Errores comunes a la hora de elegir zapatos para los niños

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Felicidades por el cumplemes de tu bebé. Ya tiene seis meses. Ya se sienta, te engatusa con su sonrisa, le gustan las lámparas y los colorines, se entretiene con los papeles que envuelven los regalos y se lleva a la boca todo lo que pilla. Seis meses, tú has cumplido con la recomendación de la Organización Mundial de la Salud de lactancia exclusiva, y tu teta o el biberón están en plena forma. ¿Y ahora qué? Bienvenida a la extraordinaria etapa de las manchas, el guarreo y dos o tres cambios de ropa al día. La comida aterriza en la vida del bebé, y no lo hace ni de manera limpia ni silenciosa ni ordenada. Recomiendo baberos de plástico, mucho amor y paciencia y la cámara de fotos a punto para inmortalizar momento churretes.
A partir de esta edad, aunque la leche materna (o de fórmula) sigue siendo la principal fuente nutritiva hasta el año, puede ser insuficiente en nutrientes y en energía. ¿Cuándo está preparado el cachorro para la comida? Según la Asociación Española de Pediatría cuando presenta un interés activo por los alimentos, es capaz de mantener la postura de sedestación con apoyo, desaparece el reflejo de extrusión y es capaz de coger comida con la mano y llevársela a la boca. La introducción de alimentos tiene que ser gradual, en pequeñas cantidades y con intervalos de días para detectar posibles alergias. Tres días plátano, tres días pera, tres días sandía. Así sucesivamente. La leche sigue siendo el pilar, pero hay que ir preparándolo para el momento que deje la teta. La alimentación complementaria, es eso, complementaria a la teta o biberón.
Ahora bien, la gran pregunta: ¿cómo ofrecerle la comida? ¿machacada en papillas y guiada por mi cuchara? ¿en trocitos y con sus manos? Es probable que si has estado cotilleando webs y redes sociales de madres 2.0, si has socializado en el parque o estás en un grupo de cuidados te habrás dado de bruces con la técnica de moda: El Baby-led Weaning (BLW). Y esta no es otra cosa que ofrecerle la comida sin triturar. La idea es sentarlo en la trona, y bajo la atenta mirada de alguien, ponerle trocitos (cortados en forma de dedo/palitos y blanditos) y que él mismo gestione. ¿Un niño de seis meses es capaz de autorregularse, de dirigir el destete? He ahí la cuestión. He ahí el momento del aprendizaje.
¿Pero comen o guarrean? La asesora en BLW Begoña Prats considera que con el BLW el bebé no se queda con hambre porque antes de ofrecer los alimentos sólidos hace sus tomas de leche. Afirma que con el triturado puede que tomen más nutrientes dado que hay el doble de comida, pero que, no se respeta ni su hambre ni su saciedad. El bebé se limita a ser un sujeto pasivo y no establece vínculos saludables con la comida porque, el avión y la cuchara lo perciben como una obligación.
Según el pediatra Gonzalo Oñoro, lo bueno de los triturados es que tú controlas cuánto come el niño. Es por eso por lo que Rosa Cano, madre de Valeria, rechazara el BLW. La niña estaba por debajo del percentil 3 y el médico digestivo les recomendó que no bajara ni un gramo. La papilla le posibilita meter cantidad de nutrientes y revisar lo que come. Oñoro piensa que cada niño es un mundo, y que hay que individualizar lo que necesita cada bebé, pero sí es cierto que es más fácil darle más calorías con los triturados. Si algún niño BLW pone poco peso recomienda que su pediatra le haga un seguimiento.
Oñoro considera que lo importante es que ofrezcamos a los niños comida saludable, el BLW no siempre es sinónimo de que coma bien y variado. Recalca la importancia de la elección de los padres en los alimentos que ofrecen al niño, que este se autorregule (que defiende el método) no equivale a que solo coma pan y no brócoli (imaginen que no le gusta). El niño no puede elegir qué hay de comida o cena porque es corriente que algunos bebés tengan neofobia y rechacen alimentos. Hay veces que se necesitan hasta 10 o 15 intentos para que acepten. Los padres tienen que seguir presentándole la comida aunque parezca que no les guste.
La Asociación Española de Pediatría considera que no hay diferencias calóricas totales ingeridas entre el método papilla y el método BLW, lo que está claro que mientras un puré casero lleva más cantidad de componentes, ofrecer trozo a trozo requiere, como mínimo, de más tiempo a la hora de comer. Y el tiempo es oro en nuestra sociedad capitalista. En una cucharada el bebé ingiere el doble o triple que con la experimentación con una patata o una zanahoria blanda. ¿Disponemos las familias de tiempo suficiente para que el bebé tarde el doble en comer?
BLW tiene otro colosal factor en contra: el miedo de los padres a que el bebé se atragante. Es cierto que la maniobra de Heimlich deberíamos dominarlas las familias BLW y las familias purés. El curso de primeros auxilios tendría que ser obligatorio para que te den la L de la maternidad/paternidad. Los expertos y difusores del BLW defienden que no hay estudios que evidencien que los bebés que comen trozos se atraganten más. Oñoro está a favor de que los padres alimenten a sus hijos de la manera que se sientan más seguros, que les sea más cómodo y que el comer del bebé sea un disfrute más que un dolor de cabeza.
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