Cuatro horas a nado para llegar a Europa


Existe una puerta en un edificio con andamios, en la avenida principal de Castillejos, que apenas destaca en una calle llena de tiendas. Sin embargo, esa puerta permite acceder al zoco principal de esta ciudad de 77.000 habitantes. El zoco es un mundo de pasillos techados con chapa de uralita, y repleto de ropa de segunda mano, teléfonos, champús, bisuterías, pañales piezas de coches… un mundo levantado con todo lo que no se encuentra fácilmente en Marruecos. Y que llega desde Ceuta, cuya frontera queda a solo un kilómetro. Un mundo que se está viniendo abajo lentamente, de forma silenciosa.

El Gobierno de Marruecos cerró en octubre el paso del Tarajal 2 al comercio irregular de mercancías, nombrado por las autoridades marroquíes como contrabando. La medida suscita quejas en Ceuta, que hablan de “asfixia” económica. Pero, mientras en Ceuta los empresarios y políticos siguen hablando de “asfixia”, al otro lado de la frontera, diez veces más pobre que Ceuta, las protestas brillan por su ausencia. Los medios marroquíes no suelen abordar el efecto del cierre del Tarajal 2 sobre la zona marroquí próxima a la frontera vecina. Es más fácil encontrarse con reportajes del tipo: “Ceuta: una ciudad en crisis”.

La mayoría de los entrevistados en este reportaje solicitó que no se les citara por su nombre y apellido. Nordín es un comerciante de ropa que lleva 15 años en el zoco. “El Estado marroquí”, explica sentado dentro de su pequeña tienda, “decidió ya hace tres años reducir el tamaño de los paquetes que podían traer los porteadores. Ya se redujo el comercio. Y ahora, hace tres meses, ha prohibido traer paquetes. Las mujeres se tienen que pegar la ropa y los botes de champú al cuerpo con cinta adhesiva. Pero cada vez llegan menos productos. Están matando esta ciudad. Nosotros vivimos del comercio. A Castillejos viene gente de todo Marruecos los fines de semana para comprar. Pero cada vez vienen menos. Esta es la peor crisis que he conocido en los 15 años que llevo en el zoco”.

Enfrente del zoco hay otra tienda. Su dueño dice: “Lo peor es que han cerrado el paso del Tarajal, pero no dan alternativas para que la gente coma. Se dice que piensan instalar aquí una zona franca como las que hay en Tánger. ¿Pero cuándo? De momento, no están quitando la forma de ganarnos la vida. Hay restaurantes que han cerrado, como uno que se llamaba La Campana, cerró hace dos meses”.

El camarero de un restaurante especializado en mariscos confiesa que él piensa emigrar a España. Tiene 33 años y ya lo intentó en 2018. “Pagué 2.000 euros por irme en una lancha. Y cuando llegué a Algeciras me detuvieron, pasé ocho días allí y me devolvieron a Marruecos. Peo si esto sigue así yo lo vuelvo a intentar. Y lo mismo que yo piensan todos mis amigos”.

El nombre oficial de la ciudad es Fnideq, pero todo el mundo en Marruecos la conoce como Castillejos. La ciudad norteña de Tetuán queda a 35 kilómetros. Y toda la provincia de Tetuán y Fnideq suele abastecerse en buena parte de los productos de la frontera. Miles de familias viven de ese comercio irregular.

Nabyl Lakhdar, director general de la Administración de Aduanas ha expresado en varias ocasiones su intención de terminar con el contrabando. El pasado 13 de enero el diario marroquí L’Economiste le preguntó si la medida de cerrar los puntos de entrada al Contrabando en Ceuta es definitiva. Y antes de entrar en detalles recordó que el contrabando es ilegal, que además los productos que llegan a través de esa actividad “presentan un riesgo para la salud de los marroquíes” y que destruyen “poco a poco” el sector productivo del país. Lakhdar señala que Marruecos deja de percibir al año entre 360 y 540 millones de euros en aranceles a causa del contrabando con Ceuta y Melilla.

“Con relación a Tarajal 2”, precisó en la citada entrevista, “todo lo que puedo decir es que, por el momento, ese acceso está cerrado. Y que el mantenimiento o no de esa situación no depende solo de la aduana”. En efecto, la decisión de cerrar ese punto emana de una política de Estado que supera con creces las competencias del responsable de Aduanas.

Cuando la periodista preguntó a Lakhdar qué será de los porteadores, el director de Aduanas agregó: “Los porteadores son las primeras víctimas de esta plaga. Algunos mafiosos se benefician de su precariedad para enriquecerse a costa de las espaldas de otros. Yo pienso que es algo que tiene que cesar. Esas imágenes de mujeres, de personas inválidas y de menores que trasladan decenas de kilos sobre sus espaldas o sobre carritos improvisados no tendrán lugar en el Marruecos que queremos para nuestros hijos”.

No obstante, Lakhdar aclaró: “Dicho esto, es esencial que esta población sea acompañada y que se implanten otros medios de subsistencia. Para eso es necesario que todo el mundo contribuya: poderes públicos, operadores privados, asociaciones, sociedad civil… Yo tengo la convicción de que eso es lo que se está haciendo”. En otro medio local, Medias 24, Lakhdar dijo alegrarse de que, por primera vez, la decisión de cerrar Tarajal 2 se haya tomado del lado marroquí. “Porque a menudo se hacía, por no decir exclusivamente, desde el lado español”.

Lakhdar aboga por eliminar el contrabando mediante un proceso de transición, “para no romper el ecosistema”. En las calles de Castillejos, sin embargo, no parece que se esté ofreciendo ninguna alternativa. El contrabando aún sobrevive gracias a las pequeñas bolsas que se les permite llevar a las porteadoras, a los productos que se pegan al cuerpo y a todo lo que se introduce en los llamados coches pateras, vehículos que cruzan la frontera con los maleteros repletos de mercancía “ilegal”, con el consentimiento de las autoridades.

Policías y aduaneros marroquíes, implicados en el contrabando

Hasta ahora parecía solo un secreto a voces el hecho de que había policías marroquíes y agentes de aduanas que se lucran con el negocio del contrabando. Las porteadoras y los chicos que merodean en el lado marroquí de la frontera informaban sobre el hecho de que tal policía es el dueño de siete coches pateras, que sirven para el traslado de mercancías de forma irregular, este otro posee tres coches…

Desde el ocho de enero, esa hecho dejó de ser un secreto a voces para estar incluido en un informe presentado en el Parlamento por una comisión que se trasladó a la frontera para comprobar in situ las condiciones de vida de las porteadoras. El informe indica que 200 de los coches pateras, sobre más de mil, pertenecen a la policía. Esos coches, según señala la prensa local, gozan de privilegios para transitar hacia Ceuta.


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