El mayor templo del mundo dedicado a U2 no está en Dublín, sino en Teruel

Nunca antes se había colado tanta gente en un espectáculo. Al menos en España. Y no ha sido superado. Según estudiosos del caso (los hay, y muchos, porque aquello fue historia de los espectáculos en vivo en España), hasta 40.000 personas accedieron al Santiago Bernabéu sin haber comprado la entrada. Sí, no hay errata: 40.000, casi como un Vicente Calderón lleno. 

“El aforo previsto era de 75.000 pero, por causas que no están demasiado claras, en el interior había más de 115.000 espectadores. Eso convirtió al estadio en lo que los medios calificaron como ‘una ratonera’. A las diez de la noche, cuatro horas después de la apertura de puertas, todos los accesos excepto dos estaban cerrados con candados. Si algo hubiera ocurrido, el desalojo hubiera causado una catástrofe”, relata Xavier Balart en el libro U2 en España, en el que se detalla profusamente y con multitud de fuentes la relación del grupo con nuestro país. Incluso se dice que Ramón Mendoza, presidente del Real Madrid en la época, vivió aquello con auténtico espanto.

El pasado mes de mayo, U2 claudicó oficialmente a la nostalgia y comenzó en Vancouver The Joshua Tree Tour 2017, la gira con la que celebran el treinta aniversario de su disco más vendido, The Joshua Tree, el que les aupó de manera fulminante desde la categoría de grandes aspirantes hasta la de estrellas rutilantes. Hasta la tierra prometida del rock de estadio tras un desértico peregrinaje durante el que despacharon más de 25 millones de unidades de aquel su quinto álbum de estudio.

A los repetidos gritos de “toreeero, toreeero, toreeero” del público, Bono respondía con frases lapidarias: “¡No somos el torero, somos el toro!”.

Y eso que, con el material final enviado a las plantas de producción, el vocalista, Bono (Dublín, 1960), estuvo a punto de llamar para pedir que se detuviera la maquinaria: dudaba de la calidad de las once canciones de The Joshua Tree. Pero se contuvo y el disco vendió 300.000 ejemplares en dos días solo en el Reino Unido, un mercado que lideró durante dos semanas. En Estados Unidos entró en el 4 y pronto alcanzó el número uno, donde permaneció nueve semanas.

“Todo iba muy rápido, la pasión de los fans había dado un salto muy grande y la atención de los medios de comunicación nos desbordó”, confiesa Larry Mullen (Dublín, 1961), el batería, en la autobiografía coral U2 by U2. El guitarrista, The Edge (Barking, Inglaterra, 1961), agrega: “Tengo un recuerdo un poco borroso de todo aquello: nos volvimos un poco locos. Tuvimos que resolver qué y quiénes éramos. Llevábamos sobre los hombros el peso de lo que se esperaba de nosotros y la responsabilidad de no cagarla”.

Antes las entradas no eran como un cheque bancario. Así era la del concierto que U2 dio en el Bernabéu hace 30 años. Costaron 1.500 pesetas, unos 10 euros.
Antes las entradas no eran como un cheque bancario. Así era la del concierto que U2 dio en el Bernabéu hace 30 años. Costaron 1.500 pesetas, unos 10 euros.

Con esos temblores, U2 estuvo en la carretera de abril a diciembre de 1987 con The Joshua Tree Tour, recorriendo EE. UU. y Europa, tocando en grandes estadios. Como el Santiago Bernabéu de Madrid el 15 de julio, en su primera visita a España. Como artistas invitados, The Pretenders, UB40 y Big Audio Dynamite. Y si hacemos caso a la leyenda -decenas de veces refrendada-, fueron miles los que se colaron al estadio (muchos con entradas falsas, otros burlando las medidas de seguridad), provocando avalanchas, situaciones de saturación en aseos, etc. Los tiempos en los que el rock era algo peligroso, espectáculos donde se saltaba la letra pequeña, y la grande. Los locos años ochenta en la capital.

“Había muchísima gente. Entonces no existían los controles ni las regulaciones de ahora. Además, los escenarios eran distintos, iban totalmente incrustados en la grada y eso dejaba mucho más campo. No sé una cifra exacta, pero desde luego 75.000 no, había muchísima más gente”, señala a ICON Íñigo Argomániz, del equipo organizador del concierto y hoy representante de artistas como Rosendo, Joaquín Sabina o La Oreja de Van Gogh. Las entradas costaron 1.500 pesetas (unos 10 euros) y se agotaron en tres días, un récord para la época. En la reventa llegaron a las 20.000 pesetas (unos 120 euros).

Esa marabunta amorfa en pleno Paseo de la Castellana se convirtió en multitud unidireccionalmente uniforme al llegar la hora indicada, a eso de la medianoche. Se apagaron las luces y, sobre un enorme fondo rojo, arrancaba el recital con Where the streets have no name. Un fogonazo lumínico deslumbró al público. Un momento que define a la perfección eso de la épica del rock de estadio, capitaneada por las canciones del cuarteto irlandés, con Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen Jr, entonces veinteañeros airados y en pleno vigor de ascenso a la última cima.

