960 se fue a Accra (Ghana) acogido por el propio Khame Nkrumah [uno de los líderes de la independencia de Ghana], hasta que éste fue abatido. Después pasa un tiempo con Modibo Keita [expresidente de Malí] en Malí y con Sekou Touré [líder político y expresidente guineano] en Guinea. Este último le ofreció un pasaporte guineano con el nombre de Abdallah Touré que conservo en casa. Mamani formó parte de esa generación de artesanos del panafricanismo, pero no he podido contar eso en la película porque esas personas ya no están vivas.

P. En la articulación del panafricanismo, Argelia fue sin duda un país clave…

R. Argelia fue un centro de acogida para todos los revolucionarios de los primeros años de la década de los sesenta, para todos los exiliados políticos, los líderes de los movimientos de liberación nacional, antifascistas… Y para mi padre fue un país estratégico durante sus años en el exilio. Allí ejerció de periodista en la radio y fue muy apreciado. Incluso le dieron un pasaporte argelino. Fue en Argel donde encontró a Che Guevara, Fidel Castro, Marcelino dos Santos, Stokely Carmichael, el marido de Miriam Makeba y líder de los Black Panthers que le invitó a conocer el movimiento en Harlem. Ninguno de ellos vive ya. El expresidente [Abdelaziz] Bouteflika fue quien ayudó a mi padre a volver a Níger, pero como lleva años muy enfermo no he podido entrevistarle. Me pregunto si no empecé demasiado tarde a hacer la película….

P. Pese a que la película relata el recorrido político de Mamani, ¿está centrada en la búsqueda de su padre?

R. Además de a sus camaradas de lucha, en el documental entrevisto a sus esposas y a mi hermano mayor, al que mi padre dejó al marcharse al exilio tan solo unos días después de su nacimiento. Es un enfoque personal en el que he tenido dificultades para encontrar mi lugar.

He tenido que aprender tomar distancia y ver a Mamani como a un personaje. Aun así, siento que el documental me ha servido para hacer un duelo que no había podido cerrar

Ha sido duro realizarlo, ya que las personas con las que dialogo se emocionan al hablar conmigo, y yo misma también, pero al final he tenido que aprender tomar distancia y ver a Mamani como a un personaje. Aun así, siento que el documental me ha servido para hacer un duelo que no había podido cerrar.

P. Sur les traces de Mamani Abdoulaye lleva un año de recorrido y ha sido presentado en varios países y ante diferentes públicos. ¿Cuáles son las reacciones que se ha encontrado?

R. En Níger ha sido un descubrimiento sobre una faceta de Mamani que no se conocía, y tanto historiadores como estudiantes han apreciado mucho la película por su carácter histórico, por ser un archivo para revisar la historia oficial. Se ha proyectado en universidades africanas (Niamey y Zinder, en Níger; de Koudougou en Burkina Faso) y también europeas y ahora en Saint Louis en institutos y escuelas. El interés que suscita en el ámbito educativo me motiva porque creo hoy en día la juventud ha sido formateada por la política actual. Están más motivados por tener rápido una casa, una mujer y un coche que por los valores esenciales. La generación de Mamani seguía un ideal, luchaba por algo colectivo que afectaba al bienestar de todo el pueblo, no por deseos individuales.

P. Sobre la juventud, precisamente, quiere centrarse en uno de sus próximos proyectos documentales: los arrepentidos de Boko Haram. ¿Qué le interesa en particular?

R. El Gobierno de Níger ha creado un centro para acoger a esos jóvenes que se quieren desradicalizar. Me interesa saber qué les ha pasado a esos chicos para unirse a Boko Haram. Uno no se levanta un día y quiere matar a la gente. Muchos de ellos vienen de la región de Diffa, donde yo he estudiado de pequeña. Es un lugar muy alejado de Niamey, lo que hace que la gente se sienta aislada, quizá discriminada. Quiero comprender cuál es el discurso que convence a estos jóvenes para adherirse a un grupo radical. Me interesa trabajar sobre la toma de decisión individual, en cómo se hace una elección en un contexto tan complejo.

El problema del sector en África es que no hay salas de cine, y tampoco hay apenas ayudas económicas para contar nuestras historias

P. Forma parte de una generación de jóvenes realizadoras nigerinas como Amina Weira y Aisha Macky que están apostando por el cine para expresarse. ¿Cómo ve el sector cinematográfico en general y en particular para las mujeres?

R. El cine es una herramienta muy potente para la denuncia, pero también para hacer propuestas. Con Weira y Macky trabajo y nos ayudamos. Eso nos da fuerza porque, cuando eres mujer, estás constantemente cuestionada, te preguntan por qué no practicas un oficio tradicional o por qué no te quedas en casa directamente. Siempre digo que las mujeres podemos narrar historias tan bien como los hombres y tenemos muchas cosas que contar. Yo desde luego lo voy a hacer y tengo ganas de hacerlo además para ser una referente y que otras chicas se lancen también.

El problema del sector en África es que no hay salas de cine, y tampoco hay apenas ayudas económicas para contar nuestras historias, porque los fondos vienen en su mayor parte de Europa, pero hay que tener determinación y voluntad.

P. Decían de su padre que tenía “una voluntad visceral de avanzar”.

R. Ese es uno de los mensajes con los que nos tenemos que quedar. Ser positivos y tener esperanza.

Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter, Facebook e Instagram, y suscribirte aquí a nuestra ‘newsletter’.




Source link