El Govern admite que no reabriría la restauración si hubiera más dinero para ayudas

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Un camarero atiende a una clienta en un bar del Eixample de Barcelona.
Un camarero atiende a una clienta en un bar del Eixample de Barcelona.MASSIMILIANO MINOCRI / EL PAÍS

La curva epidémica está descendiendo, pero los contagios siguen siendo muy elevados —10.800 la semana pasada— y no se puede bajar la guardia. De hecho, en pleno arranque del plan de desescalada en la comunidad, que permitió el lunes abrir la restauración tras un mes cerrada, el Govern ha admitido que si hubiera más ayudas económicas del Estado para los colectivos profesionales afectados por las restricciones, no hubiese reabierto sectores como la hostelería. La Generalitat teme un repunte de contagios en cualquier momento o una tercera ola en enero, y es por ello que el puente de la Constitución, en diciembre, también se prevé descafeinado. Por el momento, el Ejecutivo catalán ha descartado flexibilizar las restricciones sociales para estos festivos y se ha enrocado en mantener el calendario de la desescalada que inició esta semana con la reapertura de la restauración: el pase a la fase 2, que ya permitirá moverse entre comarcas y más aforo en bares, comercios y espacios culturales, está previsto para el 7 de diciembre, en medio del puente. No se adelantará y, si la situación epidémica no apunta lo contrario, tampoco se retrasará.

El Govern ha pedido no apresurarse con la desescalada y ser “cuidadosos”. De hecho, tanto el consejero de Interior, Miquel Sàmper, como la titular de Salud, Alba Vergés, han señalado que “la emergencia económica” ha influido en el levantamiento de las restricciones sociales esta semana. “Si tuviésemos dinero, probablemente no se hubiesen producido estas reaperturas. Nosotros no podemos hacerlo. El Estado Español no nos está haciendo llegar los recursos”, ha reprochado Sàmper. En esta línea se ha posicionado también este jueves en TV3 el secretario de Salud Pública, Josep Maria Argimon: “Si pudiésemos pagar estas ayudas [a los autónomos], no estaríamos reabriendo ni ahora ni en otras ocasiones anteriores”.

El consejero ha puesto el ejemplo de Alemania o Francia que, según su explicación, ponen a disposición de los trabajadores afectados ayudas económicas para sortear el impacto de la crisis sanitaria. Tras el controvertido despliegue de las ayudas de la Generalitat a los autónomos —se colapsó la web de peticiones y las 10.000 prestaciones de 2.000 euros, del todo insuficientes, se agotaron en pocas horas—, el Govern no ha aclarado si dispondrá de más partidas para ayudar a los colectivos profesionales afectados.

Cataluña llega a esta nueva etapa de la pandemia con una tasa de paro encaramada al 13,2% y tras haber contabilizado 145.000 personas en expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) en el mes previo a la reapertura del sector comercial, restaurador y de la cultura el pasado lunes. La demanda de ayudas directas ha sido generalizada por parte del empresariado en todo este tiempo, pero estas han llegado en cuentagotas al colectivo de los trabajadores autónomos (medio millón de personas) y los sectores más afectados por las restricciones a la movilidad.

Los autónomos han recibido por el momento 27,5 millones de euros, además de otros 40 millones de euros para empresarios del sector de la restauración y centros de belleza que se han visto obligados a cerrar durante la segunda ola de rebrotes. El consejero de Empresa, Ramon Tremosa, ha anunciado unas ayudas para el conjunto de la restauración que todavía no se han activado, mientras que los pequeños empresarios del sector turístico han optado a partidas cerradas de poco más de 10 millones de euros. Asimismo, la Generalitat creó al inicio de la crisis sanitaria una ayuda de 200 euros para comprar productos alimentarios, de farmacia y otros básicos con una partida máxima de 20 millones de euros.

A propósito de las restricciones sociales de cara al puente, el subdirector de Protección Civil, Sergio Delgado, ha advertido: “No tenemos que pensar que hay un puente. Hay que pensar que hay una pandemia y unos tempos que hay que seguir. Hay que respetar los elementos de desescalada y no ir más rápido de lo que se prevé”. La curva epidémica en Cataluña lleva unas semanas de bajada, con la velocidad de transmisión por debajo de 1 (en 0,77), como recomiendan las autoridades sanitarias, pero la incidencia todavía es muy alta (356 casos por 100.000 habitantes) y la presión asistencial persiste: hay 1.833 personas hospitalizadas, 484 en cuidados intensivos.

El Govern teme una tercera ola pandémica tras la Navidad y pide extremar las precauciones. “Si somos capaces de tener la Rt [la velocidad de transmisión del virus, que mide a cuántas personas contagia de media un positivo] a 0,80, en dos semanas nos podríamos poner en 600 casos al día. Eso nos permitirá una Navidad mucho mejor. Tenemos que tener presente que la Navidad es una época de mucha interacción y, sobre todo, que los Reyes Magos no nos traigan la tercera ola”, ha dicho Argimon.

El Ejecutivo catalán ha recalcado la advertencia a la restauración para que se cumplan las medidas sanitarias. Sàmper ha admitido que, si bien el cumplimiento está siendo mayoritario, se han detectado infracciones, aunque las ha atribuido al desconocimiento de la normativa. Sin embargo, ha señalado también que se han registrado algunas situaciones donde se ha tirado de “picaresca” y, a partir de este jueves, se empezarán a sancionar estas acciones. “Trampas al solitario no. A un policía lo pueden engañar, pero al virus no”, ha avisado.

No relajarse

En la misma línea que Delgado, el director del Servicio Catalán de la Salud, Adrià Comella, ha instado a mantener la tensión y no relajarse. “No tiene nada que ver la desescalada cuando tienes la enfermedad bajo control que hacerlo ahora. Desescalamos todavía con transmisión comunitaria. Y vamos hacia una situación de navidad. Es una fase de riesgo porque estamos agotados, tenemos ganas de recuperar cierta normalidad y podemos bajar la guardia. En los encuentros, habrá transmisión. Y en algunas de estas transmisiones, algunas personas acabarán en camas de críticos y perderán la vida”, ha asumido Comella.

Según el director del CatSalut, en la primera desescalada, en junio, había 60 pacientes críticos y entraban cada día unos seis o siete enfermos a la UCI. Ahora hay 484 y siguen ingresando diariamente una veintena de personas en estado muy grave.

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