“¡Hola Madrid!”, bramó Bono, dando así inicio a las hostilidades en su primer concierto en España. No había entonces para U2 grandes pantallas, ni fue un espectáculo tecnológico de derroche audiovisual. La gira se basaba en las canciones, y con ellas como única arma luchaban cada noche U2 para llenar estadios cada vez más grandes y cada vez más abarrotados. Sonaron: Bullet the blue sky, Sunday bloody sunday, New year’s day, Spanish eyes (en su primera interpretación en vivo) y With or without you, entre otras.

Aquella lejana noche de verano en Madrid empieza con Bono pateando un balón de fútbol con la firma: “From U2 to Madrid, July 87”. Desde el primer momento la banda se ve sorprendida por estar tocando ante la mayor audiencia de su historia hasta aquel momento, sólo superada por la del US Festival de 1983 en California (con Van Halen, The Clash, David Bowie, INXS… y 670.000 asistentes en cuatro días).

Durante uno de los momentos más recordados, un ceremonioso pasaje de solemnidad marca de la casa, al inicio de I still haven’t found what I’m looking for, el cantante lanza una de sus proclamas, repetidas durante aquella gira en el idioma de cada país, siempre con resultado más que efectivo: “Este es un lugar muy grande, pero U2 y vosotros somos mucho más grandes”.

Si hay que definir la 'épica del rock de estadio', los que estuvieron allí la vivieron. En la imagen, el público de U2 en el Santiago Bernabéu aquel verano de 1987.
Si hay que definir la ‘épica del rock de estadio’, los que estuvieron allí la vivieron. En la imagen, el público de U2 en el Santiago Bernabéu aquel verano de 1987.

En el tramo final del concierto, otro discurso: “La próxima vez que vayáis a Dublín, preguntad por mí. Esta es una ciudad maravillosa. Hemos pasado unos días maravillosos paseando por vuestras calles. Me pregunto una cosa, ¿por qué no hemos tocado aquí antes? No lo sé, pero vamos a tocar otra canción para vosotros y también para la gente que está en la calle y allí arriba en los edificios”.

La actuación duró alrededor de hora y media. En la interpretación de The Electric Co, Bono trepó por la estructura metálica del escenario para llamar la atención y arengar aún más a los presentes.

En U2 by U2 Bono rememora aquel debut madrileño: “Tuvimos una noche impresionante en el Santiago Bernabéu. La gente trepaba por las puertas, era imposible echarles. Nunca habíamos visto tanta multitud y aquello no era un festival, era un concierto de U2. En los bises empezaron a gritar: ‘¡Torero, torero, torero!’, y cien mil personas se oyen bastante. Alguien me explicó que ese era el mayor cumplido que me podían hacer, así que volví a salir y le pedí al promotor que tradujera mis palabras. ‘¡No somos el torero, somos el toro!’, les dije. Eso a los españoles les encantó”.

Bono: “Me llevaré a la tumba la experiencia de aquel concierto. Creo que en el Real Madrid se cabrearon por los desperfectos que sufrió su sagrado estadio. Lo lamento mucho, pero nuestra música también es sagrada”

Diez años después, el propio Bono fue preguntado por el concierto del Bernabéu en El País de las Tentaciones. Y seguía recordándolo: “Me llevaré a la tumba la experiencia de aquel concierto. Creo que en el Real Madrid se cabrearon por los desperfectos que sufrió su sagrado estadio. Lo lamento mucho, pero nuestra música también es sagrada”.

“El montaje de un concierto así en 1987 no tenía nada que ver con la actualidad, se tardaba un montón, era todo de hierro, sin apenas tecnología. Y nosotros no teníamos móviles, claro, trabajábamos con télex, imagínate”, señala, Íñigo Argomániz, del equipo organizador del recital. Y añade: “He visto muchos conciertos de estadio después, pero aquello era muy lejano de lo que la gente está acostumbrada a ver”.

“El mejor día de mi vida sin duda. Pero también fue una putada porque ese fue mi primer concierto y nunca he visto nada parecido. No creo que se vuelva a repetir nunca, los que estuvimos allí fuimos auténticos privilegiados. Creo que nadie era consciente de lo que vivimos aquel día”, señala un asistente a aquel concierto en un foro de Internet.

El próximo 18 de julio la banda regresa dentro del The Joshua Tree Tour 2017. Será en el Estadio Olímpico de Barcelona. Allí se reunirán 55.000 fans de U2, muchos de los cuales seguro que siguen recordando bien lo que sucedió hace 30 años. Porque estuvieran en el Bernabéu o no, saben que aquello fue el inicio de algo que aún resuena.

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