Elecciones en EU: Lo que está en juego para México

Elecciones en EU: Lo que está en juego para México

Aunque a veces en México se pasa por alto la importancia de las elecciones de Estados Unidos, éstas tienen significativas repercusiones en la relación binacional, dice Tony Payan en este artículo. El analista reflexiona sobre las expectativas para el país a partir de los resultados de los comicios del 3 de noviembre.

Por Tony Payan

Este 3 de noviembre del 2020, los estadounidenses tienen una cita en las urnas para una elección trascendental. Para Estados Unidos, hay un elemento central en juego: La restauración de la normalidad política en ese país. Y, para México, está en juego un futuro más incierto.

Para Estados Unidos: Restauración

El advenimiento de Donald Trump a la Casa Blanca trajo consigo retos a la normalidad política de Estados Unidos no vistos desde hace mucho tiempo. Donald Trump basó su presidencia en un estilo personal sui generis: Hacia afuera, un nacionalismo estrecho, una confrontación con amigos y aliados en el estrado internacional, y una política exterior errática, irracional, y confusa, pero también cruel y desalmada, especialmente con relación a la migración y el deber humanitario. Y hacia adentro trajo un ataque al aparato administrativo del Estado y otras instituciones, una sociedad enfrentada consigo misma, un autoritarismo curiosamente acompañado de una pasmosa incompetencia y, finalmente, una parálisis para lidiar con las tensiones sociales y raciales, y la misma pandemia del coronavirus en el 2020.

Ante esto, el electorado estadounidense se encuentra en una fase de fatiga con la presidencia de Donald Trump. La mayoría desea un retorno a la normalidad política, a la restauración de la sanidad mental en la administración pública y la burocracia, y la reparación del pacto social que permite reconciliar diferendos y resolver problemas. Y el Partido Republicano que se dobló ante el caos sembrado por el presidente Trump se acerca a una derrota importante. Curiosamente, el elector no se entusiasma por Joe Biden, el candidato demócrata a la presidencia, sino que más bien pone distancia entre sí y el legado trumpista.

Biden garantiza esa restauración de la tradición liberal gradualista que caracteriza el seguimiento disciplinado del interés nacional, mientras existe una adherencia a ciertas reglas escritas y no escritas del mundo de la política doméstica y exterior estadounidense.

Foto: Reuters

Para México: Incertidumbre

Aunque a veces en México se pasa por alto la importancia de las elecciones de Estados Unidos para el país, estas tienen significativas repercusiones en la relación binacional. Las elecciones del 2020 no son la excepción, especialmente porque en Trump, Andrés Manuel López Obrador encontró un aliado inesperado. Por un lado, el Presidente López Obrador supo leer bien a Trump—elogiarlo era la manera de neutralizarlo. Trump no puede resistir la lisonja, y la confunde con amistad y lealtad. Biden no es susceptible a eso, y ya ha expresado un interés por articular una nueva política exterior hacia Latinoamérica. Biden no tiene las mismas necesidades psicológicas de Trump, y su visión del interés nacional es más amplia y articulada.

Por otro lado, López Obrador encontró en el nacionalismo tosco y desparpajado y en el aparente populismo de Trump un importante eco legitimador de sus propias prácticas políticas. La potencial expulsión de Trump de la Casa Blanca sustrae de debajo de los pies de López Obrador un fuerte soporte, aunque externo, para su estilo de gobernar.

Pero esto no quiere decir que Biden, por su carácter liberal, institucional, y más tradicional vaya a dar a México un pase en los temas que a Estados Unidos le importan: Una implementación fiel del T-MEC, una cooperación clara en materia de migración, y una estrategia más robusta en materia de seguridad. Incluso, en Washington pudieran sonar las alarmas sobre el propio corte autoritario y populista, aunque también sui generis, de López Obrador, y haya presiones para que este modifique sus políticas públicas. Después de todo, a Estados Unidos le conviene que México sea mucho más un espejo, sin importar qué tan imperfecto, de las instituciones y prácticas políticas de los Estados Unidos. Permitir una desviación considerable no está en los planes. En este sentido, el espacio de maniobra de López Obrador para llevar a cabo su visión pudiera verse reducido. Lo único que pudiera darle un margen es el hecho de que Biden se encontrará ocupado resarciendo todo el daño causado por Trump.

Foto: Cuartoscuro

Conclusión

En conclusión, si Biden gana la presidencia, que es lo más probable, la relación binacional no va a ser la misma. Sin embargo, los términos bajo los cuales esta se va a dar todavía están por determinarse. Pero ya hay señales de lo que pudieran ser. Gran parte del equipo de Biden para Latinoamérica es el mismo de Barack Obama, con su amplia visión —mucho más allá de la migración, e incluyendo la estabilización política del continente, la reconsideración de la relación económica, y la seguridad nacional y regional, entre otros temas.

¿Cómo encajarán el populismo sui generis, el nacionalismo rancio, y el autoritarismo de López Obrador en este nuevo esquema? Esa es la gran interrogante.


Centro para los Estados Unidos y México en el Instituto Baker de la Universidad Rice y Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Tony Payan es mexicoestadounidense y Doctor en Gobierno por la Universidad de Georgetown.

***

Rumbo a la elección presidencial en Estados Unidos, el Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana presenta, en Aristegui Noticias, un amplio monitoreo sobre las claves y desafíos que entraña este importante proceso.




Source link