De momento, Djokovic resiste


Son los cuerpos contra el tiempo, contra unas circunstancias, contra un presente que exige más que nunca vivir al día. Este Open de Australia, definitivamente, se ha convertido en una prueba de supervivencia. Es Novak Djokovic contra el propio Djokovic, contra ese costado derecho que desde la tercera ronda le lleva a mal traer y que, a pesar del dolor, no le impide derribar a Milos Raonic, también lastimado. El número uno supera la prueba, pero con asterisco. Vence al canadiense (7-6(4), 4-6, 6-1 y 6-4), pero durante el duelo, 2h 56m, su gesto ha enviado algunas señales preocupantes. Gana tiempo y se cita con Alexander Zverev (6-4, 7-5(5) y 6-3 a Dusan Lajovic), pero el daño está ahí y seguramente no le abandonará hasta el final de este trayecto australiano.

“Si esto no fuera un Grand Slam, definitivamente no estaría jugando. Pero es un Grand Slam, y esto significa mucho para mí a estas alturas de mi carrera. Quiero hacer todo lo posible para seguir en la pista”, dice serio porque la segunda semana ya está aquí, y no le queda más remedio que mimarse y confiar en los efectos de los analgésicos y el tratamiento. Cuenta que el día previo no se ejercitó, que se hizo una resonancia y que dispone de 40 horas para minimizar el daño, aunque en la charla con los periodistas evita profundizar : “No quiero entrar en esto. Sé lo que es, pero no quiero hablar sobre ello. Todavía estoy en el torneo, espero que me comprendáis. Puede ir a peor, pero también en la buena dirección”.

Cuenta que el dolor que ha sentido durante el pulso contra Raonic, molesto pero soportable, ha ido y ha venido. También, que el día que su costado activó la luz roja se fue a dormir a las cuatro de la madrugada para no perder un solo segundo en la recuperación. “Es como una apuesta, impredecible. Eso me han dicho los médicos”, añade mientras por el horizonte se asoma la silueta de otro sacador, Zverev. El díscolo alemán no sufre, pero Raonic sí ha tenido un susto en el tobillo derecho y tampoco ha resistido a unos días de riesgo y escabechina. ¿Casualidad? No. La respuesta señala a la cuarentena y una preparación a marchas forzadas.

Es el costado de uno, el tobillo de otro, la espalda de Nadal (citado esta madrugada con Fognini), el muslo izquierdo de Barty y los abdominales de unos cuantos, llámense Medvedev, Berrettini, Carreño, Pedro Martínez…

Mientras, Nole es el eterno sospechoso. Antes del encuentro con Raonic, no han sido pocos (compañeros del circuito incluidos) los que han puesto en cuestión el contratiempo del número uno. Pero este, consciente de esas sospechas y con 300 victorias ya en el territorio de los Grand Slams —es el cuarto tenista que alcanza la cifra, tras Federer (362), Serena (361) y Navratilova (306)—, simplemente mira hacia adelante y dice que debe utilizar su saque “de forma inteligente” contra Zverev porque es la maniobra que más agudiza el dolor en el costado. Al final, remarca, “son potencialmente tres partidos de aquí en adelante” y el esfuerzo, si se logra la meta, compensa.

En este domingo de curvas y precisiones médicas en Melbourne Park, al balcánico le sobreviene una buena noticia. Dominic Thiem, el rival al que rindió el curso pasado en la final y teórico adversario en las semifinales, se ha quedado sin combustible y ante Grigor Dimitrov (6-4, 6-4 y 6-0). En paralelo, la sorpresa masculina de esta edición, el ruso Aslan Karatsev, despacha a Felix Augger-Aliassime (3-6, 1-6, 6-3, 6-4, 6-4) y figura en el cartel de los cuartos después de haber partido desde la fase clasificatoria. Entre las chicas, Serena Williams ha batido a Aryna Sabalenka (6-4, 2-6 y 6-4) y afronta un cruce de altura contra Simona Halep (3-6, 6-1 y 6-4 a Iga Swiatek).

Open de Australia: resultados (domingo 14) y orden de juego (lunes 15).


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