Diez años sin el mito Arteche

Diez años sin Juan Carlos Arteche. Tal día como hoy, pero hace una década, fallecía el mítico ex jugador del Atlético de Madrid. Un símbolo. Una leyenda. Con sólo 53 años, un cáncer se lo llevó. Demasiado pronto para un buen tipo que dejó huella en el Vicente Calderón y que dejó una frase para la posteridad: “Nada ni nadie conseguirá que deje de ser atlético”.

1978 es el año en el que el club rojiblanco fichó al central cántabro, que había jugado dos años en Primera con el Racing. Firmó por tres temporadas. Pero sería más, muchas más. Diez en total. 421 partidos. El séptimo que más ha jugado con el Atlético en toda su historia. Con 29 años, le llegó la llamada de la selección española, un sueño que tenía desde pequeño. Debutó ante Rumanía. Luego jugaría tres partidos más, marcando un gol frente a Albania.

Y dos años después, con 31 años, Jesús Gil y Gil se cruzó en su camino. El mismo presidente que le definió como uno de los representantes del “genuino espíritu rojiblanco”, meses después le echó del Atlético. De ‘su’ Atlético.

Arteche se lanza a por un balón en la Supercopa de 1985
Arteche se lanza a por un balón en la Supercopa de 1985

Todo comenzó cuando, con dos años de contrato por delante, Gil quiso modificar las condiciones económicas. Arteche no aceptó y fue apartado del equipo, pero regresó a la disciplina colchonera con un nuevo contrato por dos campañas. Pero la relación no se arregló. En noviembre de 1988, el presidente le suspendió preventivamente de empleo y sueldo bajo la acusación de haber hecho declaraciones públicas en las que criticaba la gestión del club y menospreciaba a sus compañeros. Magistratura de Trabajo declaró nulas las medidas en marzo de 1989 y el Atlético de Madrid se vio obligado a seguir pagándole tanto su ficha como su sueldo o las primas que le hubieran correspondido si hubiera seguido en activo.

Su único gol con España, ante Albania
Su único gol con España, ante Albania

Un año más tarde, el Supremo dio la razón al jugador y el club le comunicó su despido el 17 de abril de 1990. El despido fue declarado improcedente y Arteche fue indemnizado con 66 millones de pesetas (unos 400.000 euros). Quique Ramos, Quique Setién y Landáburu también tuvieron conflicto con Gil por el mismo motivo.

En su palmarés, una Copa del Rey y una Supercopa de España. Y muchos momentos para el recuerdo, como la defensa a ultranza que hacía de sus compañeros, y del escudo, en el terrenos de juego. O los dos goles (hizo 28 en total) al Betis en 1983 para remontar un partido en el Calderón… estando lesionado.

LA DESPEDIDA

Su despedida, ese 13 de octubre, fue en el Tanatorio de San Isidro. Con vistas al Vicente Calderón. Cómo no. El mundo del deporte se volcó en su adiós. Allí estuvieron el presidente del Atlético y el consejero delegado, Gil Marín. Afectados como todos pese a la ‘guerra’ que mantuvo con el ex presidente. Porque la figura de Arteche estaba por encima. “Para los aficionados, y yo en este sentido lo viví como un aficionado, encarnaba lo que es la esencia del Atlético de Madrid en cuanto a espíritu de garra, lucha, nobleza…”, dijo para MD Gil Marín a las puertas del tanatorio.

Así recordó el Calderón a Arteche
Así recordó el Calderón a Arteche

Pero la gran despedida se vivió tres días después. En la ‘casa’ de Arteche. El 16 de octubre el Atlético recibió al Getafe en el Manzanares. El coliseo rojiblanco vistió sus mejores galas para despedir al cántabro. En la puerta ‘4’ se improvisó un altar que fue llenándose de flores y motivos rojiblancos en su recuerdo. En el minuto ‘4’, el Calderón le recordó con cánticos tras unos minutos de un silencio sobrecogedor. “Aplasta Arteche” rezaba una pancarta rememorando uno de los lemas con los que la afición apoyaba a su mítico número 4. El Atlético ganó 2-0 al Getafe. La victoria fue para él. “Dedicamos el triunfo a la viuda y las hijas de Arteche”, dijo Quique Sánchez Flores tras el partido. Lo mismo aseguró el capitán Antonio López.

Juan Carlos Arteche. Todo un mito para la afición colchonera que se fue hace diez años siendo atlético. Porque nada ni nadie consiguió que dejara de serlo.


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