La frustrada unión del centroizquierda italiano despeja el camino electoral a la derecha

La frustrada unión del centroizquierda italiano despeja el camino electoral a la derecha

El intento de unir fuerzas frente a la derecha ha implosionado en Italia. El centroizquierda se ha enredado en su recurrente telaraña de divergencias internas, choque de figuras y cruce de acusaciones, y no ha conseguido alumbrar una alianza capaz de hacer frente a unas fuerzas conservadoras que acudirán unidas a las urnas y a las que todas las encuestas otorgan una victoria holgada ―aunque no por mayoría absoluta― en las elecciones generales del próximo 25 de septiembre.

La idea de crear una coalición de partidos moderados y de izquierda que invocara el legado del ex primer ministro Mario Draghi, que dimitió a finales de julio, y sirviera de contrapeso a la coalición de las tres fuerzas de derechas (Forza Italia, La Liga y Hermanos de Italia, que encabeza las encuestas) apenas ha durado unas semanas. Prueba de ello es que el ex primer ministro Matteo Renzi, líder de Italia Viva, y el exministro Carlo Calenda, máximo responsable de Acción, anunciaron este jueves que habían alcanzado una alianza para crear un tercer polo centrista y alternativo a la derecha y a la izquierda. Hace pocas semanas coqueteaban con la posibilidad de crear un gran bloque que englobara a todo el centroizquierda.

“Nace hoy por primera vez una alternativa seria y pragmática al bipopulismo de la derecha y la izquierda que ha devastado este país y provocado la caída de Mario Draghi”, celebró Calenda, que fue ministro de Desarrollo Económico de Renzi en 2016, cuando ambos compartían filas en el Partido Democrático.

Esta nueva alianza deja al centroizquierda dividido en tres bloques. Por un lado, está el nuevo grupo, apodado Tercer Polo, al que los sondeos dan cerca del 5% de los votos; por otro, el Partido Democrático (PD) de Enrico Letta, la segunda formación más votada, según las encuestas, con un 23%, y que ha conseguido aliarse con otros partidos minoritarios como los Verdes, Izquierda Italiana, los europeístas de +Europa de Emma Bonino o Compromiso Cívico, del ministro de Exteriores y exdirigente del Movimiento 5 Estrellas (M5S), Luigi Di Maio. Y finalmente, está el M5S de Giuseppe Conte, que por el momento concurrirá en solitario. Aunque fue el ganador de las elecciones de 2018, después del desgaste de participar en tres gobiernos, está en caída libre en las encuestas, que le otorgan en torno al 10% de los votos. El PD le ha dado la espalda por ser una de las fuerzas que derribó a Draghi al retirarle el apoyo en el Parlamento.

Hace semanas, exponentes del centroizquierda como Calenda pusieron sobre la mesa un plan para crear una especie de frente republicano de base moderada, liberal, europeísta y atlantista con la agenda de Draghi como referente. “Para salvar el país”, justificaban. Con la actual ley electoral solo una amplia coalición podría frenar a la derecha, que ya concurre unida.

El conocido como Rosatellum es un sistema electoral mixto en el que dos tercios de los escaños son asignados con un método proporcional, es decir, en función del porcentaje de votos que se logra, y un tercio depende de un voto mayoritario con circunscripciones uninominales, al estilo del sistema inglés. Con este procedimiento se premian las alianzas, ya que quien consiga un voto más se llevará el escaño de esa circunscripción y esto es más fácil que ocurra si se acude en coalición que si se va en solitario.

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“Cuanto más amplia sea la coalición, más posibilidades hay de ganar”, resume el politólogo e investigador Piero Ignazi. “Si no hay cambios, que no creo que los pueda haber, la izquierda perderá una gran cantidad de escaños”, añade.

Hermanos de Italia, de Giorgia Meloni; La Liga, de Matteo Salvini; y Forza Italia, de Silvio Berlusconi acudirán a las urnas de la mano y con un acuerdo definido desde hace tiempo para que el partido más votado ―según los sondeos, la formación ultraderechista de Meloni― indique el nombre del candidato a primer ministro. “La derecha es muy homogénea, aunque no quieran reconocerlo; La Liga y Hermanos de Italia son sustancialmente lo mismo”, apunta Ignazi. Esa homogeneidad no se da en el bloque progresista. “En la izquierda domina un impulso a distinguirse, hay mayor espíritu crítico y más personalismos, políticos que se consideran grandes figuras y que crean divisiones”, dice.

Carlo Calenda, líder de un partido nuevo, Azione ―al que los sondeos dan menos de un 5%―, fue uno de los mayores defensores del frente republicano, pero terminó por ponerle la zancadilla antes incluso de que echara a andar. La semana pasada firmó un acuerdo, sellado hasta con un beso, con el Partido Democrático de Letta, la principal fuerza socialdemócrata, que duró cinco días escasos. Cuando se sumaron a la futura coalición otras formaciones minoritarias de izquierda como los Verdes o Izquierda Italiana, Calenda hizo saltar por los aires el pacto, alegando divergencias ideológicas con esas fuerzas, a las que también acusó de haber votado en contra del Gobierno de Draghi.

Letta se enteró por televisión de la ruptura y apenas atinó a acusar a Calenda de “ayudar a la derecha”. En el otro bando olieron la sangre y aprovecharon el embrollo para barrer para casa. “En la izquierda reina el caos y están todos contra todos. Sigamos adelante, La Liga y la derecha, con el bien de Italia como único objetivo”, clamó Matteo Salvini, líder de la ultraderechista Liga. Por su parte, Meloni ha definido los últimos pasos de sus rivales como “la telenovela del centroizquierda”.

El politólogo Giovanni Orsina, profesor de la Universidad Luiss de Roma y director de la Escuela de Gobierno del mismo centro, cree que con el panorama actual el desequilibrio de fuerzas es notable y que el centroizquierda dividido no está en condiciones de desafiar a la derecha. “Pero la partida todavía no puede darse por cerrada”, advierte. Y apunta a esta anómala campaña electoral estival: “Cuando los italianos vuelvan de vacaciones se verán las cosas más claras, en las encuestas siempre hay una cuota importante de indecisos”. Cree que el centro representado por el Tercer Polo basará sus bazas en alegar que son la opción “más responsable” frente “al populismo y a la derecha demagógica”.

Opina también que el Movimiento 5 Estrellas puede encontrar un espacio a la izquierda del Partido Democrático y “jugar a ser una alternativa real a ellos”, y al mismo tiempo defender la renta ciudadana que instauraron, uno de sus tradicionales caballos de batalla y muy cuestionada por el Ejecutivo de Mario Draghi. En cambio, Orsina duda de las posibilidades del Partido Democrático. “No sé qué campaña va a hacer, lo tiene más difícil que el resto, se ha aliado con +Europa, que son de centro, pero también con otras formaciones de izquierda radical. No sé qué tipo de línea puede seguir”, dice.

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