El instinto de killer de Raúl García vale su peso en oro


Cuando se está en estado de gracia todo sale. Y en el caso de Raúl García este axioma adquiere una dimensión especial. Había llegado a los 11 tantos como representante de Osasuna, su máxima cota como jugador de Primera División, después de haber anotado ante el Mallorca. Pues había que superarse y lo hizo. Un par de tantos de categoría llega ya a las 13 dianas. De récord. Con prontitud surgió la ocasión de sacar petróleo de una zaga en la que se suceden los errores -mal que Celades había admitido- y que de nuevo mostró sus debilidades.



Una pérdida increíble del Valencia deparó un pase de Muniain a la derecha para que Williams intuyera que una fiera del área estuviera por ahí. Pues sí, apareció Raúl García para empujar el balón como los delanteros clásicos pillando a contrapié al guardameta che y haciendo buena la apuesta del entrenador de darle otra ubicación. Y bien que lo agradeció el protagonista y el equipo con esa descarga de obligaciones que le puede limitar en su rendimiento.

Liberado de movimientos

En esta ocasión, el navarro no figuró por la banda derecha. Garitano prefirió que se escurriera más entre líneas para que surgiera dañino en busca de remates. Para que se peleara por los balones altos y comprobara cómo se las gasta Gabriel Paulista, que le soltó un buen mamporro que se quedó sin el castigo que correspondía. El central estaba excitado, la casi noche le confundía.

Durante buena parte de ese periodo de excitación rojiblanca se vio una versión muy eficaz de Raúl García, móvil y cómodo con esa libertad de movimientos que le librara de la tiranía de una banda, por ejemplo. Así gana el equipo en generación de peligro.

Y bien que lo demostró en la reanudación con un nuevo fallo de la zaga che. A Costa no se le ocurrió otra cosa que desmantelar el entremado defensivo del Valencia con una entrega hacia el centro que encontró los pasos de Córdoba.

Recuerda al golazo de Riazor

El extremo bilbaíno se la pasó a Raúl García, que soltó un zurdazo de escándalo que se coló casi por la escuadra de la portería local. La ‘pasada’ artística aspira al tanto de la jornada y recuerda a otro golazo logrado hace casi cuatro años en Riazor, aunque en aquella ocasión fue con la pierna derecha y desde una mayor distancia.

Como quiera que se sentía pletórico, Raúl no cejaba en su vaciamiento y en un robo tras exprimir pulmones se adueñó de un balón para soltar un disparo muy alejado del marco local. Paliza la que se dio el rojiblanco, que en el minuto 82 fue relevado por Sancet. Salió con el rostro cansado. Lógico.

En esos pocos instantes que estuvo Sancet en el campo refrendó las muy buenas sensaciones ofrecidas días antes ante el Mallorca. Dejó unos detalles que presagian un pedazo de jugador.


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