Sea por lo que sea, el Espanyol de David Gallego no acaba de arrancar estrellándose una vez tras otra contra sí mismo. Después de protagonizar una leve mejoría ante el Celta, enturbiada en parte por el postrero gol de Santi Mina que sacó dos puntos del zurrón blanquiazul, se esperaba ante el Valladolid una confirmación de sensaciones que no acabó de llegar.
El cuadro perico saltó al verde con buenas intenciones, pero estas no tuvieron la solidez necesaria como para imponerse al rival. El Espanyol, una vez más, fue preso del querer y no poder. Porque saber sí que sabe lo que tiene que hacer, pero todo se desmorona a la hora de ejecutarlo.
Errores que marcan diferencias
En un campeonato como LaLiga, en el que todo está tan igualado, habitualmente los pequeños detalles son los que inclinan la balanza a uno u otro lado. Y en este sentido, el Espanyol está pagando muy caros los errores que comete. Porque más que a nivel colectivo el problema partido tras partido está en aspectos individuales, aunque sea por lo que sea, siempre son perjudiciales y no beneficiosos para los intereses de los de David Gallego.
Es pronto y queda mucha Liga por delante, pero a la vez el margen de error se estrecha. Para el Espanyol y para un Gallego en el que parte de la afición ha dejado de confiar.
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