Muchos empresarios mexicanos tienen hoy una postura política que hace unos años era impensable: quieren ver a Donald Trump reelegido. Las cosas han cambiado para los dueños y directores de empresas en el país desde 2015, cuando el entonces candidato estadounidense hizo de México el saco de arena al que lanzó todos sus golpes. Llamó a los migrantes mexicanos “violadores”, deshizo el acuerdo comercial que delineaba cómo hacer negocios entre ambos países y prometió un muro fronterizo para terminar con la migración. Su retórica impulsó los ataques racistas y antilatinos en Estados Unidos. Ahora, nada de esto importa tanto como la certeza comercial y de negocios que Trump forjó para empresarios mexicanos en los cuatro años de su Administración, particularmente, en los sectores energético, automotriz y de manufactura.
El Tratado de Libre Comercio de Norteamérica se renegoció y se firmó el nuevo acuerdo, el TMEC, bajo el cual se ampara el impulse del comercio y, por ende, de la economía. El discurso proteccionista de Trump ya no está dirigido a México, sino a China, economía que, como exportadora, compite con México. Mientras tanto, su contrincante en las elecciones, el demócrata Joe Biden, ha lanzado su propia iniciativa proteccionista, la cual tiene nerviosos a los corporativos mexicanos.
“El sector empresarial piensa que una reelección de Trump le va a dar continuidad, estabilidad y cierta previsibilidad al futuro”, asegura Lila Abed, politóloga y consultora. Abed, quien apoya el voto para Biden, asegura llevar “una relación muy estrecha, muy cercana con el sector empresarial en México”, pero se reserva los nombres de sus clientes, dueños y directivos de algunas de las empresas más grandes del país, a quienes asesora en materia política. Durante esta campaña electoral, Abed ha trabajado también con la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) así como con la Asociación Nacional de Empresarios Independientes (ANEI). “Lo que piensan los empresarios es: ‘Ya se pasó el TMEC, ya está plasmado el marco regulatorio jurídico, ya quedan claras las reglas’ y no quieren que se las cambien”, explica.
Con algunas excepciones, la mayoría de estos empresarios mexicanos que apoyan la reelección de Trump no pueden votar en las elecciones del país vecino y las leyes en EE UU no permiten contribuciones o donativos de extranjeros a campañas electorales, explica Larry Rubin, representante del Partido Republicano en México. “Pero lo que sí pueden hacer, y lo que los empresarios han venido haciendo, es promoviendo el voto por Trump a través de sus conocidos, no los empleados, porque eso sí, aunque en muchos casos no es una violación de la ley, no es muy ético”, dice Rubin al teléfono desde la capital mexicana. México es el país con el mayor número de connacionales viviendo en EE UU con cerca de 35 millones de mexicanos y mexicoamericanos allá.
“Muchos de ellos sí votan y obviamente tienen influencia de sus familiares y amigos en México,” asegura Rubin,”es, definitivamente, una forma de impulsar más las bases y entusiasmar a los latinos en las diferentes partes de Estados Unidos”.
Rubin administra un chat de WhatsApp de mexicanos pro Trump con 256 miembros, el número máximo para cualquier grupo en la aplicación. El foro, al que tuvo acceso EL PAÍS, incluye no solo a algunos empresarios poco conocidos, también a periodistas, consultores, políticos del Partido Acción Nacional y del PRI, empleados de la Concamin, entre otros. Si bien, no todos los integrantes son activos o comparten abiertamente las opiniones ahí expresadas, las conversaciones suelen girar en torno a cómo atacar a los candidatos demócratas Biden y Kamala Harris en redes sociales. “Por qué Kamala detesta el TMEC?” pregunta un usuario. “Kamala y los demócratas están vendidos a los sindicatos”, responde otro. “Con los esquemas fiscales que ha establecido Donald Trump la economía mexicana se verá beneficiada por las empresas americanas que regresarán a USA”, opina otro miembro del chat.
