Damian Lillard se carga a los Bulls en un partido con final de infarto

Cuando Damian Lillard entra en trance no hay quién le pare. Anoche lo sufrieron en sus carnes los Chicago Bulls que vieron cómo el triunfo se les escapaba de entre las manos, sin poder hacer nada. El base anotó el triple ganador para que Portland se llevase un triunfo del United Center por 123 a 122.

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La actuación de Lillard fue memorable. Frente a las bajas de su equipo, Dame se erigió aún más líder. Terminó la noche con 44 puntos, 5 rebotes y 9 asistencias. Anotó 9 triples, dos de ellos cuando la pelota más quemaba. Encestó 14 tantos en el último cuarto del partido.

El encuentro destacó por su volatilidad desde el primer momento. El segundo cuarto de los Blazers pareció suficiente para poner tierra de por medio (32-19) y auguraba una noche tranquila para los de Oregon. Sin embargo, las tornas cambiaron con los buenos minutos de la segunda unidad de los Bulls en el tercer acto.

Thaddeous Young y Garrett Temple lideraron la reacción de los suyos junto a algunos titulares y amenazaron con poner en jaque el triunfo de los Blazers. De nada servirían al final los 31 puntos de Markkanen, ni los 26 de LaVine; la hora de Lillard estaba al caer.

El último cuarto se convirtió en una nueva obra sobre lienzo del base de Portland. Los Bulls ganaron el cuarto, sí, pero los instantes finales fueron una oda a lo imposible por parte de Damian Lillard.

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A falta de 1 minuto Chicago ganaba 113 a 117 tras una bandeja de Zach LaVine. Lillard respondió con la misma medicina, colocando a su equipo a dos. Aceptando el reto, LaVine anotó un triple lejano que volvía a poner a su equipo 5 puntos por delante. Covington anotó una canasta a pase de Damian y White encestó dos tiros libres.

Quedaban 11.5 segundos y la pelota quemaba. Cinco puntos seguían separando a Portland del triunfo. Lillard no se lo pensó, agarró el balón y encestó un triple lejanísimo, a más de 11 metros del aro, para poner a su equipo a dos.

La siguiente defensa era clave y los Blazers no dejaron avanzar ni un metro a Zach LaVine. Forzaron el salto entre dos en campo de ataque, después de que los Bulls decidieran poner la pelota en juego en su lado de la cancha.

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Llegó el momento de la locura y la pelota voló durante unos segundos, hasta acabar en las manos de Lillard. El base no lo dudó y con apenas un par de segundos en el luminoso lanzó otro triple imposible, esta vez por encima de Lauri Markkannen.

El balón entró justo mientras sonaba la bocina y el resto, una vez más, es historia. Los Blazers cerraron gracias a su estrella un triunfo de esos que levantan la moral. Portland mejora su marca a 10-8 este curso y saca adelante un partido plagado de bajas.


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