Decretado el estado de magia

Donostia lleva tres semanas hablando de magia. De chisteras, chalecos, conejos y ases en la manga. Una dulce cuenta atrás, alargada por un maldito positivo, en la que la imaginación colectiva y los hechos consumados por el anhelado protagonista, estrella de campeón del mundo incluida, auguraban un estreno brillante, abrumador.

Y llegó el día. Y el escenario, plagado de asientos fríos, no era el ideal. Y el rival no estaba por la labor de convertir la cita en una fiesta local, pero al fin, David
Silva se estrenó con la Real. Corría el minuto 62 e Imanol Alguacil le puso la mano en el hombro. “Estos son tus dominios. Juega”, le diría. ¿Para qué más?

La Real de ayer, más industrial que reluciente, se parecía en poco a ésa en la que el canario está destinado a deslumbrar. El estadio, ausente de la pasión de su gente, especialmente en una noche como la de ayer, tampoco se asemejaba (ojalá lo haga pronto) al que presidirá las, como mínimo, dos temporadas del ‘21’ como txuri urdin. Y, desde luego, el de David
Silva que saltó ayer en el césped está todavía algunos pasos por detrás del que, a buen seguro, guiará a un equipo joven y talentoso a evolucionar.

Silva se estrenó evidenciando una lógica falta de ritmo. En un partido incómodo, en el que la Real tuvo que tirar de plan B ante la ausencia de balón, el canario añoró entrar en contacto con la pelota, girarse, conectar líneas de pase. Pese a ello, tuvo el gol en sus botas, en un disparo desde la frontal que se estrelló en Varane. Ayer no era el día pero el ‘21’ ya está aquí. Queda decretado el estado de magia.

Dos bajas clave

La Real echó en falta ese punto de chispa que el crack canario todavía no tiene. No fue lo único. En la primera mitad el conjunto de Imanol navegó en un mar de incertidumbre, casi de desamparo. Sin balón, con el Real Madrid cómodo, generando superioridades por dentro, la Real dudaba.

La lista de bajas del cuadro txuri urdin era extensa, con nombres propios clave para el equipo. Ayer hubo dos especialmente añorados: Willian
José y Monreal.

La salida de balón se complicaba ante la imposibilidad de jugar en largo con garantías. Isak, flojo en este inicio de curso, no cuenta entre sus virtudes el juego de espaldas, y con Barrenetxea y Portu en los costados, Remiro parecía obligado a pasar en corto, con el Madrid frotándose las manos. El brasileño hubiese ofrecido una solución idónea.

La primera mitad también exigió a la Real una labor de resistencia. Sufrió en defensa y la presencia del lateral navarro hubiese aportado sobriedad, seguridad y criterio para sacar el cuero.

La gran noticia es que, tras el descanso, la Real supo reponerse y mantener a raya al Madrid, con un Aritz descomunal. Las incógnitas defensivas en Zorrilla se convirtieron en certezas en lo segundos 45 minutos. En breve se unirá la magia. Silva ya está aquí.


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