EL PAÍS

EE UU denuncia la “creciente agresividad” de China en encontronazos de sus patrullas en Asia Pacífico

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El destructor estadounidense USS Chung-Hoon observa el cruce “peligroso” de una patrullera china este sábado en el estrecho de TaiwánMass Communication Specialist 1st Class Andre T. Richard (AP)

La Casa Blanca ha advertido este lunes contra lo que considera una “creciente agresividad” de China en aguas que Pekín considera propias en el estrecho de Taiwán y el mar del Sur de China, después de dos encontronazos en los últimos diez días entre patrullas del Ejército Popular de Liberación y de las fuerzas estadounidenses en el área.

El Pentágono ha distribuido este fin de semana imágenes en las que se aprecia que un barco patrulla chino zigzaguea de manera “peligrosa” en las inmediaciones de un destructor estadounidense, el USS Chung-hoon, en el estrecho de Taiwán, que Pekín considera parte de su territorio y donde las fuerzas de EE UU llevan a cabo patrullas periódicas para defender la libre navegación. Diez días antes se había dado una situación similar, cuando un caza chino se aproximó en exceso a un avión militar estadounidense, según el Departamento de Defensa en Washington.

Ese tipo de “acciones poco seguras” pueden acabar provocando un incidente en el que alguien quede herido, ha señalado el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, John Kirby, en la rueda de prensa diaria de la Casa Blanca. “Pueden llevar a errores de cálculo cuando tienes cacharros de metal de ese tamaño, tanto si es en el aire como si es en el mar”

“Si operan tan de cerca, no se necesita mucho para que se produzca un error de juicio o simplemente un error, y alguien se va hacer daño. Eso es inaceptable, debería ser inaceptable para ellos también”, ha añadido. China, por su parte, ha asegurado que la maniobra de su buque fue completamente segura.

La posibilidad de que se repitan estos encontronazos y alguno pueda acabar desencadenando un incidente grave es uno de los asuntos que abordó este fin de semana el secretario de Defensa, Lloyd Austin, durante su participación en el foro de seguridad internacional Diálogo Shangri-La en Singapur, que cada año reúne a los máximos jefes militares de todo el mundo.

El Pentágono había intentado aprovechar ese viaje para que se celebrara una reunión entre Austin y el ministro de Defensa chino, Li Shangfu. Pekín no aceptó y los dos altos cargos no llegaron a sentarse juntos a dialogar, aunque sí se estrecharon las manos en un breve aparte durante una cena.

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Los contactos militares entre las dos grandes potencias y rivales sistémicos permanecen suspendidos desde que Pekín los canceló a raíz de la visita a Taiwán, en agosto del año pasado, de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes y tercera en la línea de sucesión presidencial, la demócrata Nancy Pelosi. Tratar de restablecer esas comunicaciones, ha indicado Kirby, “es una de las razones” por las que el Gobierno de EE UU presiona para reactivar el viaje a Pekín de su secretario de Estado, Antony Blinken. Su visita se canceló en febrero, a raíz del paso por territorio estadounidense de un globo aerostático chino al que Washington acusa de cumplir una misión de espionaje.

En la actualidad dos altos funcionarios, Daniel Kritenbrink, del Departamento de Estado, y Sara Beran, del Consejo de Seguridad Nacional, se encuentran en China, como parte de una serie de viajes y contactos entre los dos Gobiernos en las últimas semanas para tratar de reencauzar las deterioradas relaciones bilaterales. A la reunión en Viena entre los respectivos consejeros de Seguridad Nacional, Jake Sullivan y Wang Yi, mantenida en secreto hasta su celebración, se ha sumado la visita del ministro de Comercio chino, Wang Wentao, a Estados Unidos. La semana pasada se conoció que, además, el director de la CIA, William Burns, había viajado a Pekín el mes pasado.

El presidente estadounidense, Joe Biden, había asegurado en los márgenes de la cumbre del G-7 en Hiroshima (Japón) en mayo que “pronto” se vería una distensión en los lazos entre los dos países. Biden y Xi habían acordado en noviembre pasado, en un encuentro en Bali durante la reunión del G-20, tratar de dar un nuevo impulso a la relación bilateral, de la que la visita de Blinken iba a ser el paso más tangible. El paso del globo aerostático chino y su derribo por la Fuerza Aérea estadounidense puso en barbecho esas esperanzas.

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