La energía de las plantas



Pablo Vidarte, fundador de Bioo.Bioo es para Pablo Vidarte, su fundador, un sueño hecho realidad. Literalmente. Una noche de 2014, este sevillano de 24 años soñó con plantas capaces de generar energía y un año después puso en marcha la empresa, que desarrolla sistemas para la obtención de electricidad a partir de la materia orgánica en los suelos naturales. En el último trimestre de 2019, cuando entraron en el circuito comercial, facturaron 100.000 euros. En 2020 estaban superando sus propias expectativas en cuanto a ingresos, hasta que la crisis sanitaria los redujo un 80%. Confían en recuperar sus objetivos en 2021.“Un día me levanto de la cama con esta idea y digo: ‘¿Se podrá utilizar la hoja de una planta como un panel solar?’. La respuesta rápida fue que no”, rememora Vidarte por teléfono. Sin embargo, siguió dándole vueltas y, junto al equipo que fue formando encontró la inspiración en varios proyectos de la NASA y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). “Estaban desarrollando varios estudios para obtener energía a partir de aguas residuales, que da energía a partir de materia orgánica en chorro. Y nosotros dijimos: ’Y si esa materia orgánica está de forma estática en la tierra, ¿por qué no aprovecharla?”, cuenta el fundador y director ejecutivo.Durante más de un año se volcaron en desarrollar un prototipo capaz de capturar los electrones que se liberan de la descomposición de sustancias orgánicas en el suelo. Cuando lo lograron, crearon Bioo. Al margen de los estudios de la NASA y el MIT, no había referentes empresariales para lo que querían hacer. “Fuimos la primera compañía que se puso manos a la obra a materializar esto en algo vendible”, asevera Vidarte.“El primer obstáculo fue conseguir que este tipo de tecnología fuese industrializable, producirlo para ofrecérselo a la gente”, recuerda. En 2016 la empresa cerró la primera ronda de financiación y ganó velocidad. A esta inyección de recursos le siguieron dos subvenciones, una en 2017 y otra en 2018, y sendas rondas en 2019 y 2020.Y entonces llegó el coronavirus. “Realmente nos afectó muchísimo”, cuenta el sevillano. “Tenemos una sublínea de formación para que en escuelas y otros centros pudieran hacer baterías biológicas y la tuvimos que paralizar al 100%”, relata. También tuvieron que reenfocar otra de sus actividades, centrada en la instalación, en tiendas o eventos, por ejemplo, de plantas que funcionan como interruptores. “La única parte que siguió más o menos su curso fue la de I+D, aunque también fue un problema porque tuvimos que paralizar los experimentos que tenían que hacerse en laboratorios o zonas externas”, añade el fundador.Para Vidarte, 2020 está siendo un año de resistencia en el que, asegura, están aguantando muy bien. “Vemos que en 2021 vamos a poder seguir con más fuerza”, dice. Por el momento, la empresa, en la que trabajan 13 personas, aún no gana dinero.


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