El examen de lo desconocido

Inmersa en un vuelo con aroma a historia, la Real afrontó ayer una turbulencia desconocida. Por primera vez en lo que va de curso fue golpeada de salida, casi sin tiempo para entrar en calor. La capacidad de reacción del conjunto txuri urdin se veía sometida a un examen sin anestesia por el tanto de Gerard
Moreno a los seis minutos de juego. A los de Imanol nunca se les había torcido una obra tan pronto esta temporada.

Un gol en contra siempre amenaza con cambiar las tornas. Los planes de partido, los escenarios idílicos, quedan a menudo enterrados. Toca sacar el remo, ajustarse las mangas y prepararse para una noche dura, más con el tercer clasificado enfrente. Sólo en Valladolid, en un estreno liguero ya lejano, la Real había encajado un gol en la primera mitad. Fue en el minuto 39. Ayer, en el 6’, el 0-1 ya gobernaba un marcador de malos augurios. Estupiñán afilaba cuchillos por el carril izquierdo mientras la Real trataba de digerir el mal trago lo antes posible.

El reto estaba servido y la Real lo afrontó con personalidad. Tardó escasos minutos en irse a por el Villarreal. A su campo, a apretarle, a morder. Los amarillos sufrieron en sus carnes una presión valiente y ambiciosa que les maniató durante 25 minutos en los que la Real no cesó de acumular llegadas. Primero, un disparo de Oyarzabal tras la presión de Barrenetxea. Después, otro del donostiarra para más tarde abrir una vía de agua por el carril izquierdo, en el que Aihen y el capitán comenzaron a combinar y centrar.

La Real se olvidó del derechazo, del 0-1 y no cesó de insistir pese a que el tanto en contra no era el único obstáculo. Con un grupo europeo que exige el ‘once’ de gala cada jueves y la irreparable ausencia de Silva, Imanol arriesgó con una alineación repleta de novedades. Cambiaron caras y posiciones, pero el equipo mantuvo la intención de ir a por el partido. El premio del empate llegó media hora más tarde del penalti. Injusto en las formas, tras un córner que no fue tal, pero plenamente merecido en el fondo.

Su otra gran virtud

Tras el descanso, las revoluciones cayeron y con ellas, las llegadas. Ahí fue cuando la Real sacó a relucir su otra gran virtud: la solidez. Con Zaldua inmenso por arriba y por abajo y el resto de la zaga solvente, los txuri urdin no concedieron una sola opción al Villarreal hasta el minuto 92. Dos disparos desde fuera del área en el tiempo de descuento completaron la tarjeta ofensiva de un submarino con pólvora en su vanguardia.

Si bien los realistas no encontraron espacios para crear su fútbol habitual a partir del descanso, el sufrimiento brilló por su ausencia. Emery probó con la explosividad de Chukwueze y Kubo por bandas, pero la Real no se resintió en absoluto y se acercó por las alas en las postrimerías del choque, con el encuentro algo más roto. Los tres pitidos pusieron fin al examen. El líder lo sigue siendo


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