El tacón del Madrid y la puntilla para el Espanyol


Para el Espanyol no fue fácil afrontar el duelo dadas las circunstancias. Saltó al césped sabiendo que el Eibar había ganado en Granada y que la zona de salvación estaba ya a 11 puntos. Un mundo. Enfrente estaba un Madrid consciente de la necesidad de no caer para no ceder el liderato al Barça. Con esto, no era descabellado pensar que los de Zidane pasasen por encima de su rival desde el inicio. Pero nada más lejos de la realidad. El Espanyol no solo dio la cara, sino que pudo incluso adelantarse en el marcador. No lo hizo. Y como sucede cuando el débil perdona al fuerte, lo acabó pagando.



La jugada que decantó la balanza y marcó el devenir del duelo da para un juego de palabras que bien vale para resumir la temporada tanto del Madrid como del Espanyol. La cosa va de partes del pie, aunque para ser justos cabe puntualizar que no hablaremos de la punta, sino de su diminutivo y una de las acepciones que se le da al mismo. Concretamente nos referimos a un tacón y una puntilla. Tacón, el de Benzema, que en el 0-1 tiró de genialidad para asistir a Casemiro demostrando una vez más que cuando este Madrid se atasca es su clase la que deshace el entuerto.


Y puntilla la que recibió un Espanyol voluntarioso que, ahora sí que sí, y aunque las matemáticas todavía no lo certifiquen, más vale que vaya asimilando que la próxima temporada estará en Segunda.

Hasta la acción comentada, el Espanyol estuvo bien. Ligeramente dominado por un Madrid más acostumbrado a llevar la iniciativa en el juego, pero bien. Sin embargo, con desventaja en el marcador, los de Rufete destilaron cierta impotencia. Presos del quiero y no puedo.

Lo que decíamos, la acción de Benzema en el Madrid resume lo que está siendo la temporada para los blancos, tirando de destellos para seguir ganando cuando su juego no es demasiado brillante. Y en el Espanyol fue un ejemplo más de un pequeño detalle que en lugar de quedar en un grano de arena se convierte en una montaña insalvable.


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