La crisis de las matrículas entre Kosovo y Serbia se prolonga: la reunión de los líderes con la UE acaba sin acuerdo

La crisis de las matrículas entre Kosovo y Serbia se prolonga: la reunión de los líderes con la UE acaba sin acuerdo

Kosovo y Serbia mantienen abierto el contencioso de las matrículas y los documentos de identidad que pretende imponer Pristina. El alto representante para la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, había convocado a los líderes de los dos países este jueves en Bruselas para buscar una salida a un encontronazo que amenaza con añadir todavía más tensión en el continente. “No tenemos un acuerdo todavía. La discusión continuará en los próximos días”, ha anunciado el jefe de la diplomacia europea al acabar la ronda de reuniones —cuatro, entre bilaterales y trilaterales— que han mantenido el presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, y el primer ministro kosovar, Albin Kurti.

“Estamos en un momento crítico en Europa. No es momento de aumentar las tensiones”, ha enfatizado Borrell en su comparecencia al acabar los encuentros, en clara referencia a la invasión de Ucrania por Rusia. De ahí que haya mostrado su frustración al decir que “desgraciadamente” este jueves no se ha resuelto el problema. Para mostrar la trascendencia de la cita, el alto representante ha dejado claro que este era “un encuentro de crisis”. “Es la tercera reunión de alto nivel entre Serbia y Kosovo. Pero esta no es una reunión normal. Nos enfrentamos a un empeoramiento de la situación sobre el terreno”, ha añadido.

La tensión en Kosovo se disparó a finales de julio en la zona norte, una región de clara mayoría serbokosovar. La decisión del Gobierno de Pristina de exigir que se dejaran de usar matrículas de Serbia en los coches y documentos de identidad expedidos por Belgrado, así como de entregar a los serbios que viajen a Kosovo un documento en el que se les informa de que están entrando en otro país, llevó a esta minoría (suponen en torno al 10% de la población de Kosovo, aunque son mayoría en el norte) a bloquear carreteras con maquinaria agrícola e industrial. Incluso hubo disparos. La situación se calmó cuando Kurti aplazó hasta al 1 de septiembre la entrada en vigor de la medida, previa petición de la Unión Europea y de Estados Unidos. El clima es tan tenso que la OTAN, que tiene desplegada una fuerza militar de interposición (KFOR) desde la guerra tras la que Kosovo declaró su independencia de Serbia, ya ha advertido en varias ocasiones que si es necesario intervendrá.

La decisión de aplazar la medida vino acompañada de una cita importante, la de este 18 de agosto en Bruselas. Dos viejos conocidos, Vucic y Kurti, se iban a ver en la capital comunitaria para tratar de encontrar una salida a esta situación, que se prolonga desde septiembre de 2021. Ya entonces el primer ministro kosovar hizo el primer amago de imponer los documentos que expide su Gobierno. Finalmente, suspendió la medida porque también se levantaron barricadas.

El enfrentamiento entre Belgrado y Pristina es una de las heridas todavía abiertas de las guerras que acabaron en la década de los noventa con la desmembración de la antigua Yugoslavia. Después de unos 10.000 muertos y un millón de desplazados, la guerra se detuvo en 1999 tras los bombardeos de la OTAN sobre Belgrado y se llevó por delante el Gobierno nacionalista serbio de Slobodan Milosevic. Pero los acuerdos que se firmaron para resolver el conflicto no lo consiguieron. De hecho, en 2008 el Parlamento kosovar declaró unilateralmente la independencia, algo que ha reconocido la mitad de países del mundo, pero no el resto, entre ellos España y Rusia, tradicional aliado de Belgrado.

Serbia tampoco reconoce esa independencia, de ahí que la decisión de Kurti de retirar las matrículas serbias de los coches y los documentos de identidad tenga un gran componente simbólico en la zona donde los serbokosovares son mayoría, ya que tampoco ellos se sienten parte de un nuevo Estado.

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