Estrellas que no pisan alfombra


El donostiarra barrio de Gros se encuentra alfombrado durante estos días. Varios establecimientos hosteleros se han sumado al propio Kursaal y han teñido con terciopelo rojo varios metros de la calle. Puede ser un reclamo para las estrellas del festival, acostumbradas a pisar moqueta con sus glamourosos calzados.



Estos días en los que Donostia recibe la visita de cineastas, actores y cinéfilos de todos los rincones del mundo, los donostiarras y guipuzcoanos giraron a la hora de comer la mirada hacia la pequeña pantalla, donde comparecían las estrellas que de verdad les importan. Y estas demostraron en Cornellà que no pisan alfombra, que se remangan, arriman el hombro y trabajan como los que más.

Porque la victoria conseguida en Cornellà habría sido imposible sin el talento que desprende la ejecución de cualquiera de los dos goles, pero tampoco habría llegado sin el gigantesco trabajo realizado por los futbolistas más distinguidos de la plantilla. Porque tan importante o más que tener futbolistas de la clase de Oyarzabal, Odegaard, Merino o Portu es tenerles convencidos de que deben poner su físico en beneficio del colectivo. Es algo tan lógico como poco habitual.

Todos ellos convirtieron cada minuto de vida de los jugadores del Espanyol en un suplicio durante la primera parte. Estuvieron tan encima de los pericos que la Real jugaba siempre en campo contrario y a partir de ahí era mucho más fácil que la categoría de Odegaard, Oyarzabal y compañía se convirtiera en veneno puro para el conjunto local.

Especialmente punitivos con los rivales fueron Oyarzabal, Portu y Odegaard, capaces de perseguir hasta la extenuación al poseedor del esférico. Si el balón sobrepasaba esa primera línea realista, llegaba a la zona en la que se encontraba Merino en tan malas condiciones, que el navarro robaba e iniciaba el juego para erigirse en el auténtico jefe de la barraca durante el sublime primer acto de la Real.

A estas estrellas principales, se les fueron sumando secundarios como Zaldua o Monreal, también insaciables en sus bandas. Ambos fueron protagonistas de una jugada que para el minuto 10 ya había dejado bien clara la vocación ofensiva y ambiciosa con la que compareció la Real en el césped. Con 0-0 en el marcador, centro el lateral donostiarra y remató el carrilero navarro. Fue el anticipo del fútbol total que se vería durante los siguientes minutos y que tuvo mucho que ver con esa capacidad de sacrificio que Imanol está sabiendo trasladar hasta las más altas instancias del vestuario txuri urdin. Lo hace con palabras y con hechos, dado que la convocatoria del sábado tenía un claro mensaje destinado a Adnan
Januzaj.

El entrenador sabe que necesita todo el talento de sus cracks, pero quiere estrellas que bajen al barro, que se remanguen y que faciliten con su trabajo primeras partes como la de ayer. Quiere estrellas que no caminen sobre alfombra


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