Los usuarios también promueven acusarlos entre sus contactos como “comunistas” y cuestionar el origen étnico de Harris, la primera candidata negra a la vicepresidencia en la historia del país. En agosto, cuando la liga estadounidense de baloncesto canceló sus partidos en apoyo al movimiento antiracista Black Lives Matter, una usuaria en el grupo opinó sobre los jugadores profesionales: “¿Por qué no se regresan a África?”
EL PAÍS buscó a dos de los bloques de empresarios más importantes de México, quienes rechazaron comentar sobre el tema ya que, aseguraron, no toman posturas ni hacen comentarios sobre elecciones ni en México ni en el extranjero.
Temor a Biden
“El bolsillo no tiene nacionalismo,” dice Ignacio Martínez, economista experto del Laboratorio de Comercio, Economía y Negocios (LACEN) de la UNAM. Tanto Martínez como Abed coinciden en que, en México, los sectores energético, automotriz y de manufactura son los que tienen mayor interés en una reelección de Trump. También la industria aeroespacial, electrónica y de telecomunicaciones, agrega Martínez, que operan como parte de cadenas de valor globales que suministran al vecino del norte.
Biden propone retomar la iniciativa “Buy American” promulgada por Barack Obama. “Lo que quiere Biden es mover el núcleo de estas cadenas abastecedoras a los Estados Unidos. Es ahí donde las empresas afincadas en México o las mexicanas que tienen relación con estos segmentos de la cadena de producción en Estados Unidos, temen ser afectados”, explica Martínez Cortés.
Por otro lado, Biden también promueve apoyos fiscales a empresas pequeñas y medianas, algo que pudiera afectar a grandes corporativos que operan y venden sus productos mexicanos en EE UU, asegura Martínez Cortés. En su discurso del 10 de julio, Biden enfatizó: “Cuando el Gobierno federal gasta el dinero de los contribuyentes, deberíamos usarlo para comprar productos estadounidenses y apoyar los empleos estadounidenses”. Esto, para empresas mexicanas que emplean connacionales allá y venden productos tradicionalmente mexicanos, como tortillas y salsas, o asociados con una cultura latinoamericana, es muy preocupante y pudiera impactar sus ventas.
“Este discurso hace ver a Trump como un adalid del libre comercio”, opina el especialista, “en tanto que Trump impulsa lo que yo le denomino la ‘nacionalización de la globalización’, Biden estaría impulsando la producción nacional a través del proteccionismo comercial y a través de las preferencias fiscales y no a través de la preferencia arancelaria que ya se encuentra en los tratados de comercio que tiene Estados Unidos. Entonces bajo este aspecto, vemos a un Biden más proteccionista que el mismo Trump”.
Un contrapeso a López Obrador
En julio, el presidente de México Andrés Manuel López Obrador visitó la Casa Blanca para celebrar el nuevo tratado comercial acompañado por su equipo y un pequeño número de empresarios mexicanos. “Hemos recibido de usted comprensión y respeto,” dijo López Obrador a Trump, desde un podio en el Rose Garden y frente a periodistas y cámaras de televisión. Para los mexicanos que se habían ofendido con los comentarios despectivos del presidente estadounidense en el pasado, los elogios de López Obrador fueron motivo de crítica e indignación. Pero para los empresarios, fue una señal de que Trump tiene un poder importante sobre López Obrador.
En casa, las tensiones entre la iniciativa privada y el Gobierno se encienden intermitentemente. Desde su llegada al poder en 2018, López Obrador ha calificado al empresariado mexicano como una “minoría rapaz” acostumbrada a beneficiarse del erario a través de contratos abusivos. Busca “salvar” a las empresas del Estado, suspendiendo oportunidades de inversión privada en el sector energético. Se rehusó a apoyar con transferencias directas a trabajadores que perdieron su empleo por la pandemia del coronavirus, así como a ofrecer apoyos fiscales, argumentando que eso hubiera sido el equivalente a un rescate a las empresas.
