‘Black Hawk Derribado’| Primer positivo en clase

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Estos días ha habido un debate gruñón entre padres, o como dicen los redactores ansiosos de clics, “las redes han ardido”. ¿El motivo?: acompañar o no a nuestros hijos cuando les hagan la PCR en el colegio.

Por una parte, los padres-Rambo atacan el asunto generalizando a lo bestia, juzgando a los padres hiperprotectores diciendo que a ellos los vacunaban solitos en el cole y que han crecido sin traumas. Imaginan que los acompañadores se pondrán bordes con médicos y profesores si alguna criatura entra en pánico o llora porque le ha dolido la prueba.

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En el otro rincón del ring, tenemos los padres-Flanders, que apoyan a sus retoños en los momentos necesarios, como cuando con el miedo a estar toda la clase infectada dos desconocidos te inmovilicen para meterte palos en la nariz. (Claro que en este equipo también está el típico grupillo de controladores que quiere gobernar cada colegio casi como directores externos.)

Y ya la tenemos liada.

Como la virtud está en el medio, aclaremos variables antes de rompernos la cara a tuits:

  1. La PCR no es la autopsia de Rosswell, pero da cosita. Y dos médicos vestidos con EPI impresionan mucho, sobre todo si uno de ellos te hace un placaje.
  2. Hacer la prueba en el colegio con una hora programada es más limpio, práctico y asusta menos que hacer cola en el centro médico junto a decenas de desconocidos posiblemente infectados. Pero sigue inquietando.
  3. No es lo mismo un niño de infantil de 3-4-5 años que uno de 8 o 12. La regla podría ser: si tiene móvil propio o ya fuma a escondidas, que se enfrente solito al palito.
  4. Si los padres no pasaremos de la entrada en todo el curso para mantener “más limpio” el entorno escolar, permitir la entrada de personal ajeno al centro “contamina” algo más el espacio común. Pero hablamos de cinco minutos de un adulto por niño en clases de 20, no de puertas abiertas con padres lamiendo barandillas y escupiendo a las profesoras
  5. Los docentes serán la figura de referencia para los niños, pero ¿puede una sola persona calmar, acompañar y consolar a 20 críos a la vez? ¿No estarán todos más tranquilos con algunas caras conocidas ayudando?
  6. A las visitas médicas sí que les acompañamos, aunque sea para que los ausculten, que eso no duele, y nadie se queja. Estar presentes en una PCR no obliga a hacerles los deberes toda la vida y limpiarles el culo hasta que estén de Erasmus. Confiamos en el colegio y por eso los llevamos.

Sería más práctico y respetuoso no juzgar a nadie. Porque si nos ponemos en plan jurado popular, quizá sale que es peor padre el que abandona a su criaturita y piensa que ya se apañará. (Y dentro de 20 años, cuando a los padres-Rambo necesiten ir al médico y sus hijos pasen de acompañarlos, que recuerden que lo hacen para forjar su carácter.)

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