Esteban Burgos por fin sonríe


Para Esteban
Burgos esta temporada estaba siendo un tormento. Las lesiones se habían cebado con él desde el verano y hasta el pasado 14 de diciembre no había podido jugar con el Eibar en partido oficial. Apenas unos minutos en dos amistosos ante el Mirandés y el Toulouse, insuficientes para un futbolista con ganas de comerse el mundo.



Burgos
fue el primer fichaje de esta temporada. El club lo hizo oficial el 1 de julio, aunque el acuerdo ya era total desde meses antes. Llegó libre desde el Alcorcón, donde había sido una de las sensaciones en Segunda División, pero una lesión en el tobillo izquierdo que arrastraba de su etapa en el equipo madrileño le impidió comenzar la pretemporada con normalidad.

A comienzos de agosto, cuando el tratamiento conservador parecía ir despejando su horizonte, sufrió durante un entrenamiento una rotura de fibras en el recto anterior del cuádriceps derecho.

Superado también este último percance, Burgos pudo jugar sus primeros 60 minutos de la temporada el 4 de septiembre en un amistoso ante el Mirandés disputado en Atxabalpe. Sin embargo, la prueba no fue satisfactoria y se resintió de sus molestias en ese tobillo izquierdo.

Un mes después volvió a intentarlo en un amistoso en Pau ante el Toulouse en el que disputó 70 minutos y, tras mejorar sus sensaciones, el 31 de octubre ante el Villarreal entró por primera vez en una convocatoria, aunque no fue hasta el 14 de diciembre en San Mamés cuando el argentino tuvo la oportunidad de debutar.

Su puesta de largo, si bien fue positiva por el resultado (0-0), no lo fue tanto en el aspecto físico ya que un codazo primero y un cabezazo después de Raúl
García le provocaron una fractura en el maxilar de la que tuvo que ser intervenido días después.

Regresó de nuevo a una convocatoria en Mestalla y volvió a jugar en la Copa ante el Cacereño, estrenándose en Ipurua el sábado ante el Atlético de Madrid, cuajando una sobresaliente actuación rubricada con su primer gol: “Llegué acá en mal momento, con el tobillo mal, estuve tres meses afuera y mostrar que uno puede ayudar y estar para competir es una satisfacción muy grande”, señaló Burgos tras el partido. “He disfrutado de la oportunidad para jugar y mostrarme que estoy para ayudar al equipo”, añadió.

“Estoy feliz por este momento”, volvió a reiterar el argentino que quiso dedicar su gol “a mi papá, a mi mamá, a mis dos hermanos, a mi novia, a mi gente allegada y a mis amigos”.

Y Mendilibar, que mermado de efectivos ha encontrado en Burgos a una solución, no dudó en elogiarle: “En San Mamés nos demostró lo que era. Compite muy bien. Puedes ser mejor o peor, pero para un equipo como nosotros hay cosas más importantes”.


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