El heredero de Arabia Saudí culpa a Irán de los ataques a petroleros y pide una respuesta internacional



El príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed Bin Salmán, responsabiliza a Irán de los últimos incidentes navales y otros conflictos en Oriente Próximo, y pide una respuesta firme internacional. “El reino no quiere una guerra en la región (…), pero no dudaremos en hacer frente a cualquier amenaza a nuestro pueblo, nuestra soberanía y nuestros intereses vitales”, asegura el heredero durante una entrevista que publica este domingo el diario panárabe Asharq Al Awsat.
“El régimen iraní no respetó la presencia del primer ministro japonés en Teherán. Durante su visita, [los gobernantes] respondieron a sus esfuerzos atacando dos petroleros, uno de los cuales pertenece a Japón”, afirma el hombre fuerte saudí, conocido por sus iniciales, MBS.
El buque cisterna Kokuka Courageous, uno de los dos saboteados el pasado jueves, pertenece a la compañía japonesa Kokula Sangyo. Y el primer ministro nipón, Shinzo Abe, se encontraba reunido con el líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, cuando se conoció el incidente. Abe había viajado a Irán con un mensaje del presidente de EE. UU., Donald Trump, para intentar abrir un canal de comunicación entre los dos países. Jamenei rechazó cualquier diálogo con Trump.
“El problema está en Teherán, en ningún otro lugar. Irán es el actor que siempre surge en la zona y que lleva a cabo ataques terroristas y criminales, directamente o a través de las milicias que controla”, afirma MBS, que también es vice primer ministro y ministro de Defensa. En su opinión, “Irán ha cosechado los beneficios económicos del acuerdo nuclear para apoyar sus acciones hostiles en la región y sembrar el caos y la destrucción”.
Desde la salida unilateral de EE. UU. del acuerdo nuclear el año pasado, Irán se ha quejado precisamente de que no está obteniendo las contrapartidas económicas que se le prometieron a cambio de limitar su programa nuclear. Washington reimpuso inmediatamente sus sanciones y las ha extendido a terceros países que hagan negocios con la República Islámica, con el objetivo de evitar que pueda vender petróleo, su principal fuente de ingresos. La política de máxima presión de la Casa Blanca se ha traducido en las últimas semanas en una escalada verbal y reforzamiento de la presencia militar estadounidense en Oriente Próximo, que ha elevado aún más la tensión.
En ese contexto se han producido no solo los dos incidentes de sabotajes a buques cisterna en el golfo de Omán de mayo y junio, sino también los recientes ataques a instalaciones petroleras y un aeropuerto civil en Arabia Saudí por parte de los rebeldes Huthi de Yemen. De ahí “la importancia de nuestras peticiones a la comunidad internacional para que tome una postura firme [hacia el régimen iraní]”, subraya MBS. La víspera su ministro de Energía saudí, Khalid al Falih, había reclamado “una respuesta rápida y decisiva a la amenaza” al transporte de energía y la estabilidad de los mercados.
El príncipe heredero también ha asegurado a Asharq al Awsat (diario de propiedad saudí que se edita en Londres) que el Gobierno saudí va a concluir acuerdos de privatización por valor de 2.000 millones de riales saudíes (unos 475 millones de euros) antes de que concluya este año. Además, afirma que sigue en pie su plan para sacar a la venta un 5 % de la petrolera nacional Aramco, inicialmente prevista para 2018, y que espera que la OPV salga al mercado a finales de 2020 o principios de 2021.
El proceso de privatización es parte del ambicioso programa de reformas conocido como Visión 2030 y que el propio MBS lanzó en 2016 para modernizar la economía del reino, acabar con su dependencia del petróleo y crear empleos para los jóvenes (dos tercios de los 21 millones de saudíes). Pero sus esfuerzos por atraer inversiones privadas e internacionales se han visto frenados tanto por el episodio del Ritz (en el que dos centenares de príncipes y empresarios fueron encerrados durante meses en una poco transparente campaña anticorrupción), como por el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el Consulado saudí en Estambul el pasado octubre.
MBS no evita ese asunto en la entrevista. “Fue un crimen muy doloroso”, afirma a la vez que pide que se deje de explotar políticamente. La CIA concluyó que el heredero había ordenado el asesinato de Khashoggi, algo rotundamente negado por todos los portavoces saudíes. “Buscamos lograr la justicia y que [los responsables] rindan cuentas”, declara ahora el príncipe. Sin embargo, nueve meses después ni siquiera se conoce la identidad de los 15 encausados por el crimen y el juicio se está celebrando a puerta cerrada.


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