Cuando me negué a jugar sin el ‘10’


Es completamente cierto que me negué a jugar si no era con el número ‘10’, sí, pero la historia es más complicada y daría para un sketch de comedia. No tiene que ver con no tener ‘mi’ número, sino con una cuestión de respeto y principios.



En 1996 tras una temporada en el AC Milan plagada de lesiones fiché por el West Ham para vivir la experiencia de la liga inglesa. Tenía 30 años, sabía que mi rodilla derecha estaba en las últimas y no quería retirarme sin probar el fútbol inglés. Como era consciente de que mi final estaba muy cerca quería retirarme con el diez en la espalda. En las negociaciones con el equipo inglés exigí por contrato que debía jugar con ese número y me dijeron que por supuesto, que no había ningún problema y añadimos una cláusula, que ese debía ser mi dorsal. Toda la pretemporada con el equipo jugué con el 10.

Hasta que llegó el primer partido de liga contra el Arsenal en el antiguo Highbury Park. Estamos a punto de entrar al campo, voy a coger mi camiseta y veo que tiene el número 16. “¿Sixteen?”. No entendía nada, así que pedí al portero suplente
Steve Mautone
que me hiciera de traductor. Él era australiano pero podía hablar con él en italiano. El entrenador
Harry Redknapp
se desentendió del asunto y me dijo que tenía que hablar con el presidente. En cuanto escuché eso, me planté en la puerta del vestuario. “Nadie sale de aquí hasta que venga el presidente a hablar conmigo. Avisad al árbitro que nos vamos a retrasar”. Mientras tanto ya estaba todo el equipo del Arsenal en el terreno de juego para empezar.

Finalmente bajó el presidente, me dijo que lo sentía pero ese número era de John Mancur, que llevaba muchos años con el equipo. Que ya estaba todo inscrito en la liga y no había vuelta atrás. Aunque yo le recordaba que me había firmado en el contrato que tenía que jugar con el 10, el seguía con las mismas. Así que le dije “NO F*CKING SIXTEEN”, le tiré la camiseta “I DON’T PLAY. YOU PLAY” y cogí un taxi para irme a casa y hablar con mis abogados.

Lo que me dolía era que me habían engañado, que me mintieran en la cara y me tomaran por tonto. Eso no podía tolerarlo. Les di un ultimátum, sabían que estaba dispuesto a ir a los tribunales y por contrato tenía las de ganar con una gran indemnización. Así que cedieron y ya se las apañaron para que la liga aceptase el cambió de dorsal. A la semana siguiente ya tenía mi 10 y debuté a lo grande.

En el primer balón que toqué hice una jugada de las mías, en la que me fui de dos jugadores y di un pase de la muerte. El estadio se vino arriba. Fue una jugada de diez. Estuve muy poco tiempo con los hammers (la rodilla no me dio tregua y tuve que dejarlo), pero creo que dejé destellos por los que los fans ingleses me siguen recordando cuando me ven.

¿Y qué paso con John Mancur
? Él era quien menos culpa tuvo de todo, el único responsable fue el presidente por engañarme en la cara y no respetar el contrato que habíamos firmado. Él desde el principio sabía que era el número de John, pero nunca lo mencionó y me dijo que sí a todo. Me lo puedo imaginar: “El portugués que firme, que luego acabará tragando”. Curiosamente a John no le sentó mal y se lo tomó a broma con los compañeros. Le invité a unas vacaciones a mi casa de Algarve por todo aquel lío.

El último episodio de esto viene de hace pocos años, cuando
Redknapp
contó esta historia en algún medio y mis hijos vieron el video en Youtube. Ellos no eran conscientes de la historia, nunca se lo había contado porque me daba miedo que pensasen “menudo divo es mi padre, que se negó a jugar si no tenía su numerito”. Pensaba que me iban a vacilar cuando lo vieron.

Pero no, me dijeron: “¡Qué ‘puto’ amo eres Papá! Los ingleses pensaban que te iban a tomar el pelo pero hiciste que se lo comieran con patatas. El número es lo de menos, esto es una cuestión de principios, ellos faltaron a su palabra y no podías dejar que te tomaran por tonto”.

Si
Harry

y
John

leen esto les mando un fuerte abrazo, igual que a toda la afición ‘hammer’ y a toda la gente y compañeros con los que pasé aquel breve tiempo en Londres y del que guardo tan buenos recuerdos. Y a día de hoy, en 2020, con cariño, seguiré diciendo: ‘No f*cking sixteen my friends’.


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