La parálisis política que vive Portugal desde el pasado noviembre, cuando el desacuerdo de la izquierda provocó el inesperado fin de la legislatura y un adelanto electoral, concluyó este viernes. El debate sobre el programa de gobierno, que se ha celebrado desde el jueves en la Asamblea de la República, marca el inicio oficial de la nueva legislatura, caracterizada por la mayoría absoluta del Partido Socialista (PS), el crecimiento de formaciones radicales a la derecha y el desplome de fuerzas de izquierda como el Bloco de Esquerda o el Partido Comunista Portugués, antiguos socios parlamentarios del primer ministro, el socialista António Costa.
El nuevo Parlamento portugués evidencia que la relación institucional con la extrema derecha es una de las principales diferencias entre los partidos mayoritarios de España y Portugal. La mesa de la Asamblea solo tendrá representantes del Partido Socialista y del Partido Social Demócrata (PSD, centroderecha), ya que los candidatos presentados por Chega (ultraderecha) e Iniciativa Liberal, que tenían derecho a realizar una propuesta como tercera y cuarta fuerzas, no alcanzaron votos suficientes para sentarse en la mesa. PS y PSD también se han repartido las presidencias de las comisiones parlamentarias.
António Costa aprovechó el debate el jueves para anunciar las nuevas medidas de su Gobierno para combatir la subida de precios, que incluyen, entre otras, la bajada del impuesto sobre carburantes como una medida transitoria mientras Bruselas no da luz verde a la reducción del IVA, o el aumento de las familias beneficiarias de apoyos estatales para la compra de la cesta básica y del gas. Las medidas fueron aprobadas en la tarde del viernes en el Consejo de Ministros que siguió al debate parlamentario.
El respaldo electoral que logró Costa en enero convierte al país en una rareza de la Unión Europea, donde solo hay otros dos Estados, Francia y Grecia, con gobiernos con mayoría absoluta. La victoria política se ha interpretado como un triunfo personal del primer ministro, que se presentaba por tercera vez, aunque su contundente resultado no ha cerrado la puerta a las especulaciones periodísticas sobre su marcha a Bruselas antes de que finalice la legislatura. Costa aprovechó el debate de estos días para expresar por vez primera su voluntad de permanecer en el cargo todo el mandato. “Estaré aquí cuatro años y medio”, dijo en la Cámara.
La composición del nuevo Gobierno, que es paritario por vez primera en la historia de Portugal, había avivado el runrún sobre una supuesta salida anticipada del primer ministro para optar a un cargo comunitario. En el nuevo Gabinete se sientan los cuatro aspirantes que más suenan para suceder a Costa: Mariana Vieira da Silva, su mano derecha y una suerte de superministra; Fernando Medina, exalcalde de Lisboa y ministro de Finanzas; Ana Catarina Mendes, anterior portavoz parlamentaria y titular ahora de Asuntos Parlamentarios, y Pedro Nuno Santos, el ministro de Infraestructuras y Viviendas y representante del ala más izquierdista del Partido Socialista. La entrada en este equipo de Duarte Cordeiro, que fue el responsable de la campaña electoral, como ministro de Ambiente y Acción Climática, también se interpreta como el quinto invitado a la mesa sucesoria.
Este clima llevó al presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, a tratar de asegurar la estabilidad para toda la legislatura con el aviso de que convocaría elecciones anticipadas si António Costa abandonaba a mitad de legislatura. “Ahora que ganó por cuatro años y medio, tengo la convicción de que sabe que no será políticamente fácil que ese rostro que ganó de forma incontestable y notable las elecciones pueda ser sustituido por otro a medio camino”, advirtió Rebelo de Sousa durante la toma de posesión de nuevo Gobierno hace una semana.
Tras la guerra en Ucrania y la cascada de impactos socioeconómicos que ha desatado, el presidente de la República considera aún más necesaria la estabilidad institucional al frente del país, que lleva cuatro meses bloqueado. A la crisis política de noviembre y la celebración de elecciones en enero, le siguió la decisión del Tribunal Constitucional de ordenar la repetición de las elecciones entres los residentes portugueses en países europeos debido a las anomalías detectadas en el proceso electoral. Esto obligó a retrasar el calendario institucional casi dos meses. El país, además, está gestionado con un estricto corsé presupuestario, ya que no fueron aprobadas las cuentas de este año.
Después del debate parlamentario del programa de gobierno, que recibió una moción de rechazo del Chega que no contó con el apoyo de otros partidos de la oposición, Costa pretende llevar a la Cámara de forma inminente el proyecto de Presupuestos para 2022, que en noviembre fue rechazado por el Bloco de Esquerda y el Partido Comunista Portugués y llevó a Rebelo de Sousa a convocar elecciones. Este documento fue la piedra angular del programa electoral durante la campaña de António Costa, que está recibiendo algunas críticas por no adaptarlo más a las nuevas circunstancias geopolíticas y económicas causadas por la guerra en Ucrania como la escalada de la inflación (más del 5% en Portugal), que el Gobierno considera temporal.
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