El poder gira hacia la periferia


Los rumores son intensos. Un cambio de Gobierno, un reajuste de la coalición… En los círculos políticos se especula con muchas hipótesis una vez aprobados los Presupuestos. Pero los entornos de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias lo descartan. El presidente, señalan los suyos, está a otra cosa. A consolidar el nuevo poder surgido del pacto de los Presupuestos, que incluye a 11 partidos con 189 escaños. A reforzar ese gran acuerdo con la periferia, con partidos independentistas, nacionalistas y regionalistas, que están creando un nuevo polo de poder en España mientras el PP cada vez está más centrado en Madrid.

Un nuevo tiempo que se verá reforzado con el plan de recuperación europeo, en el que tendrán mucho que decir las autonomías, y sobre todo con el cambio del modelo de financiación, en el que ya trabajan en Hacienda. Los movimientos de poder son intensos, con gestos muy claros como el acercamiento esta semana entre el presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, y el de Cataluña, Pere Aragonés, en una visita a Barcelona en la que Puig ha propuesto una alianza entre ambas comunidades, hasta ahora muy alejadas políticamente, “para reinventar España”.

Hace menos de dos años, Pedro Sánchez, que entonces gobernaba en solitario, fracasó en su intento de consolidar el pacto con ERC y PDeCAT que le debía permitir agotar la legislatura. La crisis del relator, que hizo saltar todas las alarmas en el sector del PSOE que se oponía a ese acuerdo, acabó tumbando los Presupuestos. Las críticas durísimas de algunos barones del PSOE y también de dirigentes históricos como Felipe González o Alfonso Guerra, sumadas a las dudas de ERC y PDeCAT, con su feroz batalla interna, frenaron el giro y terminaron en elecciones anticipadas. Esta vez el esquema en el PSOE se ha repetido, con críticas de los mismos protagonistas por la presencia de Bildu en la mayoría de los Presupuestos. Pero ahora no han tenido el mismo efecto. Ni en el presidente ni en ERC ni en el PDeCAT, ya independizado de Carles Puigdemont.

El giro hacia la periferia que promueven Sánchez e Iglesias, este último aún con más entusiasmo, se ha impuesto con una votación aplastante en el Congreso que abre una nueva etapa política. El PSOE, admiten incluso los más críticos, apoya muy mayoritariamente este giro y quienes expresan su rechazo no encuentran más que silencio dentro del partido. ”Sánchez ya ni siquiera necesita reunir al Comité Federal para sancionar el giro. Lleva meses sin convocarlo. Él envía una carta a la militancia y asunto arreglado. Y si hiciera una consulta a las bases, la ganaría. Es la polarización. Cuando la alternativa es Vox, todo se consiente”, señala un dirigente muy molesto por el acuerdo con Bildu.

La única duda es si todo este movimiento tendrá coste electoral para el PSOE, especialmente en lugares donde ha perdido el poder y está debilitado como Andalucía, el histórico granero de votos socialistas. Varios miembros del Gobierno señalan que la ciudadanía ha entendido la necesidad de llegar a acuerdos amplios y no tendrá coste. Además, insisten en que La Moncloa seguirá abriéndose a pactos con Ciudadanos, a quien intentaron incluir hasta el final en los Presupuestos -toda la parte fiscal estaba pensada para que entraran ellos, y así se ha quedado aunque votaran en contra-. El fracaso de la negociación con Inés Arrimadas, celebrado por Unidas Podemos y ERC, que los querían fuera, ha roto la estrategia de La Moncloa de ampliar el espacio. Volverán a intentarlo, aunque el margen es cada vez más estrecho.

Otros dirigentes tienen muchas menos dudas de que la vía del gran pacto con la periferia es la adecuada. Un barón importante, como el valenciano Puig, que se opuso a Sánchez en 2017, ha hecho una apuesta de fondo a favor de este giro del presidente. Él cree que es imprescindible pactar con ERC, sobre todo si gana las elecciones del 14 de febrero, para empezar a coser las dramáticas heridas que ha dejado el procés.

Puig es de los primeros que planteó con un detallado informe de expertos la necesidad de acabar con el dumping fiscal de Madrid. Algunos barones del PP, que también lo sufren, admiten en privado que no les gusta la dinámica política actual, que está llevando su partido, con un protagonismo absoluto de Isabel Díaz Ayuso, la presidenta madrileña. “Hay un España moviéndose a un ritmo muy diferente a la centrifugadora de Madrid”, resume un presidente autonómico.

En el PSOE hay muchos dirigentes que plantean que, después de los Presupuestos, ha llegado el momento de replantear el papel de Unidas Podemos y de Pablo Iglesias en la conducción política del Gobierno. Su protagonismo en las últimas semanas, marcando la línea hacia un pacto con ERC y Bildu -lo que molestó mucho al PNV- ha generado mucho malestar interno en el PSOE.

Sin embargo, dirigentes del núcleo duro de Sánchez dudan de que vaya a haber cambios muy significativos. Todo indica que el presidente ni siquiera tendrá que relevar a Pedro Duque, ministro de Ciencia, porque según fuentes del Gobierno tiene muy difícil hacerse con la dirección de la Agencia Espacial Europea, el puesto al que aspira.

Los ministros socialistas señalan, cuando se les pregunta por un posible reajuste de la coalición, que la realidad se impondrá sin necesidad de ninguna crisis. Y la realidad, dicen, es que las decisiones más importantes, sobre todo las que vienen a partir de ahora en la gestión del fondo de reconstrucción, las tomarán los ministros del PSOE, que controlan la política económica. ”Ya sé que esto de los fondos lo decides tú, ha quedado muy claro, que esto lo lleva Moncloa”, le dijo el siempre directo Miguel Ángel Revilla el viernes a Sánchez en su visita a Cantabria.

El presidente, señalan varios ministros, está mucho más tranquilo con Iglesias que la mayoría del PSOE. Las batallas seguirán -ahora mismo hay una fuerte para ver cómo y cuánto se limitan los cortes de luz y gas durante este invierno a la población más vulnerable- pero nadie se plantea una ruptura, aunque parece evidente, y lo admiten incluso en Unidas Podemos, que Iglesias tiene menos capacidad de maniobra una vez aprobados los Presupuestos.

“Por supuesto la coalición no se puede romper y menos ahora que tenemos una mayoría cómoda y vamos a gestionar 72.000 millones de euros en fondos europeos. Pero tampoco podemos machacar a Podemos. Necesitamos que sus votos aguanten. Ya hemos visto que son votos que no van a volver al PSOE, y si se cayera mucho el riesgo es que esos escaños se los lleve la derecha”, resume un dirigente socialista.

Pese a las tensiones, Sánchez sigue cuidando a Iglesias. Lo metió en el órgano político para controlar el fondo de recuperación y muy probablemente lo incluirá ahora en otra cita clave, la Reunión de Alto Nivel (RAN) en Marruecos el día 17. Aún no está cerrado, y depende de la negociación con Marruecos y las limitaciones de número por la covid, pero fuentes del Ejecutivo señalan que es probable que acuda, como fue a la RAN con Italia y con Portugal.

El Gobierno camina pues hacia la consolidación de una estable inestabilidad que le da mucho más margen del previsto y sobre todo que deja completamente aislada a la alternativa de la oposición, cada vez más encerrada en su propia batalla interna por el liderazgo de la derecha y sin posibilidad de buscar acuerdo con esa otra España periférica sin la que será muy difícil gobernar en un Parlamento tan fragmentado.


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