El inconformismo de Odegaard


El final del partidazo que protagonizó la Real contra el Barcelona dejó una imagen que vale más que mil palabras. Un nutrido grupo de futbolistas txuri urdin se vinieron abajo, agachados y respirando con apuros, nada más señalar el árbitro el término de la contienda. El esfuerzo había sido supremo. Mientras, los del Barcelona desfilaban a vestuarios más enteros, pero con el mismo botín en el zurrón: un punto.



Martin
Odegaard fue uno de los realistas que se puso a mirar al césped nada más decretarse el final, pero no tanto por el cansancio que pudiera acusar, sino por la resignación de no haber ganado. Sin importar que enfrente estuviera el líder y a la vez sin pasar por alto la notable actuación de su equipo.

Otros compañeros acabaron fundidos y una ampla representación se fue al gol sur para agradecer el empuje de la Grada
Zabaleta. En aquellos momentos, Odegaard era un manojo de gestos contrariados con el resultado: quería más. No se conformó con empatar. Le supo a poco.

Fue creciendo

Con el completado el sábado, Martin
Odegaard ha cumplido 15 partidos oficiales con la Real. En todos ellos ha empezado y terminado sobre el campo, para totalizar 1.350 minutos de calidad y liderazgo. Siempre que ha jugado ha sido titular y nunca sustituido.

El partido del escandinavo contra el Barcelona fue bueno. Es complicado ver una mediocre respuesta en un futbolista de su clase, aunque ha tenido tardes más lúcidas que la del sábado. Y, sobre todo, con mayor intervencionismo en el resultado.

El noruego fue creciendo a medida que avanzaba el partido y cargó sobre su espalda la iniciativa con que la Real empujó al Barça en los minutos postreros. Es posible que Imanol reserve a su estrella el jueves, en el estreno de la Copa contra el Becerril.


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