“Se ha hecho un acercamiento importante con la Casa Blanca, con el equipo de Donald Trump, pero lo que es más importante aún, con Jared Kushner, quien sinceramente es la persona que maneja el teje y maneje del sector empresarial y de la relación bilateral de una manera más cercana con México,” cuenta la analista. Abed fue también secretaria de Asuntos Internacionales del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y, después de dos años de trabajar para una firma de abogados en Washington, regresó a México en mayo. “Yo cuando hablo con los empresarios me dicen: ‘Bueno, cuatro años más de Donald Trump no solamente le da una cierta certidumbre a la relación económica, sino que más bien Donald Trump es un contrapeso a Andrés Manuel”.
Un reporte del Departamento de Estado de EE UU publicado el mes pasado advierte de que la Administración de López Obrador está “socavando la confianza en las reglas del juego particularmente en el sector energético, al debilitar la autonomía política” de los reguladores”. “El Gobierno federal ha hecho cambios en la regulación para favorecer a las empresas del Estado”, asegura el reporte, mientras que los recortes presupuestarios resultaron en despidos significativos, obstaculizado la capacidad de las agencias para llevar a cabo su trabajo, agrega. Para rematar, el Departamento asegura que la corrupción en el país es “una preocupación importante”. “Los representantes comerciales, incluso de empresas estadounidenses, creen que los fondos públicos a menudo se desvían a empresas privadas e individuos debido a la corrupción y perciben que el favoritismo está generalizado entre los funcionarios de contratación pública”, apunta.
A pesar del duro informe del Gobierno estadounidense, los empresarios se equivocan al pensar que Trump es un contrapeso a López Obrador, opina Abed. “A Trump no le importa México. Lo único que le importa es sí mismo y eso lo ha demostrado con hechos”, dice la analista, “lo vemos porque lo que ha hecho Trump le favorece a sí mismo directamente. A él no le importa si mejora la democracia en México o si mejora el panorama económico en México, solo le importa Estados Unidos”.
Sentimientos encontrados
La retórica antimexicana de Trump disminuyó conforme fue avanzando su presidencia, pero el impacto que ésta tuvo en la comunidad hispana en EE UU fue en aumento. Reportes separados, uno del FBI y otro del Center for the Study of Hate and Extremism, apuntan a que los ataques en contra de los latinos en Estados Unidos han aumentado significativamente desde 2017, año en que Trump subió al poder. Un ataque la ciudad de El Paso, Texas el año pasado, en el que un asesino confeso apuntó en contra de mexicanos se sintió también en México y revivió los sentimientos contra Trump en el país.
Pero el mexicano Francisco Lozano, socio de la empresa JMJ Development fundada en Texas y admirador de Trump desde antes que llegara a la presidencia, no se sintió atacado por el presidente. Lozano forma parte del chat de WhatsApp manejado por Rubin y su foto de perfil retrata un encuentro que tuvo con el mismo Trump. “El mexicano no se lo debe de tomar personal porque no se refería a mexicanos como tú o como yo, que puede viajar en su avión o por vuelo comercial a Estados Unidos”, dice Lozano al teléfono desde su casa en Monterrey al norte del país. Para él, el apoyo a Trump no es solo una cuestión de pragmatismo de negocios o certeza comercial, es también una cuestión de los valores que comparte con el mandatario.
Lozano, igual que Trump, considera que los migrantes, tanto en EE UU como en México, deben someterse a la ley y el orden, ya que, “no te puedes brincar nada más así la barda y él se estaba refiriendo a los que hacen muchas travesuras”. “El mexicano inteligente entiende a lo que se refiere el presidente,” dice Lozano, “Trump ha mostrado un alto respecto hacia México y hacia nuestra presidencia entonces yo creo que no debiera tomarse personal”.
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