Biden traza una línea roja para defender sus medidas climáticas aunque pierda el Congreso

Biden traza una línea roja para defender sus medidas climáticas aunque pierda el Congreso

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El último incendio que le surgió a Joe Biden en la recta final de las elecciones legislativas tuvo que ver con el carbón. Puso el ejemplo del cierre de una central térmica de Massachusetts cuya producción había sido sustituida por energía eólica. “Vamos a cerrar estas plantas en toda América y a tener energía eólica y solar”, dijo en una intervención en Carlsbad (California). Enseguida, Joe Manchin, el díscolo senador demócrata por Virginia Occidental, calificó la propuesta de “ofensiva y repugnante”. “Comentarios como estos son la razón por la que el pueblo estadounidense está perdiendo la confianza en el presidente Biden”, le espetó en un comunicado.

La portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, trató de apagar el fuego defendiendo a la vez la transición energética y el apoyo a las comunidades mineras y recordando que el propio abuelo de Biden era ingeniero de minas. Pero el rifirrafe expone algunas de las contradicciones sobre la energía limpia, el cambio climático y la transición energética que afectan a Estados Unidos.

El propio Biden es sujeto de esas contradicciones. Ha impulsado la ley de Reducción de la Inflación, que es sobre todo una ley de apoyo a las energías limpias, que pretende movilizar 370.000 millones en diez años para incentivar las renovables y ha asegurado que mantendrá las medidas climáticas aunque pierda el control del Congreso. Pero al mismo tiempo no para de pedir a las petroleras que dediquen sus multimillonarios beneficios extraordinarios en invertir en más exploración y producción en un momento en que la producción se ha disparado y las exportaciones de petróleo y gas baten récords.

El presidente ha marcado la vuelta de Estados Unidos a la senda de la cooperación internacional contra el cambio climático de la que le apartó Donald Trump. El expresidente se burla en sus mítines de los coches eléctricos y defiende sin complejos los combustibles fósiles.

Biden, en cambio, suscribe los objetivos de los Acuerdos de París y se presenta en la COP27 con la ley de Reducción de la Inflación como aval de su apuesta por las renovables y un paquete de nuevas medidas bajo el brazo. “El presidente pronunciará un discurso especial sobre nuestros esfuerzos para aprovechar el trabajo sin precedentes de Estados Unidos para reducir las emisiones y avanzar en la lucha climática mundial y ayudar a los más vulnerables a desarrollar su resiliencia ante los impactos climáticos”, señala un alto cargo de su Gobierno. “El Gobierno de Biden está orgulloso de llegar a esta COP con un impulso histórico. Hemos visto a Estados Unidos pasar de ser un rezagado mundial a un líder mundial en menos de 18 meses”, añade.

Una mayoría hostil

La ley de Reducción de la Inflación aún encuentra trabas burocráticas, legales y operativas para el despliegue de sus efectos, pero es la más ambiciosa iniciativa de Estados Unidos contra el cambio climático. Este año, su Gobierno ha sufrido un revés por parte del Tribunal Supremo, que ha socavado el poder de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA, por sus siglas en inglés) para imponer límites a las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global.

Ahora, aunque los resultados definitivos están aún en el aire, se enfrenta a la perspectiva de perder el control del Congreso, en el que los republicanos son favoritos para lograr la mayoría de la Cámara de Representantes. Ya sufrió para sacar adelante su ley climática con mayoría demócrata (el senador Manchin fue precisamente uno de los que más se resistió), y ahora probablemente se encontrará a una mayoría hostil a las medidas de transición energética.

Biden, sin embargo, ha trazado una línea roja precisamente en esta cuestión: “No voy a alejarme de los compromisos históricos que acabamos de contraer para afrontar la crisis climática. Para mí no son cuestiones que puedan comprometerse y no lo permitiré”, señaló este miércoles en la Casa Blanca en la rueda de prensa en la que comentó los resultados de las elecciones. El presidente subrayó que los jóvenes habían votado por esa política. “Tengo la pluma de vetar”, añadió en otro momento en referencia a su capacidad de bloquear leyes que no comparta.

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El presidente de Estados Unidos llega a la COP27 con un paquete de nuevas iniciativas bajo el brazo. Según la Casa Blanca, propondrá reforzar la resiliencia climática mundial, lo que incluye duplicar el compromiso de Estados Unidos con el Fondo de Adaptación hasta 100 millones de dólares y anunciar más de 150 millones de dólares en nuevas ayudas para acelerar los esfuerzos del Plan de Emergencia del Presidente para la Adaptación y la Resiliencia (PREPARE) en toda África.

También defenderá acelerar la acción climática mundial, incluyendo el lanzamiento de una nueva iniciativa para apoyar a Egipto en el despliegue de 10 GW de nueva energía eólica y solar, al tiempo que se desmantelan 5 GW de generación de gas natural ineficiente, y reforzando las regulaciones nacionales propuestas sobre el metano en el sector del petróleo y el gas que reducirían el metano de los Estados Unidos en un 87%. “El anuncio de nuevas medidas que convertirían a Estados Unidos en el primer Gobierno nacional en exigir a los principales proveedores que establezcan objetivos de reducción de emisiones acordes con el Acuerdo de París, aprovechando el poder adquisitivo anual de más de 630.000 millones de dólares del Gobierno Federal”, señala la Casa Blanca.

Otra de sus propuestas será utilizar la financiación pública para desbloquear miles de millones de inversión privada, como la iniciativa “Climate Finance+”, que apoyará a los países en desarrollo en la emisión de bonos verdes; el lanzamiento de la Alianza Bancaria Sostenible para profundizar en los mercados financieros sostenibles de los países en desarrollo, y la realización de inversiones estratégicas que ayuden a movilizar miles de millones de financiación privada y faciliten la exportación de tecnologías limpias de Estados Unidos. Por último, pondrá sobre la mesa un Fondo de Equidad de Género Climático, un Mecanismo de Acceso a la Financiación de los Pueblos Indígenas y otras iniciativas para involucrar a toda la sociedad en la lucha contra la crisis climática.

No está claro que en la cumbre de Egipto le vayan a comprar de buen grado el discurso. Biden es el único presidente de los grandes países emisores presente en la COP27, a la que no acuden los máximos dirigentes de China, Rusia e India. Y puede convertirse en diana de críticas por no compensar su factura histórica de emisiones (algo que sería imposible de vender en el Capitolio) y por no cumplir los compromisos de aportación de fondos para cooperar con los países pobres en la transición energética. “El presidente se ha comprometido a trabajar con el Congreso para aumentar el financiamiento climático internacional de Estados Unidos a más de 11.000 millones de dólares por año, lo cual le convertiría en el actor individual que más contribuiría al financiamiento en materia climática”, sostienen en la Casa Blanca. Pero si Biden no ha logrado que el Congreso dé vía libre a esos fondos con mayoría demócrata, menos aún lo va a lograr sin ella.

La Casa Blanca asegura que Biden está en el buen camino para lograr las metas de reducir para 2030 las emisiones entre un 50% y un 52% por debajo de los niveles de 2005 y a cero emisiones para el año 2050, a través de sus nuevas leyes y medidas. “Estas medidas no solamente reducirán las emisiones, sino que también aumentarán la seguridad energética, ayudarán a las familias a ahorrar dinero en sus facturas de energía, generarán empleos bien remunerados para los trabajadores y estimularán una nueva era de fabricación estadounidense no contaminante, impulsarán la justicia ambiental y favorecerán que las comunidades cuenten con aire más saludable y agua más limpia”, sostiene.

El periódico The New York Times pidió a la entidad Climate Interactive en 2017 que calculara cuándo los estadounidenses se habrían quedado sin combustible fósil si a la población de la nación se le hubiera asignado de alguna manera, al comienzo de la era industrial, una parte igual a la del resto de la población mundial. “El cálculo se basó en limitar las emisiones lo suficiente como para cumplir con los objetivos climáticos internacionales. La respuesta: los estadounidenses habrían agotado su cuota en 1944, el año en que los ejércitos aliados asaltaron las playas de Normandía”, recoge la publicación